Que pasa cuando la rivalidad y los problemas empieza por una herencia? Fabián pensaba casarse con Tania pero está huye un día antes de la boda no quedandole otra alternativa que tomar a la hermana de Tiana. Diana una chiquilla que tenía muchos planes pero en ningúna de ellas estaba casarse con un CEO cruel y calculador, poco a poco se va dando cuenta que su hermana no era lo que ella creía, hay solución? claro que sí, un hijo esa en la condición para que ella pueda ser libre antes del año, pero todo toma un giro inesperado.Esta novela no es para todo público, sobre todo leerla como lo que es UNA NOVELA.
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Recuerdos que son mejor olvidar.
No sé qué hago en sus piernas, besándolo, mientras él me acaricia las piernas por debajo del vestido largo que llevo puesto.
Recuerdo cómo lo vi besándose con Tania… Seguramente, después de dejarme, se irá con ella, como siempre lo hace. Y eso me detiene de un momento a otro.
Me levanto de sus piernas y regreso a mi asiento. Sé que no me insistirá, porque nunca lo ha hecho. Teniendo tantas mujeres, no creo que me ruegue por sexo. Mis labios se han quedado con más ganas del sabor de su boca.
—Vamos, Diana —me reprocho en silencio—, no seas tan ofrecida.
Él baja el vidrio de la puerta del auto y enciende un cigarro.
—Dejas a la señora en el departamento —le dice al chofer.
Me lo imaginé. Ya se larga con Tania. Trago grueso. No sé por qué me da coraje.
Llegamos y no espero a que me abran la puerta. Salgo caminando rápido y la cierro de golpe. Subo al cuarto, me meto al baño quedando completamente desnuda. Abro la regadera dejando que el agua fría caiga sobre mí. Mi cuerpo arde. Me quedo ahí por media hora. Luego salgo envuelta en una bata y escucho cómo suena mi celular.
—Hola, mi amor. ¿Cómo estás? —me pregunta mi padre.
—Voy llegando de conocer al abuelo de Fabián.
—¿Ya lo viste? Solo sé tú, eres una gran muchacha.
—¿Sabías que Tania también fue?
—Sí… Ella dice que lo hizo por despecho.
—Descansa —le digo, y cuelgo.
Me acuesto a dormir. A la mañana siguiente me levanto como siempre para ir a mi trabajo. El chofer está afuera esperándome.
—Ya no te quedaste para ver lo que ocurrió —me dice Damián, riendo a carcajadas.
—¿Qué pasó?
—Cuando ustedes se fueron, tu hermana también quiso irse, pero mi abuelo se sentó con ellos a hablar como por dos horas. Ella decía que tenía algo que hacer, pero él no dejaba de hablar. Lo hizo a propósito, siempre hace eso para llevar al límite a la persona… y así lo hizo. Tania se fue casi corriendo, y mi abuelo le dijo a Lucas que qué esperaba para ir tras su esposa. Así que no le quedó más remedio que irse también. Él creía que una vez que ustedes se fueran, iba a ganarse al abuelo.
—¿Ganarse qué?
—Ganar puntos —dice—. Siempre le ha gustado competir con Fabián, el nieto favorito.
Cambia de tema, pero no sé por qué siento que no me dijo toda la verdad.
Entramos a clases, y cuando termina me voy al trabajo. Al entrar, me miran con miedo… Creo que por lo de ayer esperaban verme con lástima. Me voy a poner el uniforme y noto que ya se puede poner seguro a las puertas. Ya no hay necesidad de estar al pendiente de que alguien entre mientras nos cambiamos. Nunca ha pasado nada, pero siempre estamos alerta.
—Buenas tardes, señora Adkins —me dice una compañera.
Me quedo fría. Solo una vez había visto ese apellido, y fue cuando firmé el acta de matrimonio. No respondo.
—Me imaginé que la esposa del señor Fabián sería una alzada —agrega.
—Cállate, que no creo que eso la haga sentir mal —le dice otra de mis compañeras.
—Lo siento, Diana. A lo que iba es que eres una gran persona —aclara la primera.
Les sonrío, y ellas me abrazan mientras avanzamos hacia nuestro lugar de trabajo.
—Tenemos muchas dudas… En nuestra hora de comida platicamos —me dicen.
Trago grueso. Sé perfectamente lo que me van a preguntar.