Angela, una psicóloga promesa del país, no sabe nada de su familia biológica y tampoco le interesa saber, terminará trabajando para un hombre que le llevara directo a su pasado enterandose la verdad de su origen...
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CAPITULO 5
—Matt, mi niño… —dijo Miguel al llegar, con voz temblorosa, al ver que el niño dormía plácidamente.
—Señor, el niño está dormido —respondió la joven que lo acompañaba.
—¿Cómo? ¿Quién es usted, señorita? —preguntó, entre curioso y desconfiado.
—Me tropecé con el niño en el parque. Él no me dijo nada, ni si estaba bien ni cómo llegó aquí.
—Él no puede hablar —aclaró Miguel con un suspiro.
—Lo sé, me di cuenta por las tarjetas que lleva en el bolsillo. Para tranquilizarlo, le conté un cuento y se quedó dormido.
—Es muy extraño que se haya dormido en un lugar con tanto ruido, y más aún con una extraña.
—Lo sé —respondió la joven—. Quizás está muy cansado. Le recomiendo que sea paciente con él y que siempre tenga compañía. Así puede evitarse que se vuelva un niño solitario.
—Hablas del tema como si supieras mucho —dijo Miguel, intrigado.
—Soy psicóloga, por eso lo digo. Enséñele música, eso le ayudará mucho. Si puede aprender a tocar algún instrumento, mejor. Y no lo obliguen a convivir con personas que no quiere.
—Gracias, ya me voy —dijo la joven mientras guardaba sus cosas—. Ya voy de regreso a casa con los medicamentos, y sin haber conocido a mi príncipe millonario.
—Hermanita, ¿ya llegaste? ¿Trajiste mis medicamentos? —preguntó Daniela al verla entrar.
—Claro, aquí están. Tienes que tomarlas tal como indica la receta. Lo más importante es después de cada comida.
—Ya lo sé, pero dime, ¿hoy conociste a tu galán?
—No, tus cartas no son tan buenas como dices —respondí con una sonrisa—. Pero en una semana me promueven y me darán un bono, con eso podemos irnos de paseo.
—¡Genial! Vamos al acuario, amo ese lugar.
—Bueno, entonces será el acuario, pero en un día que no haya mucha gente. Ya sabes que no me gusta estar en lugares concurridos.
—Lo sé, hermanita —me dijo con cariño.
—Hoy conocí a un niño. No podía hablar, me hizo recordar cuando era pequeña.
—Claro —me contestó Daniela—. Cuando te conocí, tenías la mirada vacía, sin expresión alguna, y usabas tarjetas con imágenes para comunicarte.
—El niño era igual, tenía vendado el brazo y parches en la cara.
—¿Crees que haya sufrido un accidente y que no pueda hablar por algún trauma?
—Es muy probable… Además, tenía muchos guardaespaldas, y su tío apareció para llevárselo.
—Si tiene guardaespaldas es porque pertenece a una familia con buena posición económica. No cualquiera anda con guardaespaldas y menos para salir a pasear.
—Sí, y si tiene dinero, nunca estará solo. Ya sabes cómo es la gente. Mis tíos me cuidaron solo hasta quedarse con todo el dinero de mis padres. Después de eso me dejaron en un orfanato.
—Olvida a esas personas, son del pasado. En tu presente solo estamos tú, yo, y también tu futuro galán.
—¿Y qué hay con el tuyo?
—También el mío, ja, ja, ja.
—Me voy a dar una ducha antes de cenar para ir a dormir.
Otra escena
—¿Cómo así se escapó? Para eso les pago, par de incompetentes. Me gasto millones en ustedes y no hacen bien su trabajo —Luc, visiblemente molesto.
—Señor, me disculpo. Como jefe de seguridad de su familia, no hice bien mi trabajo. No hay justificación para el error que cometieron mis hombres —dijo Jackson con tono serio y arrepentido.
—Claro que no hay justificación alguna. ¿Acaso tienes idea de lo peligroso que puede ser la calle para un niño de esa edad?
—Luc, ya deja de regañar al hombre… Tú y yo sabemos cómo es Matt, a cualquiera se le puede escapar, y tú lo sabes —intervino Miguel.
—Se supone que ellos son expertos. ¿Cómo pueden perder a un niño?
—Ya basta, Luc. Ve al cuarto con Matt, él está dormido. Sabes que al despertar se pondrá mal si nadie está a su lado.
—¿Dormido? ¿Cómo dormido? Si no se duerme si no estoy a su lado.
—Fue extraño —dijo Jackson—. Cuando lo encontramos, estaba dormido en el regazo de una chica. Ella dijo que se durmió cuando le contó un cuento. Lo más raro fue cuando me sugirió que le enseñemos a tocar algún instrumento para que esté tranquilo y no tenga esos ataques de siempre.
—¿Y esa mujer cómo sabía de los ataques de Matt?
—Dijo que era psicóloga. Quizás por eso sabe.
—¿Cómo supo lo que le pasa con solo media hora de estar a su lado? La psicóloga que tiene ahora le costó mucho tratar con él. Me da curiosidad cómo lo hizo.
—Hay algo más.
—¿Qué más?
—Dijo que ella también usaba esas tarjetas cuando era pequeña. Quizás supo cómo tratar con Matt porque ella también pasó por algo parecido.
—Quiero que la encuentres. Esa mujer será la psicóloga de Matt.
—¿Y cómo quieres que la encuentre si no sé nada de ella? No sé ni su nombre.
—Jackson, encárgate de eso. Tú la viste. Y también usa lo que dijo Miguel. No creo que existan muchas psicólogas que hayan pasado por una situación igual a la de Matt.
—Sí, señor. La encontraré.
—<<¿Cómo puede una mujer extraña controlar a Matt? Lo que más me confunde es cómo logró que se durmiera en un lugar lleno de niños. Me da curiosidad saber quién es esa mujer.>>
—Pequeño monstruo, esta noche te quedarás con Miguel. Yo tengo una reunión muy importante. Este fin de semana te llevaré al acuario de paseo.
—(😊) —el niño solo lo miraba sin mostrar emoción.
—Sería muy feliz cuando vuelva a verte sonreír… Juntos llenaremos ese corazón vacío que nos dejó.
—(😊
—Te quiero mucho, pequeño Matt —susurró Luc, con el alma rota. <
Llegué al lugar acordado, uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Lo que me desconcertaba era que el inversionista quisiera reunirse aquí; normalmente cierra negocios en una oficina, no en un restaurante tan lujoso.
Al sentarme a la mesa, finalmente entendí por qué.
—Buenas noches —saludó una mujer elegante.
—¿Cómo está, señor Vivanco? Bienvenido, tome asiento. Ella es mi hija Marian, llegó esta mañana de Italia.
—Mucho gusto, señorita Marian. Yo soy Luc Vivanco.
—Me gustaría que sea usted quien acompañe a mi hija a la fiesta de esta noche, señor Luc.
—No tengo pensado ir a la fiesta, señor. Será para la próxima.