Lazos De Amor

La cena fue un momento de paz en medio de la tormenta que se avecinaba. Mi madre y mi hermana estaban animadas y conversadoras, y yo me esforcé por sonreír y participar en la conversación, tratando de ocultarles los problemas que me atormentaban.

Mientras cenábamos, mi hermana me contó sobre su día en la escuela y mi madre me preguntó sobre mis planes para el fin de semana. Yo respondí con respuestas vagas y evasivas, tratando de mantener la conversación ligera y alegre.

Después de la cena, me fui a mi habitación, sintiendo el peso de la responsabilidad y la ansiedad que había estado tratando de ocultar. Me senté en la cama y tomé una ducha caliente, tratando de relajarme y despejar mi mente.

Pero mientras el agua caliente caía sobre mi piel, mi mente seguía trabajando, pensando en todos los problemas que tenía que enfrentar. El desalojo de la casa, las medicinas de mi madre, la propuesta de Wilians... todo parecía estar convergiendo en un punto crítico.

Me acosté en la cama, sintiendo la oscuridad y el silencio de la noche. Mi mente seguía girando, tratando de encontrar soluciones y respuestas. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a proteger a mi familia y asegurarme de que estuvieran bien? La incertidumbre y el miedo me consumían, y yo solo podía esperar a que el sueño me llevara lejos de todo. Pero incluso en el sueño, sabía que los problemas seguirían allí, esperándome.

La oscuridad de la habitación parecía cerrarse sobre mí, y yo sentía que estaba ahogándome en un mar de problemas. Mi mente seguía trabajando, tratando de encontrar una salida, pero cada puerta que abría parecía llevar a un callejón sin salida.

Me di vuelta en la cama, tratando de encontrar una posición cómoda, pero mi cuerpo estaba tenso y mi mente estaba en alerta. Sabía que no podía dormir, no hasta que encontrara una solución a todos los problemas que me atormentaban.

La luna llena brillaba fuera de la ventana, proyectando sombras en la pared. Yo la miraba fijamente, sintiendo una sensación de desesperanza. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a salvar a mi familia?

De repente, escuché un ruido leve en la puerta de mi habitación. Era mi hermana, que había venido a darme un beso de buenas noches. Me senté en la cama y la abracé fuerte, sintiendo una oleada de amor y protección hacia ella.

—¿Estás bien, hermanita?—, le pregunté, tratando de sonar calmada.

—Sí, estoy bien—, respondió ella, con una sonrisa en su rostro. —Solo quería darte un beso de buenas noches—

La abracé de nuevo, sintiendo una sensación de gratitud hacia ella. En ese momento, supe que haría cualquier cosa para protegerla y asegurarme de que estuviera bien. Pero ¿cómo iba a hacerlo? La respuesta seguía eludiéndome, y yo solo podía esperar a que el amanecer trajera consigo alguna solución.

Al día siguiente, me desperté temprano, sintiendo una sensación de determinación y urgencia. Sabía que no podía seguir posponiendo las cosas, y que tenía que tomar acción para resolver los problemas que nos estaban afectando.

Me levanté de la cama y me vestí rápidamente, tratando de mantener la calma y la claridad de pensamiento. Mi madre y mi hermana todavía estaban dormidas, así que aproveché el silencio para pensar y planificar.

Me fui a la cocina y preparé un café, tratando de despertar mi mente y encontrar alguna idea que me ayudara a salir de esta situación. Mientras esperaba a que el café estuviera listo, me senté en la mesa y saqué un papel y un bolígrafo, empezando a hacer una lista de todas las cosas que tenía que hacer.

Encontrar un nuevo trabajo, pagar las medicinas de mi madre, evitar el desalojo de la casa... la lista parecía interminable. Pero yo estaba decidida a encontrar una solución, y a hacer todo lo posible para proteger a mi familia.

Justo cuando estaba terminando de hacer la lista, mi madre entró en la cocina, con una sonrisa en su rostro.

—Buenos días, hija— dijo, dándome un beso en la mejilla. —¿Qué planes tienes para hoy?—

Me sentí un nudo en el estómago al verla, sabiendo que no podía decirle la verdad sobre nuestra situación. Pero sabía que tenía que encontrar una manera de hacer frente a todo esto, y de protegerla a ella y a mi hermana. ¿Qué iba a hacer? La respuesta seguía siendo un misterio, pero yo estaba decidida a encontrarla.

—Voy a ir a la universidad, mamá—, dije, tratando de sonar normal. —Tengo que entregar unos trabajos y estudiar para un examen—

Mi madre asintió, sin sospechar nada. —Buena suerte, hija. Estudia mucho y no te preocupes por nada aquí en casa—le sonrió mientras le doy un beso y me voy a la universidad.

