Dos vidas marcadas por cincunstancias dificiles, dos personas que se enfrentan a una realidad triste y dolorosa, marcada por la traicion, la enfermedad y la muerte, sacaran fuerzas de donde no tienen ninguna y renaceran de sus propias cenizas, esta es la historia de Aurelio Martinez y Saray Salazar.
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Cap 3: Princesa de apariencia
En el funeral de la matriarca Salazar fue dejada de lado, nadie determinaba a la pequeña quien lloraba silenciosamente sentada en un rincón.
Su ropa de diseñador estaba lejos de brindarle calidez a su triste y solitario corazón.
Era la princesa Salazar para el mundo entero, pero nadie o mejor dicho pocos sabían su realidad.
Muchas niñas la envidiaban, mientras ella solo deseaba los padres amorosos de estas, que contradictoria era la vida.
La nana Gloria la sostuvo mientras se despedía con gran llanto de su abuela.
Eugenia la miraba con desaprobación avergonzada que su hija diera un espectáculo bochornoso a sus ojos.
Saúl sintió un nudo en su corazón y le pidió a Gloria llevársela.
Era realmente triste verla quebrarse de esa manera.
Cuando se la llevaron todos se comportaron con normalidad como si no fuese un funeral solo Saúl sentía un hueco en su pecho, como si algo le arrancaran.
Aún así se mantuvo tranquilo y acepto los abrazos y condolencias de sus socios y amigos.
Saray le toco vivir sola su duelo, no hubo un lo siento, un sentido pésame, nada, era invisible y eso dolía.
En el colegio las niñas la molestaban, una niña popular impedía que las demás la trataran, Saray estaba acostumbrada a ser invisible y no le daba importancia, pero le dolía y mucho.
Ser tan discreta y saber guardarse sus emociones la hacían ver altiva, engreída y prepotente, pero era todo lo contrario.
Sobresalía en cada clase, destacaba en deportes, pintura, baile, canto y eso generaba celos y envidia.
Nadie se metía físicamente con ella por temor a su familia, para todos era Saray la princesa Salazar, jum la princesa de apariencia.
Su familia pintaban ante la sociedad algo que estaba muy lejos de la realidad.
La tristeza y la soledad eran el pan diario de Saray.
Sus hermanos alternaban entre la universidad, la empresa familiar y sus salidas nocturnas.
En fiestas o reuniones en la mansión se mantenía al margen más por imposición que por gusto.
Su lugar favorito la biblioteca donde pasaba horas sumergida entre libros.
No solo leía historia de amor, aventura, le encantaban los libros de matemáticas y estaba muy interesada en los libros de contabilidad y estadística que su padre tenía en su biblioteca personal.
Saray iba un año más avanzada para su edad por lo que ese era su último de primaria y luego iría a la secundaria o preparatoria.
Estaba más que claro quien sería escogida para el discurso y petición de diplomas, y el solo hecho le llenaba de mucha inquietud, no deseaba pararse en el podio no por pena o por sentirse intimidada ante un grupo grande de personas, pero el saberse sola en su acto promocional le causaba un horrible escalofrío.
Un mes antes del acto fue llamada a la oficina del rector, este le informo de lo que ella más temía, suspiro pesadamente y sin más opción acepto.
Como haría para que su familia asistiera era su mayor interrogante, no podía decirle al rector que les llamara, esa acción podría desencadenar una lluvia de castigos no solo para ella sino para Gloria.
El chofer la llevo esa tarde de regreso a la mansión, la miraba por el espejo con profunda lástima.
Después de meditar e investigar, tenía un plan sólido.
Llamo muy temprano a la empresa, pidió una cita agendada con su padre, su secretaria estaba muy sorprendida por la extraña petición, pero quien era ella para cuestionarla.
Muy temprano se duchó, escogió un lindo traje channel rosa palo, zapatos cerrados blancos y una linda bolsa.
Le pidió a la nana Gloria dar aviso al colegio de su falta y luego pidio al chofer llevarla a la empresa familiar.
Era algo muy loco compartía la mesa con su familia cada noche, pero tenía rotundamente prohibido hablarles, a no ser que alguno le hiciera una pregunta cosa que nunca ocurría.
Al bajarse en la entrada, los empleados dejaron todo lo que hacían solo para mirarla, había sacado la belleza de su madre con la mirada fría y el porte elegante de su padre.
Camino con la frente en alto, no era común para ella ser el centro de atención aun así, no se amilanó ante las miradas curiosas de todos.
Fue conducida por una secretaria quien le sonreía hipócritamente mientras alababa su atuendo.
Saray no respondió.
Al llegar al último piso, fue directo a la secretaria de su padre.
Buenos días tengo una cita con Saúl Salazar en cinco minutos, dijo mirando su reloj.
La secretaria la miro sorprendida, porque no le decía papá, o entraba como lo hacían sus hermanos.
Esa niña era todo un enigma, se sentó cruzando una pierna, puede anunciarme por favor dijo cuando se cumplió la hora exacta.
La secretaria tocó la puerta y le dijo a su jefe que la persona con quien tenía la cita estaba esperando.
Luego la hizo pasar.
Saúl se sorprendió al ver a su hija.
Saray lo saludo con cortesía, luego saco una invitación que ella misma había redactado la noche anterior en la biblioteca.
Saúl miro desconcertado el pequeño sobre.
La letra pulcra en dorado resaltaba.
Para Saúl y Eugenia Salazar, yo Saray Salazar tengo el gusto de invitarles a mi acto de promoción que se efectuara el día xxxxxx en el auditorio xxxxxx a las xxxxxx
En vista que no le pidió tomar asiento Saray permaneció de pie, pensando que mal educado es mi padre.
Seré quien de el discurso y pida los diplomas, estará muchas personas importantes apoyando a sus hijos, incluso ira la prensa, que pensaran de la familia Salazar si no están presente en la promoción de la princesa hizo comillas con los dedos resaltando su tono irónico.
Saúl abría y cerraba la boca incapaz de procesar lo que ocurría.
Solo pudo asentir.
Bien señor Salazar no le quitaré más su valioso tiempo, sé que es un hombre muy ocupado, gracias por recibir y atender al error dijo tan secamente, pero esas palabras le dolían como mil agujas punzando su pecho.
Se giro en sus talones y se marcho sin esperar palabra de su progenitor quien la miraba como si le hubiese crecido una segunda cabeza.
Muchas gracias señorita que tengo un lindo día dicho de forma fría, pero con total cortesía.
Saúl salió después de su shock inicial pero las puertas del ascensor se cerraron antes de poder detenerla.
Saray permaneció tranquila, aunque la secretaria impertinente intentaba entablar conversación con ella.
El chofer abrió la puerta del auto y condujo de regreso a la mansión.
Saúl ingreso a la oficina de su esposa con la tarjeta en la mano.
Eugenia no podía creer la osadía de esa niña malcriada y aunque tenía un punto a su favor tal atrevimiento tendría consecuencias.
Esta vez Saúl se opuso, su hija demostró más valentía que nadie y eso no era motivo de castigo.