Un giro inesperado en el destino de Elean, creía tener su vida resuelta, con amistades sólidas y un camino claro.
Sin embargo, el destino, caprichoso y enigmático estaba a punto de desvelar que redefiniria su existencia. Lo que parecían lazos inquebrantables de amistad pronto revelarian una fina línea difuminada con el amor, un cruce que Elean nunca anticipo.
La decisión de Elean de emprender un nuevo rumbo y transformar su vida desencadenó una serie de eventos que desenmascararon la fachada de su realidad.
Los celos, los engaños, las mentiras cuidadosamente guardadas y los secretos más profundos comenzaron a emerger de las sombras.
Cada paso hacia su nueva vida lo alejaba del espejismo en el que había vivido, acercándolo a una verdad demoledora que amenazaba con desmoronar todo lo que consideraba real.
El amor y la amistad, conceptos que una vez le parecieron tan claros, se entrelazan en una completa red de emociones y revelaciones.
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Golpe bajo.
Los días se deslizan sin tregua, un intento fallido de olvidar y seguir adelante. Sin embargo, el roce de mis dedos entrelazados con la mano de Carter se niega a desvanecer.
Para sumar más mi pesar, Nelly no ha dejado de insistir en que la vea de nuevo. Mis respuestas son evasivas: cambio de tema o simplemente ignoro sus palabras.
Intento no pensar en ella, pero cuanto más lo hago, más se aferra su recuerdo, como una maldita lapa en mi cerebro. Esto ya es molesto, una tortura constante.
Mis salidas se han vuelto extrañas, huecas; incluso me siento culpable al estar con alguien más, como si le estuviera faltando el respeto a algo invisible, algo que no le pertenezco pero que se siente obligatorio.
No tiene sentido. No le debo nada a nadie, y, sin embargo, me siento un fracaso, un hipócrita.
He tratado de retomar mi rutina, el demonio en mi interior lucha con furia por no ser redimido. Hasta las caricias más dulces se sienten falsas, vacías, un simple eco de algo que ya no tengo.
Este estúpido juego está arruinando mi reputación, mi vida, mi esencia. Me sorprendo buscándote en cada lugar al que voy, escudriñando entre la multitud, revisando el celular cada cinco minutos, esperando un mensaje, una llamada, un destello que nunca llega.
Tu perfume, esa mezcla embriagadora que se ha adherido a mí, aún vive en mi auto, en algunas de mis prendas, en mis recuerdos, en mi cama, inclusive la he encontrado en mi piel.
He mandado lavar todo, con la esperanza de borrarte, incluso llevé el auto a limpiar para deshacerme de ese aroma. Pero parece que está tan arraigado en mi mente, tan grabado a fuego, que busco similitudes en cualquier perfume ajeno, desesperado por un resquicio de tu presencia.
Cometí un error que me está costando caro, un error que me persigue.
Dejando de lado los problemas, salí con una mujer despampanante, una belleza de pies a cabeza, de esas que no te atreves ni a mirar.
Al cabo de un rato, sus labios estaban en mi cuello, su aliento me transportó al día en que Carter hizo lo mismo aunque de diferente forma.
Cerré los ojos, como un cobarde, y la acerqué a mi boca con su imagen en mi mente, una traición a mí mismo pero también, algo que simplemente necesitaba hacer.
El beso fue tan anhelado, tan cargado de esa falsa esperanza, que al separarnos y abrir los ojos, la decepción me golpeó como un puñetazo al ver su rostro y no el tuyo.
Desde ese día, el remordimiento me atormenta en cada beso; cada caricia se ha convertido en un pozo sin fin, un abismo de culpa. Cuanto más intento alejarme, más profundo caigo, enganchado en este círculo vicioso de una fantasía, una obsesión sin sentido que me consume.
Desde que volví, estoy perdido, completamente desorientado. Regresé buscando a la mujer de mis sueños, y la ironía me consume: no dejo de pensar en quien solía llamar amiga.
Es preocupante sentir cómo la fuerza se desvanece, la voluntad se agota. Observo mi día a día, preso de mis deseos, como un águila arrancándose el plumaje, despojada de su esencia. Mis días de libertad y gozo han quedado en un segundo plano, eclipsados por esta sombra.
