BUSCANDO A MI LUNA

POV - ELENA

No creo haber experimentado tanto miedo acompañado de tranquilidad, como hasta hoy, mientras atravesábamos las puertas del santuario de los Sabios, una avalancha de interrogantes invadía mi mente y una sensación inquietante me envolvía. Brisia estaba a mi lado, aun procesando lo que había visto. Me miraba con una mezcla de respeto y temor. Yo lo entendía perfectamente. A veces, ni yo podía aceptar lo que había ocurrido.

El interior del santuario estaba hecho de piedra y madera antigua, Varun nos guio al salón principal. Era alto, con una barba gris y unos ojos que parecían haberlo vivido todo, miro a Brisia de una forma que no me gusto, sabia el porqué, los humanos desprendían un olor peculiar y yo ahora podía sentirlo.

—Te damos la bienvenida, Elena —comentó Varun desviando su mirada en mí—. Ven, toma asiento. Hay mucha información que necesitas conocer.

Me senté enfrente de él, sintiendo que estaba a punto de descubrir algo más grande que yo. Brisia se quedó cerca, en silencio. Kael, de pie tras de mí, y sus hombres fueron a apostarse a un costado. Varun comenzó a hablar con una voz tranquila, como si narrara un antiguo mito:

—Mucho antes de que los reyes gobernaran en Europa, en una época en que los dioses aún andaban entre los humanos, existió un reino olvidado: Arcadia de Occidens. Allí dominaba Licaón, un hombre arrogante, sabio y temido. Fue él quien ofreció carne humana a Zeus…Un escalofrío recorrió mi espalda.

—…y como castigo, no lo mataron. Lo transformaron en el primero. En una maldición viviente. En el primer hombre lobo.

Varun prosiguió, y su voz llenaba el lugar como un eco antiguo. Licaón gritó por última vez como humano y aulló por primera vez como lobo. Su descendencia fue maldita. Sus hijos llevaron esa herencia, y así surgimos nosotros. Algunos a través de la sangre. Otros por ira. Todos por el destino.

—Uno de sus descendientes lo cambió todo: León de Occidens. Se adueñó del poder, organizó a los clanes, y estableció una norma clara: el heredero solo puede reinar si su alma se une a una loba de sangre pura y así sea dado por generaciones, el padre de Kael reina junto a su luna, que es de sangre pura.

Tragué con dificultad. Kael se puso tenso detrás de mí. Varun me miró intensamente.

—Y ahora tú estás aquí, Elena. Transformada… cuando no deberías haber podido hacerlo.

—¿Qué… qué significa eso? —inquirí.

—Que tú eras humana —respondió finalmente Kael—. Una mordida no debería haberte convertido. No en su totalidad. No con esa fuerza.

Mi mente estaba hecha un caos. ¿Qué era entonces yo? ¿Una aberración? ¿Un fallo? ¿Un presagio?

Varun se levantó y se acercó a una mesa de piedra. Abrí un pequeño cofre con inscripciones antiguas y tomó una aguja de plata y una copa de cristal ante la atenta mirada de todos.

—Necesitamos estar seguros —dijo con suavidad—. Permíteme realizar una prueba de sangre.

Asentí con el corazón acelerado. Extendí mi mano y sentí el pinchazo. La sangre fluyó, densa, roja… pero al contacto con la copa, la reacción fue inmediata.

Un brillo plateado inundó la habitación. La copa tembló y una energía imperceptible fluyó por el ambiente. Los guardias que estaban con Kael retrocedieron. Derek murmuró maldiciones entre dientes. Brisia dio un paso atrás, sus ojos muy abiertos.

Varun miró la copa como si no pudiera creer lo que observaba.

—Esto no puede ser… —murmuró.

—¿Qué sucede? —pregunté, sintiendo que mi voz temblaba.

—Tu sangre. . .  no es únicamente humana. Tampoco es resultado de una transformación normal. Hay algo más. Hay. . .  un linaje. Un poder antiguo. Es como si una parte de ti siempre hubiera pertenecido a nosotros.

Kael se acercó, tomando mi muñeca.

—¿Qué significa eso? ¿Qué puede. . .?

