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Tuve Un Hijo Con Un Villano

Tuve Un Hijo Con Un Villano

Status: En proceso
Genre:Romance / Posesivo / Arrogante / Época / Embarazo no planeado / Villana
Popularitas:52.3k
Nilai: 5
nombre de autor: AMZ

Tras una noche en la que Elisabeth se dejó llevar por la pasión de un momento, rindiendose ante la calidez que ahogaba su soledad, nunca imaginó las consecuencia de ello. Tiempo después de que aquel despiadado hombre la hubiera abrazado con tanta pasión para luego irse, Elisabeth se enteró que estaba embarazada.
Pero Elisabeth no se puso mal por ello, al contrario sintió que al fin no estaría completamente sola, y aunque fuera difícil haría lo mejor para criar a su hijo de la mejor manera.
¡No intentes negar que no es mi hijo porque ese niño luce exactamente igual a mi! Ustedes vendrán conmigo, quieras o no Elisabeth.
Elisabeth estaba perpleja, no tenía idea que él hombre con el que se había involucrado era aquel que llamaban "el loco villano de Prusia y Babaria".

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Capitulo 15

Elisabeth se puso de pie lentamente, algo incómoda. Bajó la mirada por un instante, y luego respondió con voz serena, aunque apagada:

—No tenía a dónde más ir.

El médico la observó en silencio, como si intentara descifrar todo lo que sus palabras no decían. Luego, su mirada bajó brevemente hacia Falko, que se acurrucaba a los pies de ella, y al bolso que la joven apretaba contra su pecho.

—¿Significa eso que… piensa pasar la noche aquí?

Elisabeth asintió con suavidad, sin dar más explicaciones.

Un silencio breve se interpuso entre ellos. El médico desvió la mirada, como si algo le incomodara, y luego suspiró pasándose una mano por la cabeza.

—Es peligroso dormir sola en las calles —dijo, esta vez en un tono más suave, casi como un reproche cargado de preocupación—. Incluso si tienes a ese animal junto, para una joven como usted... Las calles nunca serán seguras.

Elisabeth frunció los labios, y aunque quiso mantener la compostura, no pudo evitar que la vergüenza le subiera al rostro. No dijo nada.

—Venga conmigo —dijo entonces el médico.

Ella lo miró, confundida.

—¿Perdón?

—Tenía razón aquella vez. Usted sabía lo que decía sobre las hierbas. Me convenció, aunque no lo admití entonces. Mi paciente está mejor… y si está dispuesta, hay algo que podría ofrecerle. Pero no aquí, no así. Esta no es forma de tratar a alguien que ha demostrado conocimiento y determinación. Así que venga conmigo. No le estoy ofreciendo caridad, sino una oportunidad.

Elisabeth lo observó largamente. Había desconfianza en su mirada, también sorpresa… pero sobre todo, un tenue destello de alivio. Bajó la vista hacia Falko, que ya no gruñía, sino que observaba al médico con curiosidad.

—Está bien —dijo finalmente, con un hilo de voz.

Y así, con el corazón aún tenso pero una nueva esperanza comenzando a despertar en su pecho, Elisabeth recogió su bolso, acarició a Falko y dio un paso hacia lo desconocido, extendiendo su mano hacia el hombre.

—Elisabeth —se presentó con un tono formal. Y Falko— dijo bajando su mirada a hacía su fiel fiera.

Él tomó su mano y la estrechó con firmeza.

—Heinrich Bauer. Un gusto.

No caminaron mucho. Pronto llegaron a una gran puerta blanca, en uno de los principales edificios de ladrillos rojos del pueblo. Heinrich se detuvo y sacó una llave del bolsillo.

—Es aquí —dijo, mientras la insertaba en la cerradura.

Elisabeth había caminado en silencio a su lado, reflexionando. En su interior sabía que debía ser sincera con ese hombre. No quería aceptar su ayuda sin antes advertirle la verdad. Quizá, después de escucharla, él retiraría su oferta. Pero al menos no sentiría que lo había engañado.

—Entremos —indicó Heinrich, girando el picaporte.

Pero Elisabeth no se movió.

Él volteó hacia ella, notando su inmovilidad.

—¿Sucede algo?

La joven levantó la vista. Sus ojos verdes estaban cargados de ansiedad y angustia contenida.

—Estoy embarazada —dijo con un tono firme, aunque trémulo.