¡Golpeo la pared! La rabia me consume.
¡Esta maldita obsesión!
Tengo que poner orden en mis pensamientos o terminaré cruzando la línea, haciendo algo de lo que me arrepienta de verdad.
Absorto en mis cavilaciones, el vibrar del celular me saca de mi ensimismamiento. Una llamada inoportuna, pongo el altavoz, dejándolo a un lado de la cama.
(Elean📞) ¿Qué pasa, Nell? Estoy un poco ocupado...
(Nelly📞) ¿Estás libre hoy, campeón?
(Elean) Son las 6:00 a.m. ¿No puedes llamar más tarde? Tengo insomnio nuevamente. —Mi voz suena más irritada de lo que pretendo, fruto del cansancio y la frustración.
(Nelly) Jajaja, ya es costumbre en ti. Vayamos al cine con unos amigos, ¿qué dices?
(Elean📞) ¿En verdad crees que me interesa salir al cine?
(Nelly📞) ¡No seas aguafiestas! ¿Vas a decirme que tienes algo mejor que hacer?
(Elean📞) No tengo nada que hacer... Intento dormir. —Miento. Lo que intento es no volverme loco.
(Nelly📞) Entonces no se diga más. Te veré a las 7:00 p.m. Tienes hasta las cinco de la tarde para dormir.
(Elean📞) No estoy de humor para salir.
(Nelly📞) Te tengo una sorpresa, no te vas a arrepentir.
(Elean📞) No vas a dejar de insistir, ¿cierto?
(Nelly📞) No. Así que duerme, te quiero ver muy guapo, sin ojeras por favor.
Quizás la salida al cine sea solo un pretexto para presentarme a alguna amiga. ¿Qué puedo perder? —pienso, un atisbo de interés—. Distraerme con una mujer atractiva, es justo lo que necesito. Necesito sacar de mi cabeza todas estas marañas.
Después de dormir, me levanto con mejor humor, o al menos con menos ganas de arrancarme el cabello.
Adoro las duchas largas porque me relajan, me permiten poner en orden mis pensamientos, aunque estos días ha sido todo lo contrario; no he hecho más que salir y dormir.
Elijo un atuendo casual informal: jeans de mezclilla azul marino, camiseta gris y una chaqueta negra de piel.
Estaciono mi auto y camino hacia el punto de encuentro. Al llegar, me encuentro con Nelly y dos "amigos": Román Rivera y Daniel Álvarez.
¡Perfecto! Mi salida con atractivas chicas resultó ser una farsa, una cruel broma de mal gusto. Esperaba encontrarme con mujeres sensuales y ahora tengo que pasar mi tarde con dos tipos que ni conozco. En fin, ya estoy aquí, así que más me vale disfrutar esa maldita película.
La salida al menos servirá para distraerme, o eso me digo para no lárgarme de aquí en este preciso instante..
(Elean) Alvarez y Rivera ¿Cierto?
¿En verdad están aquí por una película?
Daniel ríe mientras le da un sorbo a su agua embotellada.
(Nelly) Es solo un pretexto. Pensamos en ir por unos tragos, haremos tiempo con esta película.
(Elean) ¿ La película es necesaria? —Mi tono es de incredulidad, una mezcla de resignación y fastidio.
(Nelly) No es solo una película, es "El mayor exorcismo en la historia" —responde con voz dramática.
(Elean) (Me echo a reír, una risa forzada que esconde mi decepción) ¡De verdad! ¿Quieren ver una película de terror? ¿Con estos tipos? Genial.
(Román) ¿No me digas que te da miedo, Elean? —responde Román, acercándose con una sonrisa cínica.
Su mirada es oscura, típica de un bueno para nada, da la impresión de un malviviente, y algo en él me crispa los nervios al instante.
(Elean) ¿Miedo? Jajaja —respondo imitando su tono de voz en señal de burla, sin dejar de mirarle a los ojos, sintiendo una punzada de desagrado—. Me parece algo exagerado. Más bien aburrido.
(Nelly) Por favor, no vayan a comenzar a actuar como un par de simios. Entremos...
(Elean) Estás muy nerviosa, te he visto voltear en todas direcciones. —Intento desviar la atención, molesto por la presencia de Román.
