El Reino De Los Engaños

Eros

Me desanimó que Sade y yo no pudiéramos ir a pasear por su pueblo gracias a que su padre no se dignó a darnos permiso. El resto de la tarde, los reyes discutían sobre asuntos reales y cosas de ese tipo así que empecé a pasear por el castillo y sin querer, escuché algo que no me correspondía:

— ¿Me dirás la razón de la tonta actitud que empiezas a tener con Sade y Milos? —Reconocí la voz de la reina Ingrid.

— Como sospechaba, Sade y Milos vieron algo que no debían en el pueblo —Le respondió y fruncí el ceño al no saber de qué hablaban.

—No me dirás que vieron a Irina o a Neferet —Su voz sonaba preocupada.

—Estoy seguro que es eso...

— ¿No le preguntaste a Neferet alguna de las noches que nos fuimos al otro reino? —Ella parecía molesta sin duda.

—No sé de qué me hablas ahora mismo ¿Cómo podría preguntarle cuando no la he visto en espero hace tanto?

—Por favor Arturo, sé bien que te encontraste con ella una de las noches que nos encontrábamos ausentes —Rió levemente— Y antes que te atrevas a preguntarme quién me lo dijo, que quede claro que lo he descubierto yo sola. Creo que es cuestión de sentido común nada más.

Supuse que él no supo que contestarle a su esposa ya que hubo un repetido y largo silencio.

—Gracias por confirmar con tu silencio algo que ya sabía bien —Rió una vez más— Te diré también que no pienso quedar como una perfecta mentirosa ante mis hijos, si caes tú lo harás solo. No caeremos juntos.

—Te recuerdo que has sido consciente de cada una de esas mentiras por dieciocho años —Esta vez fue él quién rió con fuerza— Aceptaste casarte conmigo y apoyar mi mentira antes de hacerlo con aquel otro príncipe que no te gustaba en lo más mínimo.

—No me hagas recordar mis desgracias —Alzó la voz levemente— Lo que sí puedo decir es que si ya vieron a Irina una sola vez, no lo van a volver a hacer ya que no se los pienso permitir.

—¿Y cómo tú podrías controlar algo así, Ingrid? Es imposible realmente.

—Si le haces daño a una de mis hijas, te clavaré una espada directo en el corazón sin miedo alguno.

—No estoy pensando en nada de eso.

—Más te vale que sea de esa forma, de lo contrario estarás metida en un enorme problema.

—No me retes, tú sabes más que nadie que soy capaz de cualquier cosa —Me asomé un poco y vi que lo apuntó con el dedo.

—Sé que mataste a tu hermana mayor para ser la única heredera al trono —Rió y tragué saliva por el miedo que me causó— Si hiciste algo tan malo cómo eso, no tengo dudas de hasta que punto puedes llegar.

—Exactamente Arturo, así es. Te conviene que esté de tu lado hasta el final.

—Tampoco soy una persona del todo buena, así que puedo defenderme y mantenerme a salvo por mi propia cuenta. Lo que si quiero que hagas es controlar las palabras de tus hijos.

—Son adultos prácticamente...Ya no hay nadie que los controle. Necesitas entender —Se cruzó de brazos e hizo una mueca— Tú encárgate de nuestros queridos invitados que yo necesito buscar a Irina.

—¿Qué te sucede? ¿Por qué has dicho algo tan tonto?

—Irina va a fingir que no ha visto nada —Sonrió maliciosamente — La encontraré con mucha facilidad, no te preocupes por mis acciones.

—Te conozco Ingrid...Espero que no pienses hacer alguna locura...

—Claro que no —Volvió a reír— Si me disculpas me iré ahora mismo, diles a los demás que se ha presentado un asunto que debe ser resulto hoy mismo.

—Ingrid...

—Cállate Arturo y vuelve con nuestros invitados —Lo dijo de tan mala forma, que incluso sentí mi cuerpo temblar.

Los vi irse y suspiré. ¿Acaso Sade sabría algo de todo lo que acabo de escuchar? Espero que sí ya que yo mismo me encargaré de aclarar todas las dudas que me habían creado.

Irina

Caminaba por el pueblo con una ligera sonrisa al tiempo que observo todo lo que tengo al rededor. Me siento demasiado aburrida así que me propongo ir al bosque a relajarme hasta que siento que alguien me toma del brazo.

— Cierra la boca y no hagas ningún tipo de ruido —Escuché la voz de una mujer y por un momento temía por mi seguridad y por mi oportunidad de seguir viva.