El médico quedó en silencio. Elisabeth se apresuró a continuar, anticipando su rechazo:

—No se preocupe, entiendo si no puede ayudarme… Lo siento. Debí decirlo desde un principio, para no hacerle perder su tiempo. Entonces… me retiro. Gracias por todo.

Hizo una leve reverencia, evitando mirarlo directamente, y dio media vuelta. Había dado apenas unos pasos cuando la voz del médico la detuvo:

—¿Y cuál es el problema? ¿Acaso estar embarazada reduce sus conocimientos?

Elisabeth se detuvo, sorprendida. ¿Estaba diciendo que no había inconveniente?

—Señorita, respóndame —insistió Heinrich.

—N-no… —balbuceó ella.

—No la oigo.

Elisabeth se giró hacia él. Esta vez, su voz salió más firme:

—No, señor.

Heinrich abrió la puerta con un gesto tranquilo.

—Entonces entremos.

Una sonrisa suave, casi involuntaria, se dibujó en los labios de Elisabeth. Acarició la cabeza de Falko, que se mantenía pegado a ella, y avanzó.

—Sí… —dijo simplemente, y cruzó el umbral.

El alivio y agradecimiento que sentía era más de lo que podría expresar con palabras.

Elisabeth entro en silencio, con Falko pegado a su pierna y el bolso aún sujeto entre con ambas manos. Heinrich cerró la puerta tras ellos, el leve chasquido de la cerradura resonando en el amplio recibidor de la casa.

El interior era cálido y sobrio, con techos altos, molduras elegantes y un mobiliario de líneas rectas y robustas, propio del estilo neoclásico prusiano. Las paredes, adornadas con retratos antiguos y estanterías repletas de libros médicos, dejaban ver la influencia burguesa en los gustos del anfitrión, orden, funcionalidad, pero también refinamiento. El parqué brillaba tenuemente bajo la luz de una lámpara de aceite, y un leve aroma a cera de abejas y tinta fresca flotaban en el ambiente.

—Puede dejar su bolso ahí —indicó Heinrich, señalando un banco de madera oscura junto a la pared.

Elisabeth obedeció en silencio, aún contenida, como si temiera hacer algo indebido. Falko se sentó a sus pies sin emitir un solo sonido, observando con la misma prudencia que su dueña.

—Acompáñeme —dijo él entonces.

La condujo hacia una sala contigua donde una pequeña mesa redonda, de patas torneadas, descansaba junto a una ventana cubierta por pesadas cortinas azul noche. Dos sillones tapizados en terciopelo oscuro flanqueaban la mesa. Heinrich le indicó uno con un gesto.

—Siéntese, por favor.

Ella lo hizo, aún un poco rígida. Sus dedos jugueteaban nerviosamente con el borde de su falda, pero intentaba mantener la compostura.

Heinrich desapareció por unos minutos y regresó con una bandeja de madera. Sobre ella humeaba una tetera blanca con bordes dorados y dos tazas de porcelana finamente decoradas con motivos florales. Sirvió el té con manos firmes, sin una palabra de más, y luego se sentó frente a ella.

Por un momento no habló. Se limitó a observarla con atención tranquila, como si la estuviera evaluando más allá de su aspecto físico: su forma de sentarse, de sostener la taza, de mirar el contenido sin atreverse a beberlo de inmediato.

—Mañana hablaremos —dijo finalmente, rompiendo el silencio con voz serena—. De la propuesta que tengo para usted. No quiero abrumarla esta noche.

Elisabeth asintió apenas, sin atreverse aún a preguntarle qué implicaba exactamente esa propuesta. El té le templaba los dedos, y el simple gesto de tener algo caliente entre las manos le arrancó un suspiro que no pudo contener.

—Gracias —murmuró.

Él no respondió de inmediato. Solo inclinó levemente la cabeza, como si reconociera su gratitud sin hacer alarde de ella.

Minutos después, cuando ambos terminaron sus tazas, Heinrich se puso de pie.

—Le mostraré su habitación. Venga.

La condujo por un pasillo alfombrado en tonos ocres hasta una pequeña puerta al fondo. Al abrirla, reveló una habitación sencilla pero acogedora: una cama individual con sábanas limpias, una cómoda de madera clara, un pequeño escritorio junto a la ventana y una lámpara de aceite sobre la mesita de noche.

—Puede quedarse aquí el tiempo que lo necesite —dijo, deteniéndose en el umbral—. Si necesita algo, mi habitación está justo al otro lado del pasillo.