Después de la clase, el profesor me llamó aparte y me dijo: —Disculpa, Abigail, la directora quiere hablar contigo. Me pidió que te dijera que fueras a su oficina tan pronto como puedas—

Me sentí un poco sorprendida y curiosa. ¿Qué podría querer la directora de mí? No recordaba haber hecho nada malo ni haber tenido problemas en la universidad.

—¿Sabes de qué se trata?— le pregunté al profesor.

Él se encogió de hombros. —No tengo idea. Solo me pidió que te dijera que fueras a verla—asentí y me dirigí hacia la oficina de la directora. Mientras caminaba, mi mente empezó a hacer conjeturas sobre qué podría ser lo que quería hablar conmigo. ¿Sería algo relacionado con mis estudios? ¿O algo más personal?

Llegué a la oficina de la directora y llamé a la puerta.

—¿Puedo pasar?—pregunté.

—Adelante—respondió la voz de la directora desde dentro.

Entré en la oficina y me senté en la silla que me indicó. La directora me miró con una expresión seria y comenzó a hablar.

—Abigail, gracias por venir. Quería hablar contigo sobre algo importante—la directora me miró con una expresión seria y comenzó a hablar.

—Abigail, lo siento mucho, pero tengo que informarte que tu beca ha sido cancelada. Debido a algunos problemas administrativos, tu situación financiera ya no cumple con los requisitos para mantener la beca—

Me sentí como si me hubieran golpeado en el estómago. Mi beca era lo que me permitía estudiar en la universidad, y sin ella, no sabía cómo iba a poder seguir adelante.

—¿Qué significa esto para mí?—pregunté, tratando de mantener la calma.

—Significa que debes pagar la mensualidad completa para el resto del semestre— respondió la directora. —Y como estás a un semestre de graduarte, también debes pagar el derecho a grado—

Me sentí como si callera en un poso sin fin al escuchar sus palabras. No tenía idea de cómo iba a poder pagar todo eso. Mi situación financiera ya era precaria, y ahora esto parecía ser el golpe final.

—¿Cuánto es el monto total que debo pagar?— pregunté, tratando de mantener la calma.

La directora me dio una cifra que me hizo sentir mareada. Era una cantidad exorbitante, y no tenía idea de cómo iba a poder pagarla. Me sentí atrapada y sin salida, y no sabía qué iba a hacer.

—Entiendo— dije, tratando de mantener la calma. —¿Cuánto tiempo tengo para pagar?—

—Necesitas pagar antes del final de la semana— respondió la directora. —Si no, no podrás seguir estudiando ni graduarte—

Asentí, sintiendo una sensación de desesperanza. —Gracias por informarme—dije, y me levanté para irme.

La directora me miró con una expresión comprensiva. —Espero que puedas encontrar una solución, Abigail—asenti con una leve sonrisa.

Salí de la oficina de la directora sintiendo una sensación de pesadez en mi corazón. La noticia de que mi beca había sido cancelada y que debía pagar una cantidad exorbitante de dinero para seguir estudiando y graduarme me había dejado sin aliento.

Caminé por el pasillo vacío, tratando de procesar la información y encontrar una solución. Pero cuanto más pensaba en ello, más imposible parecía. No tenía el dinero, y no sabía cómo iba a poder conseguirlo.

Me detuve frente a la puerta de la universidad y miré hacia afuera, sintiendo una sensación de incertidumbre y miedo. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo iba a seguir adelante? La respuesta parecía estar fuera de mi alcance.

Me sentí abrumada por la cantidad de problemas que estaba enfrentando. El desalojo de la casa, las medicinas de mi madre, la cancelación de mi beca y el pago del derecho a grado... todo parecía estar convergiendo en un punto crítico.

No tenía trabajo, no tenía dinero y no sabía cómo iba a poder solucionar todos estos problemas. Me sentí atrapada y sin salida. Y en ese momento, solo había una persona que parecía poder ayudarme: Maximiliano.

Me dolía admitirlo, pero parecía que no tenía otra opción. Tenía que llamarlo y aceptar su propuesta, a pesar de que no quería hacerlo. La pregunta era, ¿qué precio tendría que pagar por su ayuda?.

Marqué el número de Wilians y esperé a que respondiera. Cuando lo hizo, su voz sonó arrogante y victoriosa.

»¿Sí?«dijo, con un tono de suficiencia. »¿Finalmente has decidido aceptar mi propuesta?«

No me molesté en saludarlo ni en perder tiempo con formalidades. —Te veré mas tarde en el café para hablar— dije, tratando de mantener la calma.

Wilians se rió, un sonido que me hizo sentir incómoda. »Excelente«dijo. »Estoy ansioso por verte mas tarde.¿A qué hora te gustaría que nos encontremos?«

—¿A las 1 de la tarde?—respondí, tratando de mantener el control de la conversación.

»Perfecto«dijo el. »Allí estaré. No te arrepentirás de esto, Abigail«

Colgué el teléfono, sintiendo una sensación de resignación y ansiedad. Mas tarde sería una tarde crucial, y no sabía qué esperar...