Jesica, es una chica de una familia media, cuando su madre enferma se ve obligada a comenzar con un trabajo como novia por contrato donde conocerá a Max quien la llevará a un mundo de mentiras y dolor
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sin palabras
Me encantaría que pudiéramos quedarnos un día más, comentó Cristen, notando la forma en que Luna observaba a Max con atención. Sin embargo, todos tenemos compromisos y responsabilidades que atender.
Querida, no te preocupes, volveremos, ya lo verás, aseguró Piero con una sonrisa mientras servía café fresco en las tazas.
Jessica observó a Max, quien llevaba puesta la misma ropa de la noche anterior. Al igual que Luna, era evidente que ambos habían pasado la noche juntos.
Un tanto incómodo por la situación, Max decidió hablar: Voy a darme un baño, dijo, tratando de evadir la tensión en el aire.
A pesar de la evidente incomodidad entre ellos, el desayuno comenzó sin mayores problemas. Jessica no le dirigió ni una sola palabra ni una mirada a Max, lo que no pasó desapercibido para Cristen, que se dio cuenta de la tensión silenciosa que reinaba en la mesa.
Todos comenzaron a empacar, y Jessica no tardó en unirse a ellos. Max entró en la habitación y comenzó a organizar su ropa, mientras observaba a Jessica, quien permanecía en silencio. Esa falta de palabras por parte de ella lo ponía nervioso, ya que no sabía qué pensar. Sin embargo, antes de que él tuviera la oportunidad de romper ese incómodo silencio, ella tomó su maleta y salió de la habitación, pues el helicóptero ya los estaba esperando.
Max, sin pensarlo demasiado, salió detrás de ella, también con su maleta en mano. No le dio tiempo para que él la ayudara con su equipaje.
Los padres de Max se despidieron de Jessica de manera muy cordial y amable, pero esa actitud le resultaba incómoda a Luna, quien mantenía una sonrisa en su rostro en todo momento.
Cuando finalmente subieron al helicóptero, Max se volvió hacia Jessica y la observó. Ella, sintiéndose nerviosa, cerró los ojos, como si tratara de reunir valor para enfrentar lo que estaba por venir.
En breve, el helicóptero aterrizó con un ligero zumbido de sus rotores. Ninguno de los dos decidió romper el silencio que reinaba en el ambiente, hasta que Max, antes de descender de la aeronave, finalmente tomó la palabra.
—Este es el dinero que te prometí —dijo, sacando un maletín de su equipaje y extendiéndolo hacia ella—. Quiero pedirte que borres mi número de teléfono y olvides que alguna vez nos conocimos. Esta será la última vez que nos veamos.
Mientras hablaba, su mirada se mantenía firme, pero en su tono se podía percibir una mezcla de resolución y desahogo.
—Recuerda el contrato que firmaste, donde se especificaba claramente que tenías prohibido hablar de mí o de mi familia y Rafael te llevará a donde desees.—continuó Max, deseando distanciarse de Jessica debido a lo que ella había hecho sentir en su interior. Su corazón aún latía rápidamente, evidenciando la vulnerabilidad que había experimentado por su cercanía y sus acciones de ella, pues ese beso aún lo sentía en sus labios.
Max se sentía atrapado entre la necesidad de dejar todo atrás y la inquietante huella que Jessica había dejado en su vida. Su deseo de cortar la conexión era urgente, pero el peso de la situación lo mantenía tenso, como si cada palabra anunciara un final inevitable.
No se preocupe, no diré nada y tampoco volveré a hablar con usted ni con su familia, dijo Jessica, mientras descendía del helicóptero, visiblemente molesta por las palabras de Max. Su rostro reflejaba una mezcla de frustración . Con un gesto brusco, ajustó su cabellera antes de dar la espalda a Max, dejando claro que no estaba dispuesta a volver.
Jessica miró al chófer y entro al auto sin siquiera mirar a Max quien de inmediato subió a su auto y arrevazo al auto donde venía Jessica.