Elisabeth cruzó la entrada lentamente, como si aún no creyera del todo en esa muestra de hospitalidad.

—Gracias, señor Bauer.

—Descanse, señorita Elisabeth.

1
rosangela melendez montes
santo Dios que la mate de una vez y a ese Keiser o Kaiser da igual son puros tipos enfermos por eso el pobre tiene tanta cólera quien va a querer casarse con una enferma mental solo otro loco... por Dios y lo que falta por Dietrich descubrir cómo transformó la mansión jajajaja el estúpido trabajo y esfuerzo de esa princesita será en vano y el retrato jajajaja según el con mirada amorosa a ella pero ni en sus más locos sueños el la vera así pedazo de estupida
Laura Aguado
madre mía 😱😱😱😱😱
Nena
Bruja loca miserable y obsesionada, pero si tú y tu tío son locos, más loco va a ser Dietrich,....estos se están buscando su propia muerte al querer acorralar a la bestia
Yoba OG
pues se viene una guerra de Titanes, el Kaiser esta apretando mucho la soga y terminara teniendo un golpe de estado
Elilu 🇲🇽
que loca como maltrata a sus sirvientes osea de balde tanto trapo fino que se pone encima, quieren que la traten con mimos y principalmente su tío pues verás de lo que está hecho un hombre cuando ama hasta el puesto le va a costar a tu tío.
Vianey Rivas
pinche vieja loca 🤬
Mitsuki G
En verdad Frank debió dejar que la mate si está bien no enfrente de Elizabeth como Derrick pero matarla en lo que estaba ahí total si ese Kaiser solo para tenerlo encadenado a esa loca espero que ya no se deje si quiere presionarlo piense en acabarlo mandarle la cabeza de esa Amelia por lo menos le dejo claro a Elizabeth que él no tiene nada con ella es un compromiso obligatorio por una obsesión que piense en acabarla para proteger a su familia ya que esa va de chillona para lo mas seguro ordenar que mate a Elizabeth como a su hijo
ミ★ 𝘔𝘰𝘳𝘰𝘤𝘩𝘢-𝘤𝘩𝘢𝘯★彡
mi no entender very much.
no entiendo este párrafo, se lamenta por su situación aún sabiendo que la chica no le debe nada y piensa que está mendigando su atencion? o se lamenta por qué ella se fue y lo dejo?
Yoba OG
Elizabeth es pasada de buena y correcta, si sigue asi, la sociedad se la va a comer y con ella a su hijo
Yoba OG
miércoles!!! se armó 🤯 que detalle al narrar esta escena, muchas gracias
Alma Delia Morales
Esa princesa no tiene ni un gramo de vergüenza, orgullo ni nada
🔥🩷
Elizabeth tiene que tener un chin de amor propio por que si no van hacen los que quieran con ella
Elilu 🇲🇽
que onda con Frank protege a su amo o protege a la princesa ? nosé porque lo veo sospechoso desde que Amelia se tomaba atribuciones de castigar a las disque amantes de Dietrich hasta entrar como Juan por su casa.
Julissa Prensa moreno
maldita!!
Mitsuki G
O que mala suerte este Frank arruinó que quitarán a esa mala mujer del camino quien no dudará en querer dañar a su hijo como a Elizabeth y está Elizabeth está siendo ingenua se nota a lengua que este Dietrich no la quiere y no la está usando espero que Dietrich le dejé claro que esa desde que lo vió hizo que su pariente el rey se lo comprara pero que él tenía un acuerdo que rompió por meterla en su hogar que le haga ver qué esa princesa es una mimada que usa su poder para tenerlo a su merced pero nunca han sido nada solo el gusto de una enferma y que ella no se sienta mal por una ambiciosa que usa su poder para amarrar a un hombre que no es la otra ya que nunca hubo nada
bruja de la imaginación 👿😇
por favor q le diga todo y no se calle su relacion no está bien para malentendidos como estos mejor q le expliqué todo .
Anonymous
Massssss!!!!!
Zulia Orozco Andrade
ups. creo q va a correr sangre 😧
y no va a ser de Elizabeth.
FairyTessa
hay viene lo bueno
Stefani Merino olguin
oooh autora como me dejas como me dejas con la intriga, necesito desesperadamente más capítulos /Plusone//Plusone//Plusone//Pray//Pray//Pray/
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