Resiliencia:La Historia De Amelia Hidalgo

Amelia la observó con curiosidad porque Kate era amante de la vida fitness y para ella eso le parecía algo muy ajeno a su mundo.

—Mely alguna vez deberías venir a entrenar conmigo.

—Eso es para gente delgada

—Mely, el gimnasio es para quien quiera ir, simplemente.

—Kate, esos lugares me abruman, gente en forma haciendo cosas que yo no puedo hacer.

Kate frunció el ceño y le hizo una señal para que no continuara diciendo palabras que reflejaban mas su propio miedo que la verdad.

—Al principio vas a sentir dolor, y no vas a poder hacer todo lo que quiere, pero poco a poco vas a ir mejorando—le dijo con un tono de voz muy amable—Es un mito eso de que el gimnasio es para personas delgadas, por el contrario, es para personas que tienen disciplina y ganas de hacer un cambio en su vida.

—No lo sé, Kate, necesito pensarlo

—Recuerda que no eres la única persona que tiene problemas con el peso y tal vez hablar con otros que están en tu misma situación, te hagan sentir de que no estás sola.

Esta no era la primera vez que conversaban sobre ese tema, pero no desde el reproche sino desde la preocupación, no solo Kate le instaba a hacer un cambio en sus hábitos alimenticios y hacer ejercicios sino también Josefina, Adrián y Miguel.

—Es bueno que su información financiera está muy organizada —dijo el abogado Gutiérrez.

Richard asistió a la cita con el abogado que le recomendó Miguel y a pesar de sus dudas iniciales a medida que avanzó la conversación sintió como si le quitaran un gran peso sobre sus hombros, este abogado no solo era muy empático, sino que daba una sensación de mucha confianza, como si supiera cuando apoyar sin resultar muy invasivo.

—Es lo que se espera de un contador público — dijo Richard intentando ser gracioso.

—Sr. Rivera, debe saber que dado que no existen motivos legales para el divorcio tal vez su esposa podría no facilitar las cosas—le advirtió el abogado Gutiérrez en tono muy profesional.

Richard apretó los labios porque estaba harto de su vida familiar y era la primera vez que era honesto consigo mismo, además de que el hecho de que Isabel solapara la infidelidad de Tomás fue la gota que derramó el vaso de agua.

—Estoy preparado para eso, no quiero asistir a terapia de pareja, ni mediación, solo quiero el divorcio… y que salga de mi casa.

—Todo se hará de acuerdo a sus instrucciones — dijo el abogado.

—¿Cuándo van a notificarla?

—Como toda la documentación está muy organizada este viernes puedo tener listo el aviso formal.

—¿Algo más que deba hacer?

—Por lo general siempre sugiero, la apertura de una cuenta que su pareja desconozca, pero dado que ya la tiene, solo le diría que retire la mitad de los fondos en la cuenta conjunta y limite el uso de las tarjetas de crédito.

—No lo había pensado

—Descuide es mi deber recordárselo para eso me contrató y se sorprendería de lo que hacen algunas personas cuando son notificados.

Richard no dudó y de inmediato llamó a su asesor bancario, y cada paso fue ejecutado con precisión quirúrgica en menos de una hora ya se había retirado la mitad de los fondos de la cuenta conjunta y se había puesto límites a las tarjetas de crédito de Isabel.

Isabel estaba de compras y le enviaba fotos a Tomás de cochecitos y ropas de bebé e intentó comprar algo que le gustó pero le rechazaron su tarjeta de crédito por fondos insuficientes, se preocupó un poco al principio, pero luego lo descartó pensando  que se trataba de un error.

—Cuando llegue a la casa, le voy a llamar la atención a Richard, porque realmente me hizo pasar vergüenza—dijo con tono de molestia.

Aunque lo que mas le disgustó fue que Tomás ignorara sus mensajes porque había muchas cosas hermosas que deseaba comprarle a su nieto y quería saber su opinión.

El resto del día para Tomás fue un infierno, e intentaba sostener un caso que se estaba desmoronando por sí mismo, debido a que todas las pruebas apuntaban a la culpabilidad de su cliente, por desgracia esa persona era indefendible, pero estaba protegido por el dinero de su familia de dudosa reputación, por eso ningún abogado del bufete quería aceptar ese caso, no por ética sino por miedo y porque no se atrevían a asumir las consecuencias si perdían el caso.

—¿Este es el caso que te asignaron? — preguntó Fernando el compañero de oficina de Tomás.

—Yo tampoco puedo creer que me lo hayan asignado—respondió Tomás con preocupación.

—Es curioso porque supuse que el bufete rechazaría ese caso —dijo Fernando con reflexión—Porque ganar o perder ese caso no mejora la reputación de nadie.

—Supongo que no siempre se tiene la opción de elegir—respondió Tomás fingiendo fortaleza.

Fernando recordó los rumores acerca de Tomás de los últimos días y contuvo su risa porque si bien era un buen abogado con los años se había vuelto prepotente y un poco pesado, de hecho, de no ser por la ayuda de su suegro así que darle este caso era casi un despido indirecto, si perdía, sería el hazmerreír y si ganaba sobre Tomás caería el estigma de ser el abogado de un hombre culpable.

—Claro, claro, tú siempre tan … comprometido — dijo Fernando dándole una palmada en el hombro que pesaban como una burla.

La oficina se sumió en un silencio casi sepulcral, hasta que Fernando observó su reloj y se dio cuenta de que era la hora de salida, tomó su maletín y observó una vez mas a Tomas el cual estaba absorto leyendo el expediente, negó con la cabeza, se despidió, pero Tomás concentrado en lo que hacía, apenas si le respondió.

—Este compa es hombre muerto … nomás no le han avisado—murmuró para sí mismo.

Richard no quiso regresar a su casa porque necesitaba conversar con alguien que no lo juzgara, así que se fue a la casa de Miguel y lo encontró regando el jardín con una calma que no parecía de este mundo y lucía tan relajado vestido con ropa tan casual que no parecía alguien de su edad.

—¿Miguel en qué momento trabajas? —Preguntó con una mezcla de ironía y curiosidad.

Miguel cerró la llave del agua, arregló la manguera con precisión, se secó las manos con una toalla que tenía al lado y caminó en dirección a la entrada de la casa.

—Richard, la ventaja de hacerse un nombre en tu sector es que puedes cotizar mejor tu trabajo … y luego contratar asistentes que hagan la mayor parte—dijo Miguel en tono relajado como si hablara del clima.

—No me siento cómodo dejando que mis asistentes hagan el trabajo—admitió Richard con un dejo de culpa.

Miguel lo observó con una sonrisa y puso una expresión casi paternal en su rostro.

—Y es allí donde está el problema Richard, te falta liderazgo y aprender a delegar, no se trata de hacer menos sino de hacerlo mejor.

Richard escuchaba a Miguel en silencio con una expresión de una nueva comprensión de la vida, como si algo en su estructura de pensamiento debía cambiar porque ya no le pertenecía.

—Tenemos 55 años— dijo Miguel en tono relajado mientras se sentaba en una mecedora —No necesitamos trabajar como alguien de 25, hay que darles oportunidades a los jóvenes y aprender a soltar.

Richard se quedó de pie observando a su amigo y sintió que por primera vez alguien le hablaba desde un lugar que no le exigía nada solo le ofrecía una nueva perspectiva con la cual finalmente tomaría el control de su vida.