Apuesta De Amor

🔥AXEL🔥

Cierro los ojos y de repente estoy de vuelta en ese día...

Tenía 8 años, era un verano caluroso y había convencido a mi madre para llevarme al cine a ver "Toy Story".

Recuerdo su sonrisa cuando finalmente accedió:

—Está bien, mi amor, pero solo si prometes portarte bien—.

Me subí al asiento del pasajero de nuestro Honda Civic azul y ella se sentó al volante.

La radio tocaba una canción de los Backstreet Boys y yo cantaba a gritos...

De repente, todo cambió.

Un camión invadió nuestro carril, viniendo de frente.

Mi madre gritó y giró el volante bruscamente hacia la izquierda...

Nuestro auto dio tres vueltas completas en el aire antes de caer sobre su techo, con un ruido ensordecedor de metal retorcido.

Recuerdo el silencio después... solo mi respiración agitada y el olor a gasolina y sangre.

Y luego, la vi...

Mi madre, inmóvil, con los ojos cerrados y una herida profunda en la frente. No respiraba.

Mi mundo se detuvo.

Y entonces, escuché esas palabras que me han perseguido toda mi vida:

"Si no hubieras insistido en ir al cine... ella estaría viva".

Sigo atrapado en ese pasado, como si el tiempo no hubiera pasado...

Diez años han transcurrido, pero el dolor sigue siendo tan intenso como aquel día.

Cierro los ojos y vuelvo a verla...

Mi madre, inmóvil en el suelo del auto destrozado, con los ojos cerrados y una herida profunda en la frente, cubierta de sangre.

La imagen se queda grabada en mi retina como una cicatriz permanente.

Y luego, mi mente salta al velorio...

Recuerdo el salón lleno de gente llorando, flores y velas encendidas.

Mi padre, con ojos enrojecidos y llenos de lágrimas, se acerca a mí...

Su voz, llena de acusación y dolor, me susurra al oído:

"Es tu culpa... tu culpa... tu culpa."

Mi mente seguía atrapada en el pasado, reviviendo el dolor y la culpa...

De repente, una voz me sacó de mis pensamientos:

—Axel, ¿estás bien? Te has quedado callado durante horas.—

Mi hermano mayor, Alex, se sentó a mi lado en el jet privado que nos llevaba a Minnesota.

Me tomó un momento procesar dónde estaba y qué había pasado:

Había pasado dos meses en rehabilitación después de ese accidente automovilístico...

Donde choqué contra otro auto mientras conducía bajo los efectos de sustancias, y mi hermano había estado al pendiente de mi durante todo este tiempo.

Alex me miraba con preocupación, esperando mi respuesta.

—Estoy bien — respondí con mi voz apenas audible.

Alex me miró con una mezcla de alivio y preocupación.

—Estoy aquí para llevarte a casa, Axel. La familia te ha extrañado mucho—, dijo suavemente.

Me tomó un momento responder, procesando que finalmente estaba saliendo de ese lugar.

—Dudo mucho que él esté ansioso por verme—, dije con una sonrisa amarga, sin necesidad de mencionar a quién me refería.

Alex asintió lentamente, como si entendiera perfectamente.

Después de horas de vuelo, el jet privado aterrizó suavemente en el aeropuerto de Minneapolis.

Un coche nos esperaba para llevarnos directamente a nuestra casa en Lakeville, Minnesota.

La mansión familiar apareció ante nosotros, con sus jardines perfectamente cuidados y su arquitectura impresionante.

Alex rompió el silencio mientras el coche se detenía frente a la entrada principal:

—Bienvenido a casa, Axel. Estamos aquí—.

Al entrar en la mansión, el mayordomo nos saludó con una reverencia y tomó nuestras maletas.

Mi padre, salió de su estudio con una expresión de descontento.

—Espero que esta vez no me causes más problemas como siempre, Axel—, dijo con una voz helada, sin siquiera un saludo.

Me quedé inmóvil, mirándolo fijamente con una expresión fría y distante.

No dije nada.

Solo lo miré durante un momento más, y luego me di la vuelta y me dirigí hacia las escaleras que conducían a mi habitación.

Alex intentó intervenir, pero mi padre lo detuvo con un gesto.

—Déjalo, Alex. Que se vaya a su cuarto a reflexionar sobre su comportamiento—.

Subí las escaleras sin mirar atrás, cerré la puerta de mi habitación detrás de mí y me dejé caer en la cama, con la mirada fija en el techo.

Después de horas de reflexionar en mi habitación, decidí salir a tomar aire fresco y visitar a mi mejor amigo, Erick Morano, que vive justo al frente.

Crucé el jardín y toqué el timbre de su casa. Erick me abrió con una sonrisa y nos sentamos en su sala a charlar sobre todo y nada, en el sofá.

La noche avanzaba y la conversación fluía fácilmente entre nosotros.

Estaba sentado en el sofá de Erick, charlando con él, cuando de repente la puerta se abrió. En la puerta estaban Nadia, una compañera de instituto que conocía de vista, y una chica que no había visto nunca...

Una chica impresionantemente hermosa con cabello cobrizo, casi pelirrojo, ojos miel brillantes y una sonrisa radiante, de baja estatura, alrededor de 1.63 metros.

Erick se levantó inmediatamente y les regañó:

—¿Qué hora es esta para llegar? ¡Y ebrias además!—

Nadia comenzó a gritar:

—¡NO QUIERO IR A DORMIR! ¡QUIERO SEGUIR DIVIRTIÉNDOME!—

Mientras que la cobriza empezó a cantar con voz desafinada:

—¡La la la, la noche es joven, la la la, no queremos dormir...!—

Erick, exasperado, tomó a Nadia en brazos y se la llevó hacia su habitación, diciendo:

—Voy a acostarla, esto es un desastre.—

La cobriza se quedó sola conmigo, riendo histéricamente de su propia canción.

Se cayó al suelo, doblada de risa, con lágrimas en los ojos.

Erick regresó y la ayudó a levantarse, diciendo:

—Vamos, Astrid, a dormir. Ya es suficiente por hoy.—

Pero en lugar de ir con Erick, Astrid se lanzó sobre mí...

Me rodeó el cuello con sus brazos y me besó apasionadamente.

Me sorprendí al principio, pero luego le correspondí el beso.

Ella se separó abruptamente y...

vomitó en la alfombra a mi lado.

Erick la tomó en brazos de nuevo y la llevó hacia la habitación, murmurando:

—Creo que ya has causado suficiente caos por una noche...—

En ese momento, algo dentro de mí se sintió intensamente atraído hacia ella.

—Creo que tu hermana necesita agua... o un hospital—.

Erick asintió con una risa baja:

—Lo sé, puede ser intensa cuando quiere, Pero es por el alcohol, ella realmente no es así.—

Me quedé pensativo por un momento, recordando el beso apasionado y su risa contagiosa.

—Tu hermana es... interesante—, dije finalmente con una sonrisa.

Erick se rió abiertamente ahora:

—Interesante es un eufemismo, Axel. ¿Quieres quedarte a dormir aquí como siempre? Mañana hablamos más sobre... Astrid.—

—Sí, me quedo. Gracias, Erick.—

Erick sonrió y me llevó a la habitación de huéspedes.

—Mañana te contaré todo sobre mi 'interesante' hermana...—

Se rió y cerró la puerta al salir, dejándome solo con mis pensamientos sobre Astrid y ese beso inesperado.