(Nelly) No seas paranoico. Vayamos por palomitas, dulces y bebidas.
¡Grandioso! Aquí estoy con una bandeja que amablemente me extiende la cajera, pasando la tarde con las últimas personas con las que quisiera salir.
(Voz desconocida) Disculpen el retraso, se me hizo un poco tarde, pero al fin llegué.
Esa voz... un escalofrío me recorre la espalda, un golpe directo al pecho. Me giro deprisa... ¡Carter! Mi corazón da un vuelco, una mezcla de alivio y pánico. Alivio por verla, pánico por lo que significa.
(Nelly) ¿Te parece correcto llegar 20 minutos tarde?
(Carter) Les ofrezco una disculpa.
(Daniel) Acabamos de hacer las compras, no te perdiste gran cosa.
(¿Y ella quién es? —La pregunta de Román es casi un rugido en mis oídos, y veo su mirada recorrer a Carter de arriba abajo, una mirada que me enciende.
(Nelly) Disculpa mis modales, te presento a Román Rivera y Daniel Álvarez, grandes amigos. Ella es Carter, una... amiga.
(Carter) Encantada de conocerlos, espero no haberlos hecho esperar demasiado.
(Nelly) Solo 20 minutos, no es nada ¿cierto?
Ambos hombres se acercan a ella como buitres. Daniel es el primero en extender su mano para saludarla, ignorando las palabras de Nelly.
(Daniel) Carter, es un placer conocerte.
(Román) ...Encantado de conocerte —guiña un ojo mientras besa su mano. Mi mandíbula se tensa. Ese maldito idiota. ¡Qué asco!
Me acerco a Nelly con la bandeja en mis manos, la vena de mi cuello latiendo.
(Elean) ¿Por qué no me dijiste que Carter se uniría? —Mi voz es un susurro cargado de reproche, una advertencia.
(Nelly) Te dije que te tenía una sorpresa, así que disfrútala. —Su sonrisa me parece demasiado inocente.
Entramos a la sala. Román, con una agilidad que detesto, ocupa el primer asiento. Nelly le da el paso a Carter, quien toma asiento junto a Román. De inmediato, me adelanto, casi empujando a Daniel, y me siento junto a ella, interponiéndome.
(Nelly) Tranquilo, no iba a dejarte lejos de ella. —Nelly me guiña un ojo, captando mi tensión.
(Elean) ¿Qué? No digas tonterías, ella no los conoce. —Intento sonar indiferente, pero mi voz me traiciona.
(Nelly) Los conocerá si no haces algo al respecto.
(Elean) Para eso los trajiste, no me molesta que conozca gente, te he dicho que es solo una amiga.
Nelly toma asiento después de mí y, por último, Daniel. Después de todo, una película de terror es ideal. Quizás pueda hacerme el interesante, si Carter se asusta, tomará mi mano, es un cliché. Un cliché que necesito para apartarla de ese idiota.
A medida que avanza la película, observo a Román constantemente haciéndole plática a Carter, invadiendo su espacio personal, sacando ventaja de esta situación como un maldito perro hambriento que acecha a su presa.
La sangre me hierve. He dejado de prestar atención a la pantalla, tratando desesperadamente de escuchar lo que hablan, cada risa de Carter con él es un golpe en el estómago.
¡Qué bajo he caído!
Mis celos son una bestia que me desgarra por dentro. No sé si son nervios, incomodidad o qué carajo me pasa que no logro entender nada de lo que dicen por más que me esfuerzo; mi mente está nublada por la rabia. Necesito idear un plan, ¡ya!, para romper con este coqueteo descarado.
Me estiro un poco, rozando la pierna de Carter a propósito, buscando su atención.
"Disculpa, estos asientos son algo incómodos", le digo, mi voz más baja de lo normal. Ella me mira y sonríe, y por un instante, la tensión disminuye.
La película avanza, veo que se acerca mi oportunidad. La música de fondo terrorífica me asegura que pronto vendrá una escena fuerte. Estoy listo, estiro mi brazo sutilmente, colocándolo en el reposabrazos para que ella pueda tomarlo y así abrazarla, atraerla hacia mí.
¡AHHHHHHH! —Gritan en el cine.