Alexander Sullivan nunca deja que las emociones nublen su juicio. Todo en su vida es medido y calculado… hasta que llega Valentina Reyes, su nueva asistente, quien, con su torpeza y su encanto natural, pone a prueba su paciencia y despierta en él un deseo que no puede ignorar.
Valentina necesita este trabajo para ayudar a su familia, pero su jefe es el hombre más intimidante y exigente que ha conocido. A pesar de eso, no puede evitar sentirse atraída por él. Lo que comienza como una relación estrictamente profesional se convierte en algo mucho más peligroso cuando la tensión entre ellos se desborda.
¿Podrá Valentina derretir el corazón de Alexander?
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Capítulo 17
Valen estaba en el baño de su jefe, se había quitado la camisa y trataba de apaciguar el fuego en sus pechos.
-Maldito Nicholas, ¿Cómo no me vio?- decía en voz alta.
Mientras fuera de esa oficina un Alex cansado y enojado caminaba a su refugio cuando vio a su hermano parado en la puerta con una chaqueta y ¿Un pomo de crema?
-¿Qué haces acá?- dijo casi gruñendo.
-Ten vas a necesitar esto- dijo Nick dejándolo en sus manos- no me lo agradezcas.
Y así sin más se alejó dejándolo curioso.
Cuando entro sentía la canilla del baño abierta y una voz baja maldecir. Cuando se acercó no podía creer lo que veía. Su secretaria en falda y sujetador tirando agua por sus pechos.
-Maldito Sullivan- gemía.
-Reyes- dijo sin más.
Ella se enderezó y casi se resbala.
-Oh dios, esto no es- decía saliendo del baño casi corriendo- no es lo que cree, su hermano me derramo café y el baño de empleados está clausurado, y me arde mucho necesitaba calmar el calor.
-Reyes- dijo cortándola- ¿Dónde?
-¿Dónde que?
-Donde le arde
Oh mierda no, pensó ella y empezó a caminar hacia la salida, pero se dio cuenta de que estaba casi desnuda. Aunque no hizo falta que dudara, Alex la tomo por la cintura pegándola a su pecho.
-¿Dónde arde?- susurro en su oído.
-Mis pechos.
El retrocedió y cayó sentado en el sillón más cercano con ella en su regazo. Valen se movió inquieta y fue un jodido error, sintió lo que se escondía en los pantalones de su jefe todo este tiempo.
Mientras Alex destapo la crema y se puso en sus dedos. Cuando ella sintió esos dedos en las curvas de sus senos volvió a la realidad.
-¿Qué haces?- susurro algo tímida.
-Cuidar de ti, no queremos ampollas ¿o si?- el seguía pasando sus dedos por sus pechos.
-Alex- susurro con un gemido y movió su trasero contra la entrepierna de él.
-Reyes, quieta- fue casi una súplica- ¿Dónde más duele?- y ella señaló la parte baja de su pecho que estaba cubierta por el encaje del corpiño- Maldita sea.
No sé que fue lo que le paso en la cabeza de Valen, pero sin dudarlo tiro hacia abajo las tiras de su corpiño dejando al descubierto sus pechos.
Alex trataba de mantener el control, pero cuando paso sus dedos por los pezones de valen se pudo duro como una piedra y Valen lo sintió. Sin más ella empezó a restregar su trasero contra él y suelto un pequeño gemido.
Parece que a Alex se le apoderó el diablo, ya que empezó a besar su cuello y seguía tocando las tetas de Valen. Ella sin más se giró sobre él y lo beso, un beso feroz, sin reparo. Abrió la camisa de él y deslizo sus manos por su pecho.
-Reyes, debemos parar- pidió él casi suplicando.
-¿Parar? Vamos a parar cuando yo diga jefe. No me provocas y me dejas caliente sin más.
Y así ella volvió a besarlo mientras lo montaba a través de la ropa haciendo que el roce los llevara a los dos al tan preciado orgasmo.
Después de beso, toqueteos y más besos, ambos explotaron, la cabeza de Valen por un segundo cayó en el hombro de él, pero sabía que no podía dejarlo pensá así que rápidamente salto de su regazo, se acomodó la ropa y el cabello, tomo el saco y se lo puso.
-Gracias jefe. Ah esto fue un adelanto de todo lo que se pierde por ser un témpano de hielo- le guiño un ojo y salió sin más.
Una vez fuera de la oficina le temblaba todo el cuerpo, como habia sido capaz de actuar asi. Ahora si la iban a hechar.
