MI VECINA, MI OBSESIÓN

Al llegar a mi departamento tiro algunas cosas por la frustración. Por qué tengo que ser así, odio tener esta personalidad, siempre dando la impresión equivocada, siempre viéndome frío y distante o simplemente como un completo idiota inmaduro. Quiero gritar y romper todo a mi alrededor.

Voy a mi estudio y trato de trabajar un poco para despejar mi mente. Debo terminar el trabajo en casa de Amanda, pero me siento tan tonto que no sé cómo hacer.

Mi teléfono suena con un mensaje de Fernando.

📱Bro, ya estoy de regreso salimos más tarde?😉

📱Me alegra de que hayas regresado, bro. No puedo hoy estoy atrasado con el trabajo.

📱Buuuu, eres un amargado... Tengo compañía para ti 🤪

📱De verdad que hoy no es un buen día. En otra oportunidad.

Solo basta eso para que deje de insistir. Me conoce y sabe cuando detenerse. Además, lo último que quiero en este momento es pasar tiempo incómodo con alguna chica superficial. Presiono el puente de mi nariz y recuesto mi cabeza hacia atrás tomando una profunda inhalación. El teléfono suena, esta vez en una llamada y lo tomo sin mirar.

— Ya te dije que no puedo, no molestes — silencio del otro lado.

— Disculpa, Chris, no volveré a molestar — la voz de Amanda me atraviesa como una daga. Maldición.

— Amanda, lo siento — digo, pero la llamada ya se cortó.

Golpeo mi frente con el aparato y marco el número de nuevo pero no responde. Vuelvo a intentar, esta vez me dirijo a la sala para mirar por la ventana. Sus cortinas están abiertas, pero no la veo a ella por ningún lado. ¡Diablos! ¿Puede este día ponerse peor? Decido escribirle y explicarle. Sería más fácil hacerlo en persona, pero sé que lo haría mucho peor.

📱Amanda, lo siento, no quise ser grosero. Pensé que era mi amigo llamando porque me insiste en salir y no puedo. No miré la pantalla al atender, te pido disculpas.

Espero golpeando con mi dedo el lateral del teléfono por lo que siento es una eternidad. Pero ninguna respuesta llega, ni siquiera lo ha leído. Camino de un lado a otro, revolviendo mi cabello sin apartar la vista de la ventana.

Ha pasado ya una hora y no me ha leído el mensaje. Tomo valor y decido que es tiempo de ir a su casa y explicarme en persona, no sé cómo vaya a salir eso pero debo arriesgarme. Recojo las cosas que necesito para terminar de instalar el sistema en su casa y salgo de mi edificio, ya es un poco tarde, por lo que decido también llevar algo para comer, a modo de disculpa también.

Compro varias cosas en la pastelería, pues no sé lo que puede gustarle, también tomo una botella de vino dulce, por lo general a las mujeres les gusta más y me encamino a la Torre F. Una vez frente a su puerta siento mis manos sudar y mis latidos dispararse, doy un pequeño golpe a la puerta y espero.

— ¿Quién es? — dicen del otro lado.

— Eh... Soy Chris — digo nervioso.

El sonido de la llave y la cadena correr me indica que voy a verla.

— No pensé que volvería a verte — Amanda está envuelta en una bata bastante sexy y una toalla en su cabeza, mi boca se seca y puedo sentir el sudor frío correr por mi espalda.

— Lo siento, vengo a disculparme en persona por el malentendido.

— Pasa.

Al entrar, tan cerca de ella, su perfume inunda mis sentidos y debo hacer uso de todo mi autocontrol para no acercarme más.

— Ponte cómodo, Chris, voy a cambiarme. — desaparece por el pasillo y yo dejo las cosas que traigo sobre la mesa de cristal.

Al cabo de un rato aparece de vuelta, con un vestido suelto, el cabello aún mojado y descalza. Se queda mirándome, como si me analizara.

— Te escribí, para disculparme, pero no me leíste.

— Sí, lo hice, no tengo marcado que puedan ver si leo o no los mensajes.

— Entiendo, simplemente no quisiste responder. — digo agachando mi mirada, sintiéndome el más idiota del mundo, no había pensado en esa función.

— ¿Qué quieres Chris? — noto la molestia en su voz y en todo su lenguaje corporal.

— Emm... Vine a terminar de instalar el sistema. También a disculparme.

— De acuerdo, terminarás el trabajo solo si me dices el costo para pagarte.

— No, esto no es... Es un regalo de mi parte... No debes...

— Sí, debo, los regalos se les hace a los amigos y tú dejaste en claro que no lo somos.

— ¿Cuándo dije algo así? Amanda, escucha... — suspiro mientras ordeno las palabras para decir— No sé por qué soy como soy, me cuesta mucho hablar y conversar como al resto, soy torpe con las palabras y a veces mi actitud hace pensar que no estoy interesado, pero no es así. — revuelvo mi cabello nervioso, eso está saliendo aceptable — Quisiera ser tu amigo, si me lo permites y me das la oportunidad.

— Para ser amigos vamos a poner algunas reglas — dice sin más — Primero, debes dejar de disculparte por todo, entiendo que eres tímido y te cuesta socializar. Segundo, recibirás mis disculpas por lo que pasó más temprano, no quise ofenderte diciéndote virgen, solo me sorprendió que no hayas tenido novia siendo tan guapo — esas palabras me hicieron sonrojar— Y tercero, si vamos a ser amigos debes relajarte en mi presencia, aún no nos conocemos del todo, pero estoy segura de que podremos llegar a hacerlo. ¿De acuerdo?

— De acuerdo, acepto tus disculpas si tú aceptas las mías.

— Perdonado, ahora dime ¿qué hay en la caja? — acercándose a ella intenta ver.

— Traje algunas cosas dulces, no sé lo que te gusta, pero puedes elegir y también un vino para acompañar.

— ¡Mi favorito! Gracias, iré por las copas.

Mientras se pierde en la cocina, suelto todo el aire que tengo retenido en mis pulmones. Así que seremos amigos, un gran avance para un idiota como yo.

Vuelve con las copas, sirvo el vino y brindamos en silencio. Comemos algunas de las cosas dulces y observo que prefiere las de chocolate con crema y las de pistacho.

— Si no te molesta voy a configurar las cámaras para que puedas instalar la aplicación en tus dispositivos.

— Está bien, ¿debo traer mi portátil?

— Si, por favor.

Mientras despliego mis elementos ella trae los suyos y se sienta muy cerca de mí. Los nervios vuelven al sentir otra vez su perfume. Ella me mira de reojo y sonríe como si supiera lo que provoca en mí.

Tecleo en mi ordenador y le comparto por mensaje el enlace para que descargue la aplicación en su teléfono mientras yo lo instalo en su portátil.

Una caricia en mi entrecejo me paraliza por completo, levanto la mirada y choco con sus ojos.

— Relájate, te quedará una marca si sigues frunciendo el ceño así. — dice suavemente y mi boca vuelve a secarse porque miro sus labios moverse mientras habla. Desearía besarla y degustar esos labios carnosos y seductores.

Se separa un poco cortando el contacto y siento que mi corazón se salta un latido al verla levantarse y caminar nuevamente por el pasillo. Es tan sexy.