Después de una ruptura, Camila encuentra consuelo en un hombre prohibido con el que descubre sensaciones que nunca había sentido, Pero las cosas cambiarán cuando descubra que es casado
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fiesta
—¿Qué fue lo que pasó? —preguntó Violeta, mirandome, y es que yo no podía contener la expresión de enojo en mi rostro.
—Nada, el idiota de Miguel me siguió hasta el baño y Sebastián tuvo que intervenir —respondí, sintiéndome igualmente indignada.
—¿De verdad? ¿Y qué te dijo? Porque ahora ese hombre luce como si estuviera enojado —comentó Violeta, dirigiendo su mirada hacia Sebastián.
—Nada en especial, solo me pidió que me alejara de él y que no hiciera nada vergonzoso. ¡Es un idiota! —exclamé, dejando escapar un suspiro de frustración.
—Bueno, entonces nos mantendremos alejadas de él y nos divertiremos increíblemente —dijo Violeta, sonriendo, y mis labios se curvaron en otra sonrisa a juego.
Continuamos bailando y disfrutando del momento. Yo ya había bebido más de la cuenta, la alegría y el ambiente festivo me habían llevado a perder un poco la noción. A mi lado, Violeta estaba con su novio, sumida en su propia burbuja de felicidad, mientras que yo me movía al ritmo de la música con un hombre realmente atractivo.
La melodía comenzaba a intensificarse y la energía en la pista de baile se hacía palpable. El hombre que tenía enfrente se acercó y, con confianza, colocó sus manos sobre mi cintura. No tenía ninguna intención de que la situación se saliera de control, simplemente estábamos disfrutando del baile y de la cercanía. Estaba tan inmersa en el momento que sentí que el ritmo nos llevaba a un lugar de complicidad.
De repente, levanté la mirada y ahí estaba Sebastián. Lo vi observándome con una expresión oscura, algo que me sorprendió y me inquietó. La mezcla de emociones en aquel instante fue abrumadora: el disfrute del baile se vio interrumpido por la mirada intensa y penetrante de él.
“¿Te gustaría ir a un lugar más tranquilo?” preguntó el chico con el que estaba bailando. Sin embargo, antes de que pudiera responderle, escuché nuevamente la voz masculina de Sebastián que provenía de detrás de mí.
“Camila, ya es hora de que te vayas,” dijo Sebastián, mientras el hombre me soltaba de inmediato, dirigiendo su mirada hacia él. Sebastián, entonces, me tomó del brazo y me guió hacia afuera de la multitud.
Sueltame, no eres mi papá.!_ dije mirándolo.
Por supuesto que no soy tu padre, así que te pido que por favor dejes de comportarte como si fueras una adolescente inmadura. La verdad es que la mayoría de esos chicos solo están interesados en una cosa: tener relaciones sexuales. Y créeme, dada la situación en la que te encuentras, será muy sencillo para ellos aprovecharse de eso. _ dijo Sebastián.
Te comportas como si fueras un anciano; cuántos años tienes, ¿24? Y, sin embargo, actúas como si ya hubieras llegado a los 40. Además, debo decirte que este es el momento para aprovechar, ya que todas las chicas aquí están a punto de perder su virginidad durante estas vacaciones, y no voy a permitir que tú me lo arruines. Dije mientras contemplaba los brazos musculosos de Sebastián y intentaba mantenerme en pie.
Vamos, te llevaré al hotel donde te estás quedando, dijo Sebastián mientras abría la puerta del coche. Con un tono decidido y una sonrisa en su rostro, me invitó a entrar, pues me trataba como una niña chiquita.
¡Basta, Sebastián! exclamé con frustración, justo en el momento en que él cerraba la puerta del automóvil, después de empujarme dentro. Con un gesto involuntario, cerré los ojos, intentando bloquear la situación que me rodeaba y la incomodidad que sentía, apenas y pude decirle donde me estaba quedado, cuando me quedé completamente dormida, pues había bebido demaciado.
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A la mañana siguiente, me desperté sintiendo un fuerte dolor de cabeza que me nublaba un poco la vista. Alrededor de mí, todo parecía confuso; no lograba recordar nada de lo que había pasado la noche anterior. Recordaba que había subido al auto de Sebastián, pero de ahí en adelante, mis memorias eran un completo vacío.
Al fijar la mirada en mi cuerpo, noté que llevaba puesta una camisa que emanaba un aroma agradable, profundo y distintivo, claramente a perfume de hombre. Intrigada, decidí revisar debajo de la camisa y ver si mi ropa interior estaba intacta. Al hacerlo, di un suspiro de alivio al darme cuenta de que sí, todo estaba en su lugar. No había hecho nada indebido, lo que me hizo sonreír, aliviada por esa certeza.
Baje por las escaleras y Vi una de las chicas preparando café y a violeta
Hey, Buenos días, ese hermano tuyo que te trajo anoche estaba guapísimo, dime qué tuviste sexo con el dijo violeta sonriendo mientras tomaba pastillas para el dolor de cabeza.
Basta sabes que no es mi hermano y por qué tendría sexo con el.!_ dije nerviosa.
Estuvieron un buen rato solos en tu habitación, así que creí que tuviste sexo además llevas puesta su camisa, Pero déjame te dijo que Sebastián ahora se ve diferente.!_ dijo violeta.
No para nada yo jamás estaría con Sebastián, el tipo me saco de la fiesta como si fuera mi padre, además a mí no me parece atractivo.!_ dije nerviosa.