Encerrada por un destino, libertad por un amor... que ya era suyo.
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Capitulo 5
Ella era tan linda, que la verdad quería seguir platicando, pero eso no podía ser, antes que nada, tenía que pensar en su bien, tenía que alejarme, antes de meterla en problemas; tuve que resignarme, que, aunque yo deseaba tener una amiga eso nunca iba a pasar y en ese momento con mi voz decaída le digo.
— ¡Lucy! muchas gracias por tus palabras, pero no te puedo involucrar, él es un hombre muy poderoso no quisiera que te haga daño por mi culpa.
Me iba a levantar para salir de ahí y poder ver todo lo que pudiera antes que llegaran por mí, pero apenas lo había pensado cuando siento como ella toma mi mano para detenerme y con una voz tranquila me dice.
— ¡Kaia! no te vayas, déjame ayudarte.
Después de decir eso ella me jalo del brazo, salimos de la cafetería, caminamos por un largo rato, me condujo por el metro de la ciudad pasaran barias paradas, bajamos esperamos otro subimos y así estuvimos por un par de horas, después me condujo a unos baños públicos, al entrar me dijo.
— Espérame aquí, por favor no te vayas tardare unos 30 minutos.
Después de decir eso sin esperar una respuesta solo la miro salir, después de un buen rato me empecé a desesperar, sentía que no regresaría; tome mi pequeña maleta decidida a regresar a mi plan de conocer tanto como pudiera.
Estaba por salir del baño cuando la miro entrar, me entrega un cambio de ropa para que me cambie, entro al baño tomo la primera prenda era una falda tan corta y chica, indecisa me la pongo, al tenerla puesta fue muy incómodo era muy corto apenas si tapaba mi ropa interior, pegada a mi cuerpo, cuando miro la otra prenda era una blusa strapless, al ponérmela era tan incómodo apenas si tapaba mi pecho.
Cuando me observe solo con eso puesto fue lo más incómodo de mi vida mi abdomen totalmente descubierto, mis piernas estaban a la vista de todos, prácticamente podía ver todo mi cuerpo de no ser por esas dos mini prendas; tome la pequeña maleta en mis manos y la abrase por enfrente tratando de cubrirme un poco, me sentía tan insegura, avergonzada.
Cuando me mira la escucho que me dice con su voz dulce.
— Te miras hermosa, ven te falta algo y después vendrás conmigo a casa.
La miro como recoge mi larga cabellera y pone una peluca de color morada, al verme al espejo no parecía yo, me miraba tan diferente como si fuera otra persona.
Ella me entrega unos zapatos de suelo para que me los ponga y después la miro que entra al baño, cuando sale traía puesto lo mismo que yo, miro que se pone una peluca del mismo color.
Una vez que estuvimos listas me saco del baño y volvimos al metro tomamos uno, después de varias horas salimos ya era de noche, yo solo la seguía me sentía tan emocionada por todo lo que estábamos haciendo, subimos a un camión urbano fue tan divertido, los lugares que miraba mientras la seguían eran tan lindos me sentía libre.
Cuando bajamos caminamos un buen rato hasta que llegamos a su casa, por fuera se miraba pequeña pero linda, al entrar miro una pequeña sala, aun lado el comedor y la cocina, se miraba todo junto pero acogedor, había tres puertas chicas; el lugar era lindo muy acogedor, la emoción que me hacía sentir era inexplicables.
Miro como una de las puertas se abre y sale una joven que se sorprende al vernos, la escucho que dice.
— ¡Buenas noches! Lucy ¿Quién es la joven?
Lucy se acerca a ella y no alcanzo a escuchar lo que le dice, después ella me dice.
— ¡Kaia! Me puedes esperar un poco ya regreso.
Las dos se meten por la misma puerta que salió la joven, sigo observando el pequeño lugar, era tan agradable pensar en tener un lugar así para mi seria hermoso; estaba mirando todo el lugar cuando la puerta por donde entramos se abre, miro entrar a una joven muy guapa, su cabello era corto de color rubio, era de piel güera, aunque su maquillaje era algo llamativo sus labios rojos, sus ojos eran verdes y sus sombras eran entre azules y rojas, traía puesto un vestido corto y strapless, se miraba tan sensual; escucho cuando me dice.
—¿Tú quién eres?
Con voz insegura le contesto.
— Vengo con la señorita Lucy.
La mujer me mira de arriba abajo, sentía su mirada algo incomoda, ella no me causaba confianza.
Sin decirme nada fue directo a la puerta donde se habían metido Lucy y la otra mujer, entra en ella; suponía que estarían hablando de lo que le dije, tal vez tenía que irme para no meter en problemas a Lucy, solo esperaría a que salieran para poder despedirme.
Me senté en el sofá era un poco duro, pero me agrado, fue tanto el rato que duraron que sin querer me quede dormida esperando a que salieran.
No sé cuánto dormir, pero muy a lo lejos empecé a escuchar la voz de Lucy, haciendo que despertara al abrir los ojos miro su rostro cerca, la escucho que me dice.
— ¡Kaia! Despierta deja te presento.
Me señala a la rubia y me dice.
— Ella es Mara.
Yo estiro la mano para saludarla, ella apenas si roso mi mano se miraba molesta, luego Lucy me dijo.
— Ella es Paola la más grande de las tres.
Yo le ofrecí mi mano para saludarla, cuando siento sus brazos rodeando mi cuerpo para darme un gran abrazo la escucho que me dice.
— Ya Lucy nos explicó todo y estamos de acuerdo con ella.
Nosotros te vamos a ayudar en todo, te vas a quedar aquí con nosotras; te quedaras en el cuarto junto con Lucy, ya después veremos qué pasa y como iremos tomando las decisiones.
Las palabras de Paola y su abrazo los sentí tan tiernos, hasta Lucy se unió a nosotras.
Fue tan lindo, que la verdad no quería que terminara, ella me hacía sentir segura, feliz de poder estar ahí con ellas, pero Mara no se acercó a nosotras, en ningún momento mostro que estuviera contenta con mi llegada, no puedo negar que eso me hizo sentir algo mal, hasta por un momento pensé en que tenía que irme, pero ese abrazo esa calor que ellas dos me daban era tan acogedor, que no quería renunciar a ello.