El timbre ha sonado y todos los niños deben de ir a sus clases, todos corrían para no llegar tarde a sus clases, los pasillos estaban que no cabe ni una sola aguja.
Pasaron varios minutos hasta que los alumnos estuvieran en sus aulas ordenadas, el profesor entro imponiendo en toda el aula con solo su presencia, se acerca a su mesa y dice —¡tienen 30 minutos libres, úsenlos como quieran!
Todo el salón se llenó de ruido ante esas palabras, de forma apresurada todos los alumnos se hicieron grupos, unos platicando, otros jugando y unos pocos haciendo tareas de otras clases.
A los pocos minutos el profesor volvía a hablar —¡Tomaré lista y pueden seguir, guarden silencio!
Cómo los niños buenos que aparentaban ser, todo se hizo un silencio de ultratumba, una vez que este estaba cerca de los últimos nombres menciono algo —por lo que parece hay unos alumnos que ya no podrán asistir, en total son tres, uno de estos es: Moe, no estoy seguro cuál sea el nombre de los otros dos porque eran de una clase distinta, en todo caso dicho esto pueden seguir con su caos.
En medio de ese caos, un pastel de betún sale volando y le cae a, Ramón —¿¡De dónde rayos sacaron un pastel a media clase!? —grito.
Al lado contrario de dónde se encontraba Ramón y su grupo, estaba la culpable del pastelazo era una niña con una cantidad increíble de pasteles junto con su grupo de amigas —¿Qué pasa? Habías dicho que te gustaba el betún, por eso te hice varios pasteles de este, que mal agradecido eres —menciono la niña mientras se burlaba de la cara cubierta de betún de, Ramón.
—Bien hecho, me tomaste con la guardia baja, pero, ahora sí que no me volverás a dar —exclamo, Ramón, con tanta seguridad que parecía verdad.
Más, sin embargo, ni bien termino de decirlo, le cayó otro pastelazo, Ramón se limpió parte del betún que tenía en la cara y dijo un tanto ansioso —muy bien, Roseta, tú lo pediste.
Ramón se acercó a su mochila, saco una esponja gigante, le arrancó un pedazo considerable, limpio el betún con ella y se lo tiró a, Roseta dándole en la cara embarrando en gran parte su cara —¿¡Por qué tienes una esponja en tu mochila!? —grito está con sorpresa.
—Si supieras, es más fácil decirte que es lo que no tengo en mi mochila que lo que tengo —exclamó mientras se reía de forma orgullosa.
A media risa, otro pastelazo le cayó en toda su cara haciendo que pierda su equilibrio y así cayendo, este golpe fue propinado por una de sus amigas —eso fue bajo de su parte, Camila, ni siquiera estabas en la pelea antes —menciono, Nahum un tanto nervioso mientras ayudaba a, Ramón a levantarse.
Ni bien Ramón se levantó, a ambos les cayó un pastelazo —esto tiene que ser una broma, ¿Estás bien, Nahum? —menciono, Ramón, mientras se limpiaba un poco con la esponja.
—Sí, estoy bien, a decir verdad, les quedaron bastante buenos los pasteles, saben bien —exclamó, Nahum mientras comía el betún que tenía.
—Ya lo sé, pero no puedo decirlo en este punto de la pelea, dañaría en gran parte mi orgullo —Ramón termino de hacer una gran cantidad de munición, se acercó a, Alan y le susurro —hazme un favor, trae unos pasteles hacia acá a hurtadillas, en el receso nos los comemos entre todos con unas galletas.
En cuanto terminó de decir eso, tomo una esponja, se la tiró a Roseta y grito —¡Pelea, escojan su equipo, agarren munición y disparen!
Con esas palabras dichas todo el salón se dividió en dos equipos, pasteles y esponjas volaban de lado a lado sin cesar, el aula estaba hecha un desastre, betún aquí, betún haya, incluso había en el techo, todo era risas hasta que el profesor dijo con una voz imponente —¡Se acabó el tiempo, ni piensen en limpiarse, así se quedaran hasta el receso!
El profesor tenía una risa maliciosa en su cara tras decir eso, ni un solo alumno rechisto, solo se sentaron en sus asientos, después de un rato se silenció, el profesor comenzó a impartir clases hasta la hora del receso, cuando todos estaban saliendo, Ramón se acercó a, Alan y le pregunto —nos vemos en la guarida junto con todos, voy por unas galletas.
Después de decir eso, todos salieron del aula directo al baño a limpiarse el betún, excepto Ramón que traía un pañuelo en su mochila el cual uso para quitarse el betún, en su lugar fue a la tienda y compro varios paquetes de galletas, después de eso se fue a una esquina apartada de la escuela donde se encontraba lo que parecía ser su guarida, al entrar se encontró con su grupito y tres pasteles de betún.
Una vez que se estaban listos para comenzar a comer, entraron Roseta y su grupo sin previo aviso —¿Qué hacen aquí? —pregunto, Ramón desconcertado.
—Venimos a convivir —menciono, Alisa mientras se acercaba a, Ramón con seguridad en su andar logrando hacer que retrocediera un paso.
—Pero, nadie les invito, ¿Cómo sabían que estábamos haciendo esto? —exclamo, Luis Carlos.
—Yo lo supuse al ver a, Alan, robarnos unos pasteles en medio de la pelea —menciono, Lena, nerviosa.
Ramón volteó a ver a Alan con una mirada que juzgaba todo tu ser y hablando entre dientes dijo —Alan, no te había dicho que lo hicieras a hurtadillas.
Alan solo se puso nervioso —en ese caso, ¿Podemos entrar? Traemos algunos jugos para tomarlos junto al pastel —exclamo, Alisa mientras mostraba los jugos que traía, Roseta en sus manos.
—Claro, entren, la comida son galletas con betún —menciono, Nahum dándole la bienvenida.
Cuando las niñas entraron sacaron tanto el jugo como unos vasos, se abrieron las galletas, se sirvieron el jugo y disfrutaron el receso con chistes, bromas y juegos que organizaron de improvisto, todo esto duro hasta el siguiente timbre.
Cuando esté sonó, de nuevo los caminos se llenaron y las clases volvieron a comenzar, esto hasta que se acabarán las clases, cuando el último timbre sonó cada uno se fue hacia su casa a descansar y hacer sus deberes.
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