"Morí traicionada por el hombre que debía amarme... y por la sangre de mi propia hermana."
En su vida pasada, Aelina Valemont, Reina de Thalair, fue humillada y asesinada por su esposo, el Príncipe Heredero, y por su hermana. Sus padres también fueron ejecutados bajo falsas acusaciones.
En su último suspiro, Aelina juró venganza.
Ahora, ha despertado en su cuerpo de 16 años. El día de su boda con el príncipe cruel se acerca... pero esta vez, el destino cambiará.
En el altar, rechaza públicamente al príncipe.
Sabe que ha firmado su sentencia. Su familia sigue en peligro. Y sola, no podrá vencer a un enemigo tan poderoso.
Por eso comienza a buscar aliados. Hombres fuertes, peligrosos, capaces de cambiar el curso del reino. Pero lo que empieza como un plan frío, se transforma en una red de emociones que no podrá controlar:
Un caballero leal.
Un archimago distante.
Un noble rebelde
Un asesino en las sombras.
Un príncipe extranjero con su propia agenda.
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Capitulo 08:"La red invisible"
Era una noche sin estrellas.
Aelina se encontraba en la biblioteca secreta de la mansión Valemont, revisando antiguos documentos cuando un sirviente interrumpió con reverencia.
—Lady Aelina. El duque Dravenhart os envía esta carta... con carácter urgente.
Ella tomó el sobre negro con el sello del dragón plateado.
"Kael..."
Lo abrió con elegancia. Su mirada se agudizó al leer:
"Os espero esta noche en mis aposentos privados en la Torre de Ébano.
Tengo información que puede cambiar el juego. Y os debo una conversación sincera.
— Kael."
Aelina sonrió.
"Por fin... el lobo muestra sus dientes."
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Antes de partir, Lucas se cruzó en su camino.
—¿Adónde vais tan tarde, mi lady?
Aelina guardó la carta bajo su capa.
—A cerrar alianzas que necesitamos, Lucas.
Los ojos de él brillaron con preocupación... y algo más.
—¿Con Kael Dravenhart?
Aelina no respondió. Solo rozó su brazo al pasar.
—Confía en mí.
Lucas apretó los puños.
"Confío en ti… pero ¿cuánto más puedo soportar este juego?"
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La Torre de Ébano se alzaba sobre Thalair como un gigante dormido.
Aelina fue recibida personalmente por Kael. Iba sin armadura, solo una túnica oscura que resaltaba su porte.
—Gracias por venir —dijo con voz baja.
—No podía rechazar una invitación tan intrigante.
Kael la condujo a una sala privada, iluminada por un fuego suave.
Por primera vez, sus palabras no fueron calculadas.
—Os he observado. Y cuanto más lo hago... más difícil me resulta mantenerme neutral.
Aelina lo miró con curiosidad.
—¿Os incomoda que una mujer sin corona os desestabilice, duque?
Kael sonrió apenas.
—Me inquieta que me importe.
Hubo un instante de silencio cargado de electricidad.
Entonces Kael extendió un pergamino.
—Información sobre el pasado de Darius. Su alianza secreta con las casas mercenarias del sur.
Podéis usarlo... pero debéis saber que os costará enemigos nuevos.
Aelina tomó el documento.
—Los enemigos son mi alimento, Kael. Y los aliados... mi red.
Kael se acercó un paso más.
—Y yo... ¿en qué parte de vuestra red deseo estar?
Aelina sostuvo su mirada. Por primera vez, su voz fue un susurro genuino.
—Donde vos elijáis estar, duque.
Por un instante, Kael pareció tentado a romper todas las formalidades.
Pero se contuvo.
—Entonces... que el juego continúe, mi lady.
Aelina se giró para marcharse, dejando el aire vibrando entre ellos.
"Kael... tú ya eres mío, aunque no lo sepas."
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Al volver a su mansión, Lucas la esperaba, tenso.
—¿Fue tan valiosa la velada?
Aelina lo miró con ternura.
—Lo será para salvarnos a todos.
Lucas dio un paso al frente.
—Cada vez os alejáis más de mí.
Ella negó suavemente.
—Nunca me alejaré, Lucas. Pero para ganar... debo caminar por senderos oscuros.
Los ojos de Lucas ardían.
—Y cuando salgáis de esos senderos… ¿quién os esperará?
Aelina tomó su rostro entre las manos.
—Si sigues siendo tú... tal vez yo te elija.
Por un instante, el aire vibró con deseo contenido.
Pero Aelina se apartó.
"No ahora. No todavía."
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Al amanecer, Aurelian irrumpió en la biblioteca.
—Mi lady, traigo un obsequio.
Abrió su túnica y sacó un pequeño vial de cristal azul.
—Veneno del Aliento de Viuda. Indetectable. Una gota... y Darius podría no ver otro amanecer.
Aelina lo tomó, pensativa.
—No... aún no. Lo quiero vivo. Lo quiero humillado. Lo quiero temiendo cada sombra.
Aurelian la observó con admiración.
—Sois mucho más cruel de lo que aparentáis.
Aelina sonrió.
—Porque solo así se gana este juego.
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Esa noche, mientras Aelina revisaba los documentos de Kael, una daga surcó el aire y se clavó en el postigo de su ventana.
Un pergamino enrollado.
"No todo el Consejo está con vos. Dejad vuestra cruzada o vuestra familia pagará."
Aelina se levantó, el rostro helado.
—Lucas. Reúne a todos. Ha empezado.
"Ahora... el verdadero juego de poder comienza."