La luz del sol alumbraba todo el pueblo esa tarde, el centro de estudio había iniciado clases.
Ramón se llevó a algunos de sus estudiantes al bosque para una clase especial, cuando estos llegaron a cierto claro con varias ruinas de piedra destruida a su alrededor, se detuvieron ahí —todos, hagan un círculo, les explicaré qué haremos en esta clase una vez que este hecho.
—Profe, ¿Por qué estamos en estas ruinas? —pregunto uno de sus alumnos que aún estaban entre la multitud.
—Claro, te lo explicaré, pero necesitan hacer dos cosas primero; una, formen el círculo, dos, me digas quien eres —menciono Ramón, mientras indicaba a los demás sus posiciones.
—Soy, Emigdio —exclamó.
—Ya veo, eso explica por qué no te veía, me sorprende que aún sigas aquí siendo tan pequeño —menciono Ramón, sorprendido.
—¡Qué pequeño, yo ya tengo 10 años y también soy más alto que Damián! —grito.
—10 años un comino, tú tienes 6 años, yo sé la edad de todos aquí, además, cómo vas a compararte con el Damián, ese pobre parece un palo de lo delgado que está —exclamó de forma burlona.
—¡Oye! —se escuchó la voz de Damián gritar.
—Vamos, sabemos que es verdad, sabes bien que aún tienes varios años por delante, apenas tienes 7 años, deberías ser feliz de no ser un mastodonte cómo Alexander o un lento como Ángel —menciono, Ramón.
Todos los niños estaban de acuerdo con las palabras dichas hasta que paso un rato, justo luego de unos momentos se dieron cuenta esos dos a lo que se refería cuando lo incluyeron en el discurso, claro que también se iban a quejar, pero si lo hacían ahora iban a ser la risa por no haberse dado cuenta antes.
Cuando todos estaban en círculo, Ramón comenzó a contarlos —falta una persona ¿Quién será? —murmuro para sí mismo.
Casi como si de una invocación se tratara, Lena apareció de forma apresura desde el bosque, acoplándose al grupo como si nada —ya íbamos a explicar la actividad sin ti —le dijo Ramón, a Lena.
—Lo siento, podían empezar sin mí, no hay problema —menciono, Lena sintiéndose culpable por lo sucedido.
—No, está bien que vinieras, por lo menos así completamos los 10 alumnos, además, estoy seguro de que te divertirás en esta clase —exclamó Ramón, con una sonrisa.
—Uy… de una vez bésense, hasta acá se siente su romanticismo —dijo, Ángel burlándose de su profesor.
Lena solo se avergonzó de eso y Ramón empezó a sacar unas cosas de su mochila —Ángel…
—¿Sí?
—Tú empiezas —exclamó mientras terminaba de sacar unas colchonetas de su mochila.
—¿Qué? ¿Por qué? —Ángel estaba nervioso ante aquellas inesperadas palabras.
—Por qué lo dice tu profesor.
Ángel solo pudo quedarse callado, Ramón empezó a rodear algunos pedazos de las ruinas con las colchonetas —¿Va a hacer una remodelación? —pregunto, Luis.
—No es para eso, es para evitar que si se golpean con esto se hagan daño alguno, estás colchonetas, son especiales para eso, pueden darle un golpe con todas sus fuerzas si quieren —menciono Ramón, mientras terminaba de colocar el resto de colchonetas.
Alexander se acercó a una de estas y le dio un golpe con todas sus fuerzas, para su sorpresa no tenía ni un solo rasguño —fue como si golpeara algodón, es tan suave que te podrías dormir en ellas —dijo.
Todos los demás se acercaron a tocarlo de la misma forma y terminaron con esa misma sensación —ya es suficiente de acariciar las colchonetas, Ángel, colócate frente de esa piedra —exclamo, Ramón mientras señalaba la primera piedra que acolchono.
Ángel lo hizo y con duda pregunto —¿Ahora qué?
—En esta clase les enseñaré el arte del impulso a la hora de dar un salto, Ángel, quiero que llegues hasta la última piedra saltando sobre todas estas, si te caes una sola vez pierdes y va el siguiente —menciono, Ramón emocionado.
