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EL ITALINO Y SU ESPOSA RUSA

EL ITALINO Y SU ESPOSA RUSA

Status: En proceso
Genre:Arrogante / Mafia / Embarazada fugitiva / Malentendidos / Amor-odio / Matrimonio entre clanes
Popularitas:5.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Genesis YEPES

Una esposa atrapada en un matrimonio con uno de los mafiosos
más temidos de Italia.
Un secreto prohibido que podría desencadenar una guerra.
Fernanda Ferrer ha sobrevivido a traiciones, intentos de fuga y castigos.
Pero su espíritu no ha sido roto… aún. En un mundo donde el amor se mezcla con la crueldad, y la lealtad con el miedo, escapar no es solo una opción:
es una sentencia de muerte.

¿Hasta dónde está dispuesta a llegar por su libertad?

La historia de Fernanda es fuego, deseo y venganza.

Bienvenidos al infierno… donde la reina aún no ha caído.

NovelToon tiene autorización de Genesis YEPES para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

PARA ENTENDER POR ENDER TIENEN QUE SABER MI HISTORIA

𝔉⟦FERNANDA ⟧𝔉 

Para entenderme tiene por ender saber mi historia.

mis padres y mi casamiento con Nicolaok Bianchini.

FERNANDA FERRER 

Hija de Franco Ferrer y Aleksandra Romanov.

Nací en una cuna de poder, pero no de paz.

Italia fue el escenario de mi infancia, pero mi sangre estaba dividida entre dos mundos:

el italiano, calculador, silencioso, que actuaba en las sombras…

y el ruso, fiero, imponente, capaz de destruir imperios por lealtad o venganza.

Mi padre, Franco Ferrer, fue uno de los hombres más influyentes del sur de Italia.

Inteligente, frío, pero con un extraño calor en los ojos cuando me miraba.

Jamás levantó la voz, pero nadie se atrevía a contradecirlo.

Era el tipo de hombre que podía sentarse a cenar contigo, sonreírte…

y ordenar tu ejecución una hora después si lo traicionabas.

Para mí, era mi héroe. 

Mi seguridad. 

Mi única certeza. 

Mi madre, Aleksandra Romanov, era otra cosa.

Rusa de nacimiento, formada entre hielo y acero.

Era hermosa.

De esas mujeres que no necesitan maquillaje ni

palabras para llenar una habitación.

Tenía una presencia que doblaba voluntades

y una mirada que le arrancaba la verdad a cualquiera.

Ella no fingía. 

No negociaba. 

Te advertía una sola vez 

 y si no obedecías, 

no te daba una segunda oportunidad.

Ambos eran líderes en sus mundos.

Se conocieron en una reunión de negocios entre clanes.

¡Él buscaba una alianza.

Ella no necesitaba aliados, pero aceptó escuchar.

Lo que surgió entre ellos no fue amor de novela.

Fue respeto,

admiración…

Y con el tiempo, una complicidad brutal.

Formaron un imperio.

Uno silencioso, poderoso, que cruzaba fronteras y controlaba

territorios que ni la policía se atrevía a nombrar.

Y luego… llegó la traición.

Yo tenía apenas 10 años cuando ocurrió.

Recuerdo que mi madre me peinaba en el salón principal

con el mismo vestido azul que ahora tengo escondido en una caja vieja.

Me hablaba de Moscú, de los inviernos donde el viento cortaba la piel

de las nieves que ocultaban los cuerpos enemigos.

Reía.

no era de contarme historia de terror pero ese día sí lo hizo.

Esa noche la mataron.

No fue un ajuste de cuentas común.

Fue una ejecución planificada. Usaron a alguien cercano.

Entraron sin disparar una sola bala.

Se la llevaron delante de nosotros y la encontramos al amanecer…

colgada de los brazos en un puente abandonado,

con su anillo de bodas entre los dientes y la palabra “TRAICIÓN” escrita en su espalda con cuchillas.

Mi padre cayó.

No físicamente. Pero algo dentro de él se rompió.

Abandonó las operaciones. Se encerró por días.

Lo escuchábamos gritar solo, romper cosas, insultar en ruso —lengua que jamás usaba—.

