Emma Moretti, una joven de 25 años, italiana, Sin padres y bajo la tutela de un tío mafioso que la ve como moneda de cambio, su única salida es escapar antes de que la venda al mejor postor. Astuta, carismática y con un fuego interno que se niega a apagarse, Emma llega a Nueva York con la esperanza de empezar de nuevo… sin saber que su destino está a punto de cruzarse con el hombre más frio y deseado de la ciudad.
Adrián Blackwood es un magnate implacable. CEO de un emporio multimillonario, frío como el acero y tan hermoso como inaccesible. Acostumbrado a controlar todo lo que lo rodea, su mundo perfectamente calculado comienza a tambalearse cuando una joven no tan desconocida irrumpe en su vida… y en sus pensamientos.
Ella solo quiere esconderse. Él no puede evitar querer protegerla… a su manera.
Mientras el pasado oscuro de Emma la persigue, Adrián moviliza sus conexiones, su poder y sus propios demonios para mantenerla a salvo.
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Capítulo 9
...REGLAS, Y SENTIMIENTOS OCULTOS ...
—¿Separarnos? —la voz de Emma rebotó en las paredes del salón como un disparo.
—¿Estás bromeando? —añadió April, cruzándose de brazos—. Apenas nos reencontramos, ¡y ya nos quieren partir como si fuéramos un jueguito al que ustedes hacen lo que se les da la gana!
Adrián se mantenía de pie frente a ellas, con una postura impecable, las manos entrelazadas a la espalda. A su lado, Ethan observaba en silencio, tan estoico como siempre, aunque su mandíbula estaba tensa.
—No es un castigo —explicó Adrián con calma—. Es estrategia; mientras menos juntas estén, más difícil será para tu tío rastrearlas, estamos lidiando con gente que se mueve en las sombras, Emma; no puedo darte libertad si no garantizo tu seguridad.
Emma lo miró con el ceño fruncido.
—Entonces, ¿qué? ¿A April la encierra tu amigo el robótico de acero inoxidable?, y yo quedo en tu castillo impenetrable.
—¡Hey! —saltó April—. ¡Yo también tengo derecho a decidir no! Y si me vas a tener bajo vigilancia, al menos que tu mayordomo con esteroides —señaló con la cabeza a Ethan— sea un poco más humano. ¡No soy una prisionera!
Ethan entrecerró los ojos, pero no dijo nada. Su cuerpo parecía más rígido, como si cada palabra de la joven le hubiera clavado una espina.
—April… —intervino Adrián con tono conciliador—. Sé que esto es difícil; pero por el momento, es lo más prudente, nadie les está quitando el derecho a verse, solo estamos posponiendo la cercanía unos días, déjenme estabilizar las amenazas y prometo que encontraré la manera de que estén juntas sin arriesgarse.
—Yo no tengo miedo —dijo Emma con la cabeza en alto.
—Tampoco yo —agregó April, con los ojos brillantes de rabia.
Adrián suspiró y caminó hacia la ventana, necesitaba elegir bien sus palabras.
—Y yo tampoco quiero que vivan con miedo, pero si me permiten protegerlas ahora, mañana no tendrán que temerle a nada ni a nadie. Solo les pido tiempo y aunque sea un poco de confianza.
El silencio fue tenso.
Emma, aunque visiblemente molesta, bajó la cabeza por un momento; ella conocía esa voz en Adrián, no era la del magnate inquebrantable, era la de alguien que genuinamente intentaba cuidar lo que valoraba.
—¿Y tú qué opinas? —April giró la mirada como un rayo hacia Ethan.
Él alzó una ceja con frialdad.
—Opino que deberías seguir instrucciones, es lo más sensato.
—¡¿Sensato?! —bufó April—. Lo sensato sería que dejaras de tratarme como si fuera una niña inútil, ¡No lo soy! No necesito que me pongas horarios o me sigas como un robot, o soy parte del mobiliario. - comento April muy ofuscada.
Los ojos Ámbar de Ethan brillaron por un instante con una emoción indescifrable. Apretó los labios y se volvió un poco hacia un lado, como si procesara lo que no quería admitir.
—No soy tu niñera —soltó, cortante—. Estoy aquí porque me lo pidieron, si prefieres otra compañía, habla con Adrián.
April retrocedió un paso, sorprendida por el tono seco.
Ethan se giró y caminó hacia la puerta sin añadir más.
Pero justo antes de salir, Adrián notó algo extraño: el leve temblor en las manos de su amigo, lo conocía demasiado bien, esa rigidez no era frialdad… era contención.
Cuando Ethan cerró la puerta tras de sí, April cruzó los brazos y murmuró:
—Ese tipo… me va a volver loca.
Emma la abrazó por los hombros y sonrió.
—Lo estás volviendo loco tú a él.
—¿Crees? —April miró hacia la puerta, pensativa.
—No sé, pero para tener esa personalidad tan seria y demandante y luego verlo tan desestabilizado es de pensarlo no… y tú lo hiciste hasta tartamudear, hasta canas verdes le estas sacando ja, ja, ja, ja.
—¿Y tú? —preguntó April, dándole un codazo suave—. ¿Qué hay con el señor magnate sexy? ¿Te tiene a ti temblando?
Emma sonrió de lado.
—Tal vez. Pero no se lo voy a decir tan fácil.
Adrián, desde su lugar junto a la ventana, fingió que no escuchaba; pero una pequeña curva se formó en sus labios.
Y así, mientras los corazones se tensaban y las reglas se imponían, algo más profundo comenzaba a germinar: la certeza de que, pese a las diferencias, pese a los peligros… todos estaban empezando a cambiar.
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Otro capítulo mis amores, vamos a ver qué pasará con estás parejitas que se están quemando por dentro pero no demuestran nada.
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