No todo puede ser color de rosa, ¿O si?
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La elección.
Mientras Alexander hablaba con su padre, Camila se había puesto la ropa nuevamente. Pues ella y Tania, quien es una de las amantes de Lucas, habían quedado en ir a beber al bar del hotel.
Se suponía que irían con ellos, más ella no esperaba que cierta llamada arruinara sus planes.
—¿Mí amor, estás bien? ¿Qué dijo tu padre? ¿Tú esposa sabe de lo nuestro? –Ella fingía estar preocupada, porque nadie más que Camila rogaba en silencio que Victoria finalmente le diera el divorcio a Alexander, para así poder ser la verdadera señora Hottawer–.
Alexander no respondió, estaba perdido en sus pensamientos. Todo lo que podía pensar era en la advertencia de su padre.
«No sólo estás perdiendo a tu esposa, también estás perdiendo a tu hija».
Al principio, creyó que sólo era algún tipo de táctica de su padre para hacerlo volver, pero, ¿Y si sus palabras eran ciertas? ¿Y si de verdad estaba perdiendo a su familia por una amante a quien conoció hace apenas unas semanas?
No, eso no podía ser cierto, tanto su esposa como su princesa lo amaban muchísimo. Entonces agarró el teléfono, iba a hacerle una videollamada a Victoria, para así poder hablar con Lily, pero se detuvo al ver que ella había cambiado su foto de perfil. Antes, Victoria solía tener una foto de ella, junto con Alexander y Lily en brazos.
Ahora había una foto de ella, y a su lado estaba Cédric, sosteniendo a su princesa en brazos. Entonces lo recordó, el baile de papis e hijas, había dejado plantada a su hija y su hermano tomó su lugar.
Él podía escuchar a Camila hablar sin parar, más su mente no registraba sus palabras. Todo en lo que podía pensar era en su princesa, en como le gritó cuando ella sólo quería hablar con él. Recordó como estaba tan emocionado por venir a Italia, que ni siquiera se despidió de ella. Y, lo que es peor, había olvidado el cumpleaños de su hija.
Tenía mucho en qué pensar, y muy poco tiempo para hacerlo. Por un lado, si volvía ahora, sabía que debía dejar a Camila para siempre. Y, por el otro, sabía que si se quedaba, Victoria se enteraría de su infidelidad y debería divorciarse.
Divorcio, eso es algo que jamás pensó que alguna vez sucedería.
Sí, él fue infiel, pero tenía motivos para serlo, ¿Verdad? Victoria ya no era la misma de antes, ya no se arreglaba, había subido de peso, se había vuelto insulsa en la cama... Todos esos pensamientos le decían que debía elegir a Camila, pues ella era joven, hermosa, activa sexualmente, todo lo que su esposa dejó de ser.
Pero también recordó cómo se enamoró de Victoria, lo hermosa que estaba ella, vestida de blanco, mientras él la esperaba en el altar, considerándose el hombre más afortunado del mundo.
La recordó cuando perdieron su primer bebé, el dolor inmenso que ambos sintieron, más estaban juntos en eso. Y, cuando finalmente Lily nació, todo fue mágico. Victoria se veía increíblemente hermosa estando embarazada de su bebé, ¿Y él? Era el esposo y padre más feliz del mundo.
¿En qué momento él dejó de decirle a su esposa que la amaba? ¿En qué momento dejó de venir temprano a casa, sólo para continuar trabajando? ¿En qué momento una amante se volvió más importante que su familia?
Tenía millones de preguntas en la cabeza, pero sabía que debía reaccionar y hacer algo al respecto. Eligiera a Victoria o a Camila, significa trabajo, sin importar a cual escoja. Por eso es mejor hacerlo ahora.
—Mi padre me ha dicho que debo elegir –dijo de la nada, interrumpiendo a Camila, quien lo miró con los ojos cargados de ilusión–.
—¿De verdad? ¿Quiere que elijas entre tu esposa y yo? –soltó una risita y él sonrió débilmente–.
—Lo dijo como si tuviera opción, pero desde hace mucho sé la respuesta –él le acarició la mejilla suavemente y el corazón de Camila comenzó a latir con emoción, era hoy, el momento que tanto había esperado, Alexander finalmente sacaría a Victoria de su vida y le daría su lugar como mujer, ya no como amante–.
—Ya lo sabía... –ella lo abrazó–. No te preocupes, ella es joven y algo bonita, estoy segura que encontrara un buen hombre.
—Lo sé –respondió él, apartándola con gentileza y ella lo miró con confusión–. Eres hermosa y joven, muy sensual y divertida, estoy seguro de que encontrarás a un hombre que te dé todo, más ese hombre no soy yo.
—¿Qué...?
—Finalmente sé lo que debo hacer, sé a quien debo elegir, lo siento.
—Cariño... ¿Qué estás diciendo? Esto no es gracioso.
—Regresaré a Manhattan, con mí esposa e hija. Se acabó, Camila.
siempre se sale adelante 🫣🫢🤫👋🇵🇦
no te conviene siendo el mejor abogado con todo lo que tu zorra le mando a Victoria tiene las de ganar y tu que eras embarrado