Yo me escondía bajo la cama, temblando. Nunca antes lo había visto así.

Tres meses después, reapareció. Más flaco.

Más pálido. Pero con una lista de nombres.

Uno por uno, fue cazándolos.

Nadie sabía cómo, nadie sabía quién lo ayudaba, pero los cuerpos

comenzaron a aparecer.

En ríos, congeladores, cementerios clandestinos.

Con la misma palabra grabada en sus espaldas: “VENGANZA”.

En menos de un año, borró del mapa a todos los responsables de la muerte de mi madre.

Y luego… trató de volver a ser padre.

Pero ya era tarde.

Yo ya no era una niña.

A los 11, sabía reconocer armas por el peso.

Sabía cómo usar una navaja.

Sabía cuándo un hombre miente por miedo. Y lo peor: ya no lloraba.

Viví cuatro años más con él. Me educó personalmente.

Me enseñó a no confiar. A no mostrar debilidad.

A leer los ojos, no las palabras.

Y aunque él creía que me protegía, en realidad solo

me preparaba para el infierno que vendría después.

A los 15 años, lo mataron frente a mí.

Estábamos saliendo de una cena discreta con un contacto de Marsella.

Fue rápido.

Un solo disparo al pecho.

Limpio.

Sin aviso.

Me salpicó la sangre en el rostro.

Vi cómo caía de rodillas, cómo me miraba como me dijo te amo… y luego se desplomaba.

Yo grité.

Por miedo. por dolor y también grité porque entendí en

ese instante que ahora sí estaba sola en el mundo.

La policía vino después, como siempre tarde.

Dijeron que fue un ajuste de cuentas. Nadie investigó nada.

No hubo funeral oficial. Solo una caja cerrada, unos pocos hombres

llorando en silencio y muchas miradas desconfiadas.

Me quedé sin nada.

Sin un hogar.

sin paz.

sin rumbo.

Pero no sin aliados.

En Italia, Franchesco Bianchini

—sí, el hermano menor de mi esposo.

fue uno de los pocos que me tendió la mano cuando todo se vino abajo.

Él y yo habíamos crecido casi juntos, compartimos

tardes de juegos, risas, silencios incómodos y miradas que nunca debieron significar nada.

Siempre fue diferente a Nicolaok. Tenía el mismo

fuego en la sangre, la misma mirada intensa de los Bianchini, pero no era cruel.

No usaba el poder para quebrar, sino para proteger.

Era más humano. Más empático.

Cuando la jaula comenzó a cerrarse a mi alrededor, Franchesco

Me habló de pasaportes, rutas clandestinas, contactos en las costas de Grecia.

Su voz temblaba cuando me decía que me merecía algo mejor.

Pero ya era demasiado tarde.

Los bianchini siempre iba un paso adelante. Siempre.

En Rusia, las cosas eran distintas… pero igual de peligrosas.

Alexander y Dmitry Abramovich, amigos leales de mi madre Aleksandra Romanova,

aparecieron en mi vida como fantasmas del pasado.

Me ofrecieron refugio, protección… y algo que yo nunca supe si estaba lista para aceptar:

el legado Romanov. Querían que asumiera mi nombre real

mi herencia de sangre: Фернанда Александровна Романова (Fernanda Aleksandrovna Romanova).

Hija de la loba del norte, Aleksandra. Heredera de alianzas antiguas, de pactos sellados en sangre.

Pero los Bianchini se adelantaron.

. Me arrancaron de la libertad justo cuando la podía rozar con los dedos.

Y desde entonces, la hija de Aleksandra vive como prisionera del hijo del infierno.

Pero no para siempre.

Nunca para siempre.

FRANCO FERRER

ALEKSANDRA ROMANOV

 

FRANCHESCO BIANCHINI

1
Melody Arianny De león reyes
Hermoso
Lety
Me encanta como narras el comienzo
Claudina Reyes
HERMOSO
Luis Chairiel Reyes
hermoso
GENESIS YEPES
intrigante, emocionantes, fuerza, poder, amor retorcido, en definitiva es una historia encantadora.
Mirta Vega
hola autora empezando a leer tu historia ,primer capítulo interesante gracias por tu imaginación
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