aveces el amor no es lo uno espera
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Capítulo 15 – Ecos del pasado
Patrick nunca había dejado de buscarla.
Habían sido 4 mesese desde que Luna desapareció. Tiempo en que él había pasado entre sombras, persiguiendo cada pista, cada rumor, cada indicio que lo pudiera llevar a su esposa. Porque no, ella no podía haberse ido por su cuenta. Él le había dado todo lo que necesitaba. Y más. Había sido su salvador, su protector. No había otro hombre que pudiera darle lo que él le ofreció: poder, estabilidad, el respeto que ella no merecía, pero que él le dio. Y ahora ella… ella lo había abandonado.Ella le debía todo.
La ira, esa vieja amiga, volvía a instalarse en su pecho con una fuerza feroz. Lo que había empezado como una inquietud, una sensación de abandono, pronto se convirtió en algo mucho más peligroso. Como si la tierra misma se estuviera abriendo debajo de él. No pensaba en lo que había dejado atrás, solo en lo que había perdido. En lo que él *había* construido, para *él*. Y ahora estaba desmoronándose. Él no iba a permitir que eso pasara.
El teléfono había estado callado demasiado tiempo. Ninguna pista, ningún rastro. Pero había algo en el aire. Algo que lo hacía saber que Luna estaba cerca.
Al principio, Patrick había empezado su búsqueda en la ciudad, pero pronto se dio cuenta de que ella no había cruzado sus límites. No, Luna era más astuta de lo que él pensaba. Y tenía alguien que la estaba ayudando. Patrick no fue tonto. Sabía que alguien debía estar ocultándola. Un amigo, un cómplice. Y esa persona tenía un nombre: Tomás.
Fue en un bar de la ciudad donde escuchó su primer nombre. Nadie parecía conocer demasiado sobre él, pero bastó un par de días de preguntas discretas para descubrir que Tomás estaba vinculado a la mujer que él había hecho suya. Luna.
"Tomás", pensó Patrick, mientras giraba el volante de su auto en dirección al pueblo.
***
Cuando llegó al pueblo, la sensación de estar cerca de ella fue insoportable. Su mente no dejaba de dar vueltas a todas las cosas que podía hacerle si la encontraba. No la iba a dejar escapar otra vez. No tan fácilmente.
Lo primero que hizo fue recorrer los caminos más cercanos al pueblo, buscando algo, cualquier cosa que lo indicara que ella había estado ahí. Un coche conocido. Un rastro, un amigo. Las primeras horas no le dieron nada. Pero cuando pasó cerca de un pequeño vivero, algo llamó su atención. Luna.
Allí estaba, trabajando entre las plantas, su cabello recogido con una diadema sencilla, las manos sucias de tierra. El corazón de Patrick se detuvo por un instante. Su Luna, tan frágil, tan bonita, tan llena de vida, ahí, en un lugar tan común. Como si nada hubiera pasado. Como si ella hubiera olvidado todo lo que él había hecho por ella. Como si su amor fuera solo una historia de fantasía.
Pero lo peor de todo fue ver cómo ella no estaba sola.
Tomás estaba con ella. Caminaban juntos, como si fueran amigos de toda la vida. Como si todo lo que había pasado entre Luna y Patrick fuera solo un mal sueño. La sonrisa de Luna, aunque tibia, era evidente. Y Tomás… ese maldito Tomás, con su actitud relajada, con su porte confiado, con sus manos cerca de Luna.
Eso no podía seguir así.
Se detuvo a varios metros, observando cómo se alejaban hacia el fondo del vivero, entre las plantas. Sabía que no podía dejar que ella lo viera, que la viera cerca de él. Pero al mismo tiempo, no pudo evitar sentir una rabia creciente al ver la cercanía entre ellos.
Volvió al coche, y con una sonrisa amarga, comenzó a planear lo que haría. Había que ser paciente. A veces, las mujeres necesitan ser recordadas de quién las cuida. De quién las protege. Luna había sido suya, y siempre lo sería.
***
Pasaron los días, y la presencia de Patrick fue como una sombra que se cernía sobre el pueblo. Nadie sabía exactamente qué buscaba, pero sus preguntas, sus rondas por los bares y tiendas, le dieron la atención suficiente como para que los rumores empezaran a circular. La gente empezó a hablar.
Tomás lo notó.
Esa tarde, mientras Luna se dirigía al mercado para comprar algunas cosas, Tomás la vio desde lejos, con el ceño fruncido, observando la calle por donde ella pasaba. Se acercó a ella rápidamente, sin perder de vista los alrededores. Algo no estaba bien.
—Luna, ¿estás bien? —le preguntó, deteniéndola en seco.
Ella lo miró confundida, pero al ver la seriedad en su rostro, algo hizo clic en su mente.
—¿Qué pasa?
—Nada, solo… vamos a dar una vuelta, ¿sí?
Luna lo siguió sin decir palabra, pero sus ojos comenzaron a delatar su creciente temor.
—Tomás… ¿crees que él está cerca?
Él la miró fijamente, sin querer preocuparla más de lo necesario, pero sabía que la amenaza de Patrick estaba mucho más cerca de lo que pensaban. Había algo en el aire, algo pesado.
—Vamos a mantenernos cerca —le dijo, tomando su brazo con suavidad—. No vamos a dejar que te encuentre. Ni él, ni nadie.
Pero mientras se alejaban del mercado, Patrick los observaba desde una esquina, sin perderles de vista. Su sonrisa se alargó, y sus ojos se llenaron de determinación. La búsqueda había llegado a su fin.
Luna y Tomás no sabían que en las sombras, la pesadilla de ella estaba esperando para resurgir.