Del Caos A Las Estrellas.

Caos y Pasión 6

Capitulo 6. Eugenia Brasco.

Eugenia miraba con asombro mientras caminaba por el departamento de su sobrino algunos cuadros del aparato masculino pintados de colores vivos y centelleantes.

Mar caminaba a su lado tratando de explicar que en sus clases de anatomía cuando estudiaba había conocido a una doctora que además era pintora y que por ello regaló a Rober esos cuadros como broma.

– El pobre los colocó en su sala. Es un amor su sobrino. - decía Mar con tono conciliador.

– Te diré niña. Esto puede ser muy moderno pero de mal gusto.¿ Y dónde dormiré yo.?

– Oh. No sé preocupe. Hay tres dormitorios. Siéntese.Le serviré algo fresco.¡ Carlo, lleva las valijas de tu madre a la recámara vacía! - dijo Mar con tono de mando.

Eugenia la miraba cada vez con más desagrado. Esa doctora, si bien no era la divorciada que ella creía, mandaba a su hijo como una real bruja.

– Pase al balcón. Podrá ver desde aquí toda la ciudad y el fresco y los sillones son confortables. ¿Se quedará mucho tiempo ? -

– El necesario. - respondió escueta.- Supongo que el departamento tendrá una habitación para mí. ¿Ustedes duermen juntos entiendo?-

– ¡Cómo piensa! Jaja. No señora aún no nos hemos casado. Lo nuestro es muy reciente. - dijo Mar - bien. Le prepararé refrescos de inmediato. ¿Está cómoda verdad?

Eugenia Brasco estaba como perdida en sus pensamientos.¿ Su hijo no se acostaba con esa chica? Algo aquí no estaba bien. Debería estar mintiendo. Conocía a Carlo. Era un terrible mujeriego.

– Vaya. Vaya. Si tiene jugo natural de naranjas es mejor - dijo. - y la vio salir presurosa hacia la cocina. - Ahora revisaré todos las recamaras.- completó.

Mar se paró en seco.

Carlo venía de dejar la maleta de su madre y Mar le atajó tomándolo del brazo.

– ¡Saca el pene de inmediato!- masculló Mar.

– ¿Qué dices? - dijo asombrado. No podía creer que las cosas entre ellos avanzarán tan rápido.

– ¡El pene! - masculló otra vez ella.Y luego lo miró y vio que empezó a bajar su ziper. - ¿que haces estúpido? ¡El de la cabecera de tu cama!--

– Oh. Okey. ¿Y dónde lo coloco?- respondió un poco triste.

– ¡Debajo de la cama! ¡O tíralo por la ventana ! Tu madre revisará cada dormitorio. Yo prepararé jugo de naranjas.

Carlo despegó a los socos el cuadro de Robertito y lo metió debajo de la cama.

Mar ya salía del comedor con una bandeja hacia la terraza.

El jugo llegó casi al instante en un vaso con gotitas de transpiración de tan frío. La noche caía en la ciudad de Bruske y la visión desde el balcón era hermosa.

La pareja con unos copos de cerveza vino a sentarse junto a ella.

– Mar Velotti. Mmmm.¿ Los Velotti de dónde? -

– De Almira. - dijo Mar. Una ciudad pequeña..

– Conozco Almira. ¿De allí somos acaso no lo sabes? ¿De qué hablas con tu novia Carlo?-- respondió Euge asombrada– Velotti…Velotti…

Mar que recién se había despachado que su supuesto novio era de su ciudad trató de cubrir su asombro y el de su prometido que sonreía feliz como un trastornado.

–Velotti. De los Velotti humildes. Por ello no conoce a mis padres. Somos muy pobres. - recalcó para que esa mujer no intente casarla con el maravilloso homo que era su hijo- Somos mi hermana pequeña y yo. Y mis padres, por supuesto. Mi madre ama de casa y mi padre profesor. Yo como sabe soy Médica clínica. Ah. ¡Y no tengo hijos ! Ninguno. Por ahora claro - dijo sonriendo.

– ¿Barrio?- dijo asombrada Euge.

– Suburbios. Eso. El barrio de San Patricio. A las afueras.- contestó Mar con una sonrisa congelada en su rostro.

Carlo miraba a las dos expectante. ¡Entonces ella vivía en su ciudad! ¿Cómo no habían hablado de esto? Podían seguir su falso romance cuando este tiempo de trabajo en Bruske terminara. Todos sus buenos deseos de contarle la verdad de su condición se terminaron con la llegada de su madre.

– ¡Vamos mamá! ¡Deja de interrogar la! ¿No es acaso la novia perfecta?

¿Mira lo hermosa que es? Ven amor más junto a mi. No puedo estar ni un minuto lejos de ella - dijo abrazándola y besando su cuello y sus mejillas.

Mar se había quedado muda. Y temblando. Decidió que la tortura de caricias ya era suficiente.

– ¡Vamos a hacer la cena Carlo!. Tu mamá debe estar famélica. - dijo en tono perentorio estirando a su novio de la mano.

Eugenia con asombro vio a su hijo levantarse de una y salir hacia la cocina. ¿Carlo cocinando? ¿Y ella dirigiendo las cosas como dueña y señora?

– Recorreré la casa - dijo sin salir de su asombro.

Desde lejos los veía trajinar juntos en la cocina. Parecían una pareja de esposos más que novios.Pero algo no cuadraba allí. Evidentemente no dormían juntos. El dormitorio de Carlo tenía toda su ropa y la cama había sido utilizada. Había un reborde oscuro en la cabecera como si alguien hubiera retirado un póster de allí. Ya investigaria de qué se trataba. El dormitorio pequeño tenía la valija de la chica. Y una pequeña maleta, algunas prendas colgadas y aparatos de medicina en un maletín.

¿Entonces no dormían juntos?

Esto es raro, se dijo. Muy raro. Carlo es un mujeriego. Y aquí frente a la doctora parecía un santo varón.

Su valija estaba en la tercera recamara. Muy bonita y preparada con gusto. Debía hablar con Robertito sobre los cuadros de la sala. Por más que sean un regalo de la doctora eran de mal gusto.

Cuando volvió al comedor escuchó algunos diálogos inquietantes.

– ¿Cómo se llama tu mamá?- decía él.

– Elisa. Y mi hermanita María Laura. No te olvides. El profesor Juan Velotti, Elisa y María Laura.

– No lo olvidaré nena. - respondió su hijo con un delantal de cocina y mirando a su novia que preparaba la comida. Su mirada era la de un cazador pecaminoso.

–Esto es raro. Muy raro - pensó Euge- Sin dudas el estaba engañando a la doctora solo para llevarla a la cama.