Ángel con algo de duda observo que las piedras que había acolchonado no habían sido al azar, todas estaban en una línea con distintas distancias, otras diferentes alturas y algunas pocas ambas cosas.
Ángel subió la primera roca, fue fácil, solo era cuestión de acercarse y subirse como si de un escalón se tratase, el segundo fue solo un salto largo, el tercero estaba un poco más lejos, pero logro conseguirlo, en este se detuvo y miro la altura del cuarto, no era algo que conseguiría con facilidad, salto y solo consiguió chocar contra la colchoneta cayendo al suelo —esto es algo imposible para nosotros, la última me dobla el tamaño y eso que soy el tercero más alto —menciono.
—Debería de haber algún tipo de truco, incluso para ellos esto debería de ser fácil de alguna forma —dijo, Lena intentando encontrarle alguna forma alternativa.
—Pues tienes razón, la forma de hacer esto es saltar sin detenerte, desde el primer movimiento que haces es importante, no deben dejar que la velocidad que tienen se quite, al menos hasta el cuarto, en ese ustedes usarán toda esa potencia que llevan para dar un salto corto, pero alto, miren, les daré una demostración —exclamó, Ramón mientras se acercaba a la primera piedra.
Ramón empezó a correr, subió la primera, salto hacia la segunda sin perder el ritmo, hizo lo mismo para llegar a la tercera y cuando estaba a punto de saltar hacia la cuarta, pegó sus piernas, las doblo y con una ponencia sorprendente salto hasta llegar hasta arriba con facilidad, una vez ahí arriba grito —¡Listo, ahora ustedes inténtelo!
Todos estaban sorprendidos ante tal destreza, Ramón salto hacia una colchoneta para bajar, Damián se acercó y empezó a imitar lo mismo que Ramón, cometió unos errores a la hora de guardar la velocidad, pero, incluso con eso, logro llegar hasta la cuarta, todos sorprendidos porque en realidad funcionaba ese consejo —bien echo Damián, te diría que continuarás hasta la última, pero si quieres detenerte en esa está bien, las últimas son con movimiento perfecto —menciono Ramón.
Damián, confiado, continuó haciendo lo mismo, pero, cuando intento llegar al último, no alcanzo y cayó —buen intento, estuviste bastante bien.
Lisa se colocó en posición para intentarlo después de Damián —¡Ahora lo haré yo, miren y aprendan! — exclamó llena de confianza.
—Sí, está bien, haz tu mejor intento, Damián, ven hacia acá, no vaya a ser que te caiga encima —menciono, Ramón.
Lisa empezó a hacer lo mismo, le salió perfecto logrando llegar incluso hasta el final, todos sorprendidos le aplaudieron, las cosas continuaron de la misma manera hasta terminar con todos.
Todos se dirigían hacia el centro de estudio, una vez ahí les entrego los niños a Mark y se dirigió hacia la dirección, antes de llegar Lena lo detuvo —¿Pasa algo? —pregunto, Ramón.
—No, nada, solo quería agradecerte por aceptarme en tu clase y tenías razón, me divertí mucho en esta clase —menciono.
—No hay problema, todo el que tenga el deseo de aprender lo aceptaré sin importar nada.
—Qué hermoso, espero que sigas teniendo más alumnos, te seguiré apoyando siempre, incluso si los demás te llegan a odiar yo no lo haré —Lena se acerca y le da un abrazo —gracias por todo.
Con eso último dicho, Lena solo se va del lugar, Ramón, sin saber bien cómo reaccionar, entra a la dirección y ve a lo que parece una nueva maestra.
Pensamientos:
Lisa
Debo saltar aún más, no soy lo suficientemente ágil, creo haber visto a Damián saltar por ahí también, puede que si nos ayudamos podríamos llegar a ser tan buenos como él… No, si él lo logro soló, no veo por qué nosotros no podamos hacerlo, debe ser fácil,
1… 2… 3… y… auch… eso dolió, a esta edad él ya podía dar saltos como si nada ¿Cómo lo logro? Debemos superar a todos ellos, el desplazarse entre las copas es de gran ayuda a la hora de defenderse…
Qué raro, no reconozco este sitio, espera… esa cabaña es… debo salir de aquí cuanto antes…
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