—Significa que la mordida no la alteró. Solo despertó lo que estaba dormido en ella —afirmó Varun, con seriedad—. Ella es la elegida. No es impura. Tiene más de loba de lo que creemos.  Y si tú la marcaste, Kael. . .  el vínculo es real y sagrado.

Llevé mi mano a mi cuello, al sitio de la marca. Luego miré mi muñeca. La luna blanca aún estaba allí, grabada como una promesa eterna.

—¿Entonces. . .?  —susurré.

—Entonces —respondió Varun—, Elena de Edmon. . .  o como prefieras llamarte ahora. . . Se detuvo. Su mirada se centró en la mía.

—Eres digna del Trono Lunar, sobre tus hombros recae una profecía.

—¿Qué?, pregunte aun con miedo.

—Vamos a comprobarlo primero.

El silencio que siguió fue completo. Solo podía oír mi propia respiración. Había llegado buscando respuestas. Y ahora tenía más dudas que nunca. Pero al menos tenía una cosa clara:

Ya no podía escapar. Porque ahora. . .  yo también formaba parte del legado de los lobos.

*

*

Aquel antiguo templo desprendía aromas de incienso, piedra vieja y misterios. Caminaba al lado de Varun por los pasillos silenciosos, sentía que mi piel se erizaba, con apenas el brillo de las antorchas para iluminar el camino. Mi corazón latía fuerte en mi pecho, no por temor, sino por la inquietud de descubrir quién era. Quién había sido siempre y lo que estaba destinada a ser.

Varun se detuvo ante una imponente puerta decorada con símbolos que no comprendía. Cuando la abrió, una densa niebla salió de su interior, como si esa habitación estuviera respirando. Al fondo, rodeado de árboles pálidos y piedras que resplandecían suavemente, había un estanque de agua clara. Era mágico. Estaba lleno de vida.

—Este lugar solo responde a las elegidas —comentó el sabio—. Las aguas son sinceras. Revelan el alma… el origen. ¿Estás lista?

Asentí sin dudarlo. Me quité la túnica y entré despacio. El agua fría me envolvió, robándome el aliento. Pero no sentí dolor. Sentí. . . paz. Me sumergí y cerré los ojos.

Y entonces, el tiempo se detuvo a mi alrededor.

Vi a una mujer con el cabello blanco como la luna. Era hermosa. Poderosa. Su sonrisa iluminaba. A su lado, un hombre de mirada intensa, un licántropo con sangre humana, este vivía en un pueblo pequeño con su familia. Al parecer la ayudo cuando fue atacada por lobos salvajes y entonces se enamoraron profundamente, desafiando todo. La mujer era hija de la diosa Luna, se lo dijo y eso lo asusto, pues él, era un guerrero de Occidens sin nada que ofrecer, pero desafiando todo y a todos tuvieron una niña.

Luego, apareció la diosa luna. Su rostro era imponente y melancólico. Sabía que el mundo no estaba preparado para una niña así. Así que cello sus poderes y la dejó en un reino humano confiando su crianza una reina que no podía tener hijos, lejos del peligro y de sus padres que su frieron al tener que dejarla.

La escena cambió. Vi a una princesa de cabello castaño, sonriendo en los jardines de un castillo. Era mi madre, su parecido conmigo era innegable. Se enamoró de un hombre indigno, mi padre, ambicioso y sin escrúpulos. Quedó embarazada, y al dar a luz. . .  su cuerpo sin poder alguno pues estos seguían sellados no pudo soportar el porto y murió.

Entonces vi a una niña solitaria en esos mismos jardines. Su risa era la mía. Su destino. . .  ahora era el mío. El sello que me protegía se rompió con la mordida de Kael. Esa conexión intensa que sentí con él… no fue una coincidencia. Fue la clave que despertó todo. Salí del agua, jadeando. El aire llenó mis pulmones como un trueno. Mis piernas temblaban. Varun se acercó y me ayudó a salir. Me cubrió con una túnica blanca.

Y luego se arrodilló.

—Eres la luna suprema… una descendiente directa de la diosa. Tu linaje es sagrado.

Me quedé quieta. Mi piel seguía húmeda, pