Yandy encuentra a su esposo, después de más de veinte años casados en un encuentro amoroso con su secretaria.
NovelToon tiene autorización de Lilian Ortega para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Tristeza
El amor de Maciel no estaba del todo destruido, simplemente tenía que reubicarse, poner en su sitio todos esos sentimientos que guardaba en su pecho para no autodestruirse. Empezó por no guardar rencores por aquellos que la habían destruido, que habían jugado con su destino y que la habían transformado de alguna manera en alguien más valiente con golpes muy fuertes.
Diego no estaba conforme con los últimos sucesos, mando a uno de sus hombres para qué cuidará de Maciel, sin que ella se diera cuenta, mientras encontraría una solución para recuperarla.
Maciel con el dinero que recuperó compro una pequeña casa en el centro de la ciudad, toco su pequeño vientre," Hay cosas que no se pueden borrar, mi amor, pero te prometo que haré lo posible para darte una hermosa familia", le dijo a su pequeño hijo.
Paso los dos días y Maciel llamo a su hijo, tal como se lo había dicho. Ezequiel salía de una clase cuando escucho el teléfono sonar, al ver que era su madre contesto de inmediato.
—¡Mamá!
—Hola hijo, quiero que vayas al departamento y recojas todas tus cosas y vengas a nuestro nuevo hogar.
—¿Mamá, que hiciste?
—Te contaré todo cuando estés en casa.
—Diego estuvo mandando mensajes, pero no le conteste.
—Luego hablaré con él.
—Está bien mamá.
—Ahora te mando la ubicación, cuando estés listo me avisas, así te mando un auto.
—Dale ma...
Maciel recorrió por toda la casa, era una casa lujosa, con un gran jardín, no le había costado encontrar su nuevo hogar, ya que muchas veces había pasado por ella cuando volvía del trabajo. Siempre se preguntaba quien viviría en él, puesto que había pasado mucho tiempo con el letrero en venta.
Maciel intentaba odiar a su esposo, habían pasado años juntos, despertaban acompañados cada mañana, los últimos meses fueron amargos. Lloró en su soledad, recordando cada momento feliz que había vivido, aunque ya nada significaba para Henry, ella sentía la ausencia, su duelo no había terminado. Diego había sido un puente corto que la confundió un más.
El timbre de la casa sonó, interrumpiendo su tristeza, se levantó de la silla cómoda, secando sus lágrimas que recorrían por sus mejillas y se dirigió a la puerta.
Su hijo aguardaba afuera, cuando abrió la puerta Ezequiel vio los ojos hinchados y tristes de su madre, la cubrió entré sus brazos, conteniéndola. Maciel no podía ocultar más sus lágrimas, lloró en el pecho de su hijo, él era su único consuelo en ese momento.
Las apariencias en algún momento se sacan las máscaras y muestran su debilidad, Maciel se había esforzado en verse fuerte, pero no podía ocultar más su dolor.
—¡Todo estará bien mamá, no te pongas mal!— dice Ezequiel a su madre para tranquilizarla.
—Si mi amor, todo estará bien. Vamos adentro— responde Maciel ya más calmada.
—Es linda la casa mamá.
—Me hubiese gustado algo más grande, pero por ahora es suficiente para nosotros.
—¿Diego te ayudo a comprarla?
—No.
—¿Qué pasó mamá?
—Deja que me siente primero.
Maciel se sentó en el sofá con mucha cautela, de repente su cuerpo empezó a sentir dolor, no entendía de donde provenía el mal estar, pensó que era el estrés y la recarga emocional.
—¿Te volvió a escribir Diego?— ella preguntó a Ezequiel.
—Sí, hace un instante. Me dijo que te cuidará, y que si pasaba algo le avisara.
—Debe estar preocupado por el bebé.
—Ese hombre esta enamorado, mamá. ¿No sientes nada por él?
—No sé, pasaron tantas cosas hijo, que no tengo cabeza para pensar en eso.
—Papá también me llamó varias veces, pero no le conteste.
—Henry destrozo nuestras vidas. ¿Pero dime como estas vos hijo?, no tuvimos tiempo para hablar.
—También estoy muy dolido, mamá. Mi padre no es mi padre y mi verdadero padre pareció de la nada y ahora tendré un hermano pequeño. Paso todo tan rápido.
—Es verdad hijo.
—Pero no sientas mal mamá, nada es tu culpa. El destino se interpuso en nuestro camino y solo toca seguir. Cualquier decisión que tomes, la voy a respetar.
—Mi chiquito, ya creciste, ya actúas con más madurez y eso me pone feliz. Voy a volver a trabajar y quiero que termines la facultad, por ningún motivo se te ocurra dejarlo. ¿Escuchaste?
—Claro mamá, a pesar de todo tenemos que continuar con nuestras vidas.
—No podremos salir de la vida de Henry y Diego por completo, buscarán la forma de contactarnos, así que hablaré con Diego y llegaré a un acuerdo, después de todo es tu padre y es el padre de tu hermano, no me dejará en paz.
—Diego no es tan malo, mamá. Si él es mi padre verdadero me gustaría tratarlo, conocerlo.
—Como vos digas hijo, no tengo ninguno objeción.
—Ahora cuéntame como conseguiste la casa. Tenía entendido que papá nos quitó todo.
—Es una larga historia hijo, pero tienes derecho a saber la verdad.
—Cuéntame mamá.
—Cuando conocí a tu padre, es decir a Henry. Él tenía traumas, por las noches tenía pesadillas y en algunas ocasiones se hacía pis en la cama. Estaba tan enamorada de tu padre que no podía soportar verlo sufrir. Busque ayuda, le lleve a varios psicólogos hasta que me di cuenta de que las pesadillas venían por parte de su madre. Henry no podía ver a su madre porque sufría episodios incontrolables, empezaba a ponerse como loco, tiraba las cosas y se golpeaba así mismo.
—Eso no lo sabía mamá.
—Vos nunca lo viste perder el control, porque hasta ese entonces hice un trato con madre. Le prohibí acercarse a nosotros a cambio de dinero.
—¿Ella te pidió el dinero?
—Así es, en realidad esa señora siempre fue mala y ambiciosa, todos estos años vivió a costa de mí trabajó, nunca deje de darle dinero porque vi que la vida de tu padre había mejorado mucho y eso me hacía feliz, el dinero no importaba si tu padre estaba bien. Pero ahora le quite todo.
—¿Cómo?
—Hice un trato con la señora.
—¿Qué trato?
—Esa señora siempre me dijo que tu padre era un maldito miserable que no servía para nada. Pero yo siempre la contradecía, porque creía que tu padre se merecía mi amor. Entonces ella me dijo que yo era vieja para su hijo, que se cansaría de mí y que buscaría una mujer más joven que yo. En ese entonces no le cría nada en lo que me decía.
El trato consistía en que yo le depositaría dinero mensualmente en dos cuentas separadas durante 15 años. Una cuenta sería de libre disposición, mientras que la otra permanecería congelada hasta el final del plazo. La condición era clara: si tu padre no me sería infiel durante esos 15 años, ella se quedaría con el dinero de ambas cuentas. Sin embargo, si tu padre me engañaba, el dinero de la cuenta congelada sería para mí.