Entre Cadenas Y Videojuegos

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Habían pasado tres días desde aquella llamada. Tres días en los que Elías no me escribió ni me buscó. Por primera vez en meses, no aparecieron notificaciones suyas en mi teléfono. Y aunque una parte de mí sentía alivio, otra se sentía vacía. Como si faltara algo. Aún lo extrañaba y aunque me pidió hacer eso aún seguía sintiendo amor por él.

Mariana seguía escribiéndome, atenta, pendiente de cómo me sentía. Mi mamá también me observaba de cerca, como esperando que por fin reaccionara. Pero yo estaba atrapada en una tormenta emocional que no podía explicar. Me preguntaba si así se siente estar en una relación pero a la vez soltera.

La noche del tercer día, estando sola en casa, mi mamá salió a trabajar un turno extra y Mariana se quedó en su casa porque tenía tarea. Encendí la televisión, pero no prestaba atención. Revisé mis redes, sin ganas. Y entonces, el teléfono vibró.

“Perdóname, mi Isabelita. No puedo vivir sin ti.”

Era Elías.

Sentí un vuelco en el pecho.

Lo leí una y otra vez, como si no creyera que había vuelto a escribirme. Dudé en contestar. Pero mis dedos se movieron solos.

-“¿Qué quieres?”

Me llamó al instante. Y como siempre, lo contesté.

Apareció en la pantalla con los ojos un poco rojos, la voz temblorosa, como si realmente hubiera estado mal. No sabía diferenciar si estaba realmente arrepentido o era ese maldito chantaje que yo nunca sabía diferenciar.

—Perdóname, corazón. Me pasé. Me volví loco. Pero fue porque te amo demasiado —susurró.

Yo lo miraba sin saber qué decir. Mi mente se llenaba de palabras, pero mi boca no pronunciaba nada.

—No quiero perderte. No sé qué me pasó. Fui un estúpido. Pero tú eres todo lo que tengo. Te necesito, mi amor. Eres lo más valioso de este mundo para mí, eres mi flor más hermosa de esta tierra y no puedo perderte.

Se me hizo un nudo en la garganta.

— Elías, no puedes pedirme cosas así, yo sólo te amo a ti y jamás lo haría con alguien más.—dije, sin fuerza.

—Lo sé —respondió rápido—. Me arrepiento, te lo juro. No sé qué se me metió. Solo… solo estaba desesperado, con celos, con miedo de perderte, de que te fueras con otro. Quería ver si era una alternativa para que nunca me fueras infiel. Perdóname.

Su voz quebrada me desarmó.

—Yo te amo, corazón. No puedo con esta distancia, no puedo imaginarte con nadie más, no puedo dormir sin saber que eres solo mía. No poder probar esos labios tan suaves que tienes, tocarte, abrazarte y besarte tan delicadamente.

Cerré los ojos. Esa parte débil de mí, la que aún lo extrañaba, la que seguía creyendo que había algo rescatable, me estaba ganando.

—Yo también te amo —susurré.

Su sonrisa apareció de nuevo.

—Entonces no me dejes, corazón. No te alejes. Te lo juro, no te voy a volver a pedir algo así. Solo quiero sentirte mía otra vez… estar contigo como antes. Quiero sentirte mía de nuevo, por favor

Sabía a lo que se refería. Y aún así, no colgué.

—Por favor, mi amor… solo esta noche… prométeme que esta vez es solo para nosotros. Solo tú y yo… como antes… —su tono era casi un susurro, una caricia venenosa.

Las lágrimas me brotaron. Estaba sola, cansada, débil. Con todo encima: la enfermedad, los problemas en casa, la presión de su mamá, el miedo de perderlo. Y ahí estaba él, con esa mezcla de dulzura y manipulación que siempre sabía usar.

Asentí sin hablar.

Su rostro se iluminó.

—Te amo, mi amor. Te juro que esta vez todo será distinto —prometió.

Puse el teléfono sobre el buró, me miré al espejo y me sentí pequeña, rota, invisible. Pero aún así, volví a hacerlo. Volví a desvestirme para él a través de una pantalla. Volví a sonreír fingiendo, volví a dejar que su voz me guiara, volví a callar esa vocecita que me suplicaba que parara.

Comencé quitándome la blusa, desabrochando el b****** dejando mis t**** al descubierto.

-Acaricialas suavemente y si alcanzas besa tus t**** así despacio y lento, ahora baja tus pantalones cortos con movimientos lentos dejando ver tus b******. Menciono Elías.

-¿Quieres ver a alguien que te extraña desde hace días?-pregunto con esa mirada atrevida que tanto me gustaba.

-Si -mencione mientras en mi mente sabía que me iba a mostrar

Era su p**** con una e******* que lo llegaba a ver enorme.

-Mira como nos tienes, así que mis 2 cabezas jamás dejarán de pensar en tí.-Menciono con tono burlón.

Me pidió que buscará un plumón y lo metiera en mi v****** lentamente y conforme pasaba y sentía más calor acelerar los movimientos.

-¿Este está bien?-le pregunté a Elías.

-Si y ahora abre bien esas piernas y mételo en tu v****** ponte saliva y hazlo despacio, mientras yo me m******* y me haces sacar s***** de mi p****.

Ahora acelera más y más rápido hasta que sientas ganas de orinar.

-Más rápido que ya me quiero venir, ¡me vengo!, ¡me vengo!-menciono mientras al mismo tiempo la cámara dejaba ver su p****.

-Me vine, ¿te ha gustado corazón? -pregunto.

-Si-mentí pero extrañamente está vez si me había gustado sentí placer diferente y no como la primera vez.

Terminó la llamada con un “eres mía, solo mía, nunca te vayas”, y colgó.

Me quedé sola, envuelta en silencio, con las lágrimas cayendo sin control. Porque estaba confundida si me había gustado o no y a la vez me sentía mal.

Sentí asco de mí misma. De mi debilidad. De mi incapacidad de decir no. De haber creído en sus lágrimas falsas y sus palabras dulces. De haber vuelto a caer.

Me tapé con la sábana, deseando desaparecer.

Porque en el fondo sabía que mientras siguiera atada a él, este infierno no terminaría.

Y aunque quería escapar, todavía no encontraba el valor para soltar su mano.