Única Oportunidad

Isamar Macip

Salgo de su oficina con el corazón acelerado por lo que sentí anteriormente, pero dispuesta a olvidar esa sensación, enfocándome en realizar mi trabajo. Primero que nada debo llamar a Juan y si él no contesta, intentar comunicarme con Violet, para que el asistente vuelva a trabajar, puesto que nunca se le brindaron vacaciones.

Marco el número que Salvador me ha dado, que es de Juan; y pongo el celular en mi oreja, escuchando las puertas del ascensor abrirse. Mis ojos van hacia allí pensando que puede ser el señor Samuel, pero me equivoco y veo a la nueva parejita de la mano. Automáticamente, corto la llamada y ambos me sonríen.

—Buenos días, Isamar.— me dice Violet.

—Buenos días, señorita. — digo viéndola, aunque luego me enfoco en él —Estaba llamándote. El señor Toledo viaja mañana a Canadá.

– Mi celular quedó en el hotel, nos dimos cuenta estando ya aquí— responde— ¿A qué va? Que yo sepa, no hay viajes programados.

— Que te diga él —señalo hacia la puerta de la oficina y el asistente arruga su ceño, pero va hacia allí, dejándome sola con la modelo.

—Así que, tú eras la secretaria del señor Saúl.

—Sí—respondo, ella ladea su cabeza y sonríe, mostrándome su perfecta dentadura.

—No sé si sabes, pero la señora María un día me llamó, a escondidas de Salvador y su difunto esposo. Recuerdo sus palabras y mantuve el secretito de su deseo. Ese que ni siquiera le comenté a mi amigo.

—No tengo conocimiento de ello. — digo sinceramente.

Es raro que la señora la haya llamado y no me lo haya dicho, pero seguramente es algo entre ellas y yo no puedo saberlo. Ahora Violet sonríe frente a mí y no sé cómo tomarme ese gesto. No comprendo si es sincera, si significa algo bueno, o si solo desea hacerme enojar porque ella habla con Maria, pero eso no pasará. La señora puede tener cien amigas y yo no interferiré.

—Eres demasiado inocente—ríe y se acerca aún más a mi escritorio, apoyando sus manos en él— Ella...— empieza a susurrar y también me acerco para escucharla bien— desea que tú te cases con Salvador y me amenazó con acabar mi carrera si seguía esa relación.

Niego una y otra vez porque sé que eso no es cierto. La señora María jamás amenazaría con quitarle el trabajo a alguien; ella me ayudó a mí... Es un ángel, no un demonio. Lo que dice esta mujer es mentira.

Quiero creer que María no quiere emparejarme con su hijo, ni que hizo tal horrenda cosa, porque es... imposible, ¿no? Digo, Salvador es un CEO impresionante y yo solo una secretaria. Su dinero no se compara al mío, él derrocha cuando quiere y yo no puedo darme ese lujo. Es impensado.

—No me creas si no quieres, pero tarde o temprano te darás cuenta —avisa todavía sonriendo.

Ella me deja sola luego de eso, desapareciendo también en la oficina de Salvador, entrando como si fuera la dueña y señora de todo. Las risas se escuchan desde aquí y la curiosidad me mata, pero me quedo sentada en mi lugar aguantando las ganas de escuchar detrás de la puerta.

Pasan los minutos y también las horas, hasta el mediodía, donde golpeo para interrumpirlos y ofrecerles la compra del almuerzo, pero me responden que saldrán a un restaurante y también me invitan a ir con ellos, pero me niego. No puedo darme el lujo de hacer un gasto así de innecesario. Yo siempre aprovecho la comida que brindan aquí, en el edificio. Esa que la misma empresa paga y nos dan como un beneficio extra.

Salvador me mira fijamente y asiente, aunque suspira. Mis ojos van a sus acompañantes y lo único que puedo notar es la sonrisa pícara de Violet. Sus labios se mueven en lo que parece decir "te lo dije "pero la ignoro, saliendo de la oficina. Voy al área del comedor y me siento en una mesa apartada, lejos de mis colegas. Esos a los que poco conozco.

Jamás me interesó tener cercanía con ellos y aparentemente a ellos tampoco para conmigo, así que todos felices y sin hipocresía.

Almuerzo sola, viendo las noticias en mi celular, esas en las que sale la gran modelo Violet Sanders con el conocido asistente de Salvador Toledo, su mano derecha. Ambos aparecen en varias fotos, agarrados de la mano, sonriendo y también abrazados; hay una, en particular, en la que Violet saluda directo a la cámara, notándose muy feliz. Las palabras de los reporteros son contradictorias, algunas parecen felicitarlos y otros matarlos; unos se alegran de verlos felices y otros piensan en la diferencia económica/ social.

Yo, lo único en lo que puedo pensar es en lo rápido que son esos trabajadores: los reporteros y medios de comunicación. Solo hace algunas horas en las que ellos abandonaron ese hotel y vinieron hacia la empresa; horas suficientes para crear noticias.

Después del almuerzo, el asistente vuelve solo, avisándome que Salvador no asistirá a la empresa y que cada cosa, debemos enviársela por correo porque estará preparándose para su viaje. El que hará solo.

Asiento sin decir nada y me enfoco en los documentos que debemos revisar, aunque no puedo negar que me preocupa el motivo por el que Salvador debe ver a un doctor.

Más aún pienso en que María no puede saberlo todavía y que él irá solo. Totalmente solo para saber cuál es su condición de salud.

Lo peor es que se me ocurre una idea, no muy buena... ir con él. Acompañarlo en esto, sin que María sepa de mi ausencia.