Lo que acaban de hacer era un punto de inflexion y ella lo sabia. No importaba cuánto Alex intentara reconstruir el muro que llevaba años perfeccionando, todo habia cambiado.
Y mientras ella fingía leer los informes en su escritorio, no podía evitar preguntarse cuando iba a salir y que iba a decirle.
Alex no podia para de pensar en lo que habia pasado. Se había quedado en su oficina, caminando de un lado al otro, con la mente atrapada en un bucle de imágenes, sensaciones y una sola persona REYES.
Cada gesto torpe, cada sonrisa nerviosa, cada palabra que decía sin filtro cuando estaba inquieta, lo sacaban de su eje. Era un caos con pies. Y, por razones que se negaba a aceptar, había encontrado orden en ese caos.
Pero el deseo no era el problema. El problema era lo que venía después.
Alexander había construido su vida en base al control, la estructura y el distanciamiento emocional. Había aprendido por las malas que confiar en alguien era abrir la puerta al dolor. Y él no podía permitirse debilidades. Y, sin embargo, estaba cayendo, rápido, profundo y peligrosamente, eso le quedo claro después de lo que hicieron en esa oficina.
Durante todo el día ninguno de los dos se buscó, y, por un lado, Valen estaba aliviada no sabía como mirar a la cara a su jefe. Si la euforia paso y ahora de moria de vergüenza.
Cuando se hizo la hora Valen tomo su cartera y camino hacia el ascensor, antes que las puertas se cerraran una mano lo apareció y se volvieron a abrir, era el Alexander Sullivan.
El silencio era incómodo hasta que él hablo.
-¿En qué se va a casa?
-Transporte público- dijo ella sin mirarlo.
-De ninguna manera- dijo él y cuando el ascensor llego a la planta baja no la dejo descender.
-¿Qué hace?- murmuro ella.
-Llevarla a casa- dijo sin más.
Las puertas se abrieron y el camino hacia su auto, Valen no sabía que hacer, pero sabía que no tenía otra opción y lo siguió para subir al asiento del acompañante.
El viaje fue tan incómodo como en el ascensor.
-Mi casa esta- dijo ella pero él la interrumpió.
-Sé donde está.
-¿Cómo?- susurro ella- a claro el legajo.
-No Reyes, debería rebuscar en su memoria, tal vez así deje de llamarme Ogro.
Valen se quedó en shock como sabía eso él, como sabía su dirección.
-El alcohol no es su mejor compañero - le aclaro él.
Siguieron en silencio hasta parar en la puerta de su casa.
-Eh gracias- dijo ella.
-No vamos a hablar- dijo él.
-¿Ahora si quiere hablar?
-Honestamente en este momento no es precisamente eso lo que quiero hacer.
Y sin más se abalanzó a la boca de Valen. El beso era feroz como hoy más temprano, las manos de ambos viajaban por todas partes. Valen no sabe como de repente quedo en el regazo de Alex meciéndose como la más expertas de las mujeres. Todo era perfecto hasta que un golpe en la ventanilla los saco de la burbuja.
Valen se bajó de su regazo y Alex bajo la ventanilla, frente a ellos estaba un oficial de policía.
-Señor sabe que es ilegal lo que hacían ¿No?- dijo el policía.
-Lo sentimos oficial, nos dejamos llevar.
-Voy a tener que labrar una multa- dice seco.
-No por favor- pide Alex- eso podría ponernos en una situación incómoda- el oficial le da una mirada pícara.
-Oh joder no- grita Valen- no soy la amante, bueno tal vez si, no sé lo que soy.
-Reyes- dice en tono de reto Alex.
-Que no soy la amante, él no tiene esposa, ni novia. Yo soy su empleada- el oficial le da una mirada intrigante y ella máquina- oh no esa clase de empleada, vamos que no hay nada malo con las prostitutas, pero no soy una de esas... si me paga, pero no por eso, va en realidad todavía no recibió mi sueldo- y de pronto se calla mirando hacia un auto.
-Reyes- dice Alex y el oficial se gira para saludar.
-Mierda no- murmura Valen y se tira sobre el regazo de Alex.
-¿Qué estás haciendo?
Valen gira la cabeza y su boca queda pegada a la dureza de Alex.
-Reyes muévete, esto está viéndose mal- susurra.
-Teniente Reyes- dice el oficial y todo empieza a cuadrar.
-¿Qué hace frente a la casa de mi hermana?- y cuando mira hacia dentro del auto su cara se transforma- Valentina Reyes ¿Qué haces con tu cara en la verga de este tipo?