🔞⚠️ ADVERTENCIA: ES UNA HISTORIA CON CAPITULOS SENSIBLES ⚠️ PARA +18
Edward Safra lo tenía todo: belleza, dinero, poder y un escándalo familiar que casi lo destruye. Ahora dirige su propia empresa y jura no repetir los errores de su padre. Hasta que dos mujeres llegan para ponerlo de rodillas.
Estrella Portugal, sofisticada y prohibida, le enseña lo que es el deseo sin límites. Marcela Molina, audaz y curiosa, lo despierta con una dulzura peligrosa.
Entre encuentros secretos, miradas que queman y una tensión que no da tregua, deberá decidir si ¿someterse a la pasión que lo consume o dejarse llevar por la que podría destruirlo o reconstruirlo?
Una novela cargada de sensualidad, secretos, traiciones y encuentros que nadie debería confesar.
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23. El infierno tenía nombre de mujer
Estrella está revisando unos documentos en su oficina, cuando su asistente le avisa, que ha llegado Ernesto Ferreira. Una mueca incómoda se le forma en el rostro, lamentablemente es el representante de un importante socio, y tiene que lidiar con él, hasta que se termine el cierre del contrato.
Después de un saludo frío, lo invita a sentarse y escucha los reportes de venta, y la felicitación por haber superado el impasse en Lisboa.
- "¿Algo más señor Ferreira?", cuestionó Estrella, esperando terminar de una vez las gestiones.
- "Siempre tan distante, como si no hubiéramos compartido madrugadas...", respondió él, saboreando cada palabra. Me comentaron que estuviste paseando con Gustavo últimamente. ¿Será que firmarán con su agencia para los mercados emergentes?", cuestionó Ernesto.
- "Si decido firmar con Gustavo, será porque me ofrece lo que tú jamás podrías", declaró Estrella. "Profesionalmente, por supuesto".
- "Sé que los esposos de tus sobrinos también están involucrados en la publicidad; aun así no contratas con ellos por la política de no involucrar a los familiares directos. Sabes que mi empresa, es mucho mejor que cualquiera en el medio, y que sabemos manejar los escándalos y tú pareces involucrarte en uno pronto", manifestó Ernesto, poniendo unas fotografías sobre el escritorio.
Estrella miró con atención, son fotos panorámicas de sus visitas al departamento donde vivía Edward en Nueva York, algunos paseos privados, y aunque no son del todo comprometedoras, sabe perfectamente que podrían haber algunas con más detalle, levanta el rostro y luego mira directamente a Ernesto.
- "Vaya, Estrella. Nadie dice que divertirse sea malo. La juventud inspira, ¿no? Pero el hijastro de tu exesposo ¿de verdad? Él es la nueva joya del entorno empresarial, o al menos en eso se convertirá cuando todos se enteren. Y tú, bueno, tú sabes lo frágil que puede ser una reputación en este mundo", afirmó Ernesto con una expresión confiada.
Ella se reclinó con elegancia, cruzando una pierna sobre la otra. Su mirada se volvió la de una cazadora que ya ha rodeado a su presa.
- "¿Y tu mejor carta de negociación es pretender chantajearme?, se te olvida quien soy, en verdad quieres sujetar la granada que te hará volar en pedazos", aseveró Estrella con la frialdad de quien ha cazado tigres.
- "Te conozco Estrella, no importa quien sea, a ti solo te importa que sea el mejor; puedes jugar como gatito con la lana, pero te gusta protegerte como pantera. Si estalla el escándalo de qué lado se pondrá Gustavo, el tuyo o el de su mujer. Él jamás te entendió y ese niño tampoco lo hará, eres muy parecida a mí aunque lo niegues, soy la mejor opción entre ellos, podría enseñarte lo que con ellos jamás has aprendido, soy el hombre para ti", expresó Ernesto con arrogancia.
- "Deberías tener cuidado con la palabra mejor, no hay punto de comparación entre ellos y tú; ellos están en un nivel superlativo y tú no pasas de cucaracha que voy a aplastar con mis tacones", dijo Estrella con una sonrisa autosuficiente. "Tú solo eres un error que ni quiero recordar, mi mayor perdida de tiempo, para satisfacer a una mujer como yo, se necesita un hombre de verdad y tú distas mucho de serlo, te falta tamaño en todo, lo único que tiene de grande es el ego. Le acabas de costar a Igor Usmanov, un contrato millonario. Y como sé cómo trabajas, nada más un cabello que toques de Edward Safra y te voy a quemar vivo, y si pretendes arruinar la reputación comercial de Gustavo Romero, te aseguro que hasta los huesos de tus tatarabuelos los saco de la tumba y te los hago comer antes que mueras viendo como sufren hasta el último de tus descendientes; soy Estrella Portugal, ¿acaso crees que forje mi imperio por ser una princesa? ¡Boris!
- "Señora…", la voz de Boris, su guardaespaldas, retumbó al abrir la puerta.
Ernesto pareció encogerse en su asiento. Ella no necesitó decir más. Él había entrado como un hombre con poder y salía como una sombra con miedo. Lo había intuido, pero se confío demasiado; el infierno tenía nombre de mujer, y acababa de mirarlo a los ojos.
Su impulso juvenil lo impulsó a llevar a Estrella a una encrucijada, y cuándo ella decidió entrar en esa incertidumbre, él resulta que ahora ya no..
Me encanta ese poderío
Que excelente trabajo 👍🏻
Que verdades tan cargadas de realismo y sinceridad les fueron dadas a Edward, quizás para contextualizar la relación