LA FARSANTE

Los días pasan y mantener la mentira cada vez es mas asfixiante. Hace un mes que Dinorah aceptó traicionar sus principios y convertirse en una farsante.

—Laura Villamizar— susurra frente al espejo con una mezcla de decepción y asco. Interpretar a la prometida perfecta de Renzo Costa ya le sale natural; sin embargo, cada vez es más riesgoso; sobre todo, cuando la invitan a grandes eventos, a veces los nervios le ganan al pensar que lleguen a coincidir con la verdadera familia Villamizar y el teatro se venga al suelo.

Por otro lado, ve la gran mejoría que ha tenido su madre y siente que ha valido la pena ensuciarse, los generosos pagos que Renzo le hace a costa de su familia, bajo la promesa de una boda que nunca llegará, están pagando tratamientos y cuidados de primera línea, por lo que Dana da pasos agigantados hacia su recuperación total; no obstante, también piensa en la decepción que le causaría a ella si se entera de lo que está haciendo.

A su mente llega el trato cada vez más especial, que recibe por parte de los Costa, las muestras de cariño, los regalos ostentosos, las invitaciones a lugares exclusivos de Nueva York, y el entusiasmo con el que Elena trata de convencerla para que fijen una fecha para la boda.

Las lágrimas se acumulan en sus ojos por la culpa de estar engañando a personas tan genuinas, tan afectuosas y no se explica porqué Renzo es de esa manera; también piensa en Roberto y en todas las sensaciones que tristemente despierta en ella, que guardará secretamente como el recuerdo de una ilusión muerta.

Varias veces ha estado a punto de contar la verdad, pero siempre pasa algo que la detiene y de inmediato piensa en su madre; es entonces, cuando toma la determinación de que acabará con la farsa en cuanto ella esté completamente recuperada y desaparecerá de sus vidas para siempre.

Mientras Dinorah lidia con sus demonios, Renzo sigue disfrutando de la vida sin remordimientos y Roberto, libra su propia guerra interna, porque se siente atraído irremediablemente por "Laura", una atracción que él considera prohibida e inmoral.

Él CEO no puede entender por qué su corazón late tan fuerte por la prometida de su hermano, ha intentado alejarse, se inventa excusas para no coincidir con ellos, pasa más horas en la oficina, espacia más las visitas a sus padres, o viaja por trabajo, pero cada vez que sus caminos se cruzan, una ola de deseo y vergüenza lo invade, se maldice mil veces por sentir lo que siente, por desear a la mujer que cree de su hermano; sin embargo, a pesar de sus intentos de distancia y su auto-reproche, el empresario no pudo evitar que sus sentimientos crecieran. Cada mirada robada, cada interacción casual, incluso la simple presencia de ella en los eventos familiares a los que no puede faltar, profundizaron la atracción que ya sentía. Trató, pero no pudo y finalmente acepta que se enamoró de la "prometida" de su hermano y eso a su juicio es bastante despreciable.

Hoy es uno de esos días en los que no puede faltar a la reunión familiar y lleva a Katherine para sentir algo de control, como si de una tabla de salvación se tratase...

En apariencia el ambiente en la residencia de los Costa, está cargado de risas y charlas familiares; el trato hacia Katherine con abrazos cálidos, preguntas sobre sus proyectos y miradas cómplices, le indican a Dinorah que no es una invitada cualquiera, y al igual que el resto, asume que es la novia de Roberto y que es una relación seria, encaminada a algo más.

Sentada junto a él en la inmensa mesa de caoba pulida, Katherine participa en una conversación de negocios animada con Fernando, respondiendo a preguntas y pidiendo consejos de inversiones. Roberto, a su lado, parece relajado, aunque por dentro contiene sus propios sentimientos.

La rubia no pierde oportunidad de analizar cada movimiento de la prometida de Renzo, quien se comporta de manera impecable con su vestido de seda color perla y sentada elegantemente al lado del dolor de cabeza de la familia; puede notar que los ojos de Roberto la siguen, es apenas un parpadeo, un movimiento sutil, pero Katherine se da cuenta. La forma en que su sonrisa se vuelve más tensa, cómo una sombra fugaz cruza sus ojos antes de que fuerce su atención de nuevo hacia Renzo o hacia ella misma.

— piensa la rubia —pero entonces lo ve, no solo la mirada furtiva de su amigo de intimidad, sino la respuesta de Laura; sus propios ojos buscan los de Roberto en ocasiones. Son destellos rápidos, inocentes para cualquiera que no estuviera prestando atención, pero Katherine capta la chispa, el reconocimiento tácito, el magnetismo mutuo y peligroso que pasa entre ellos, es una atracción correspondida, que les puede hacer mucho daño...

—No te desvies por mí— dice Dinorah al momento de salir de la propiedad Costa.

—No te preocupes, voy cerca— responde con una sonrisa pícara y ya imagina la chica que su destino es el casino que se encuentra en Jamaica–Queens.

Dinorah desciende del vehículo de alta gama frente a su edificio y desde una poca distancia, Dalila la ve y una idea se le viene a la cabeza a la adolescente; su hermana le ha dado largas a cumplirle sus caprichos, y ve en esto una oportunidad para conseguir lo que desea; ella, no cree esa historia de que por cuidar una anciana le paguen tanto y ahora viéndola bajar de un auto lujoso, conducido por un hombre, le hace pensar que la abnegada chica se está vendiendo, pero necesita confirmarlo...

Roberto, con Katherine a su lado, conduce por la quinta avenida, desde que abordó el vehículo, ella ha estado ocupada con mensajes y llamadas de negocios; lo que él ignora es que la rubia a su lado no quiere conversar con él, no ahora.

—Hay algo muy importante que tenemos que hablar— dice cuando el vehículo se detiene frente al edificio de lujo donde vive —te espero esta noche, a las ocho (8)— agrega y se baja rápidamente perdiéndose tras las puertas de la entrada, sin darle tiempo a él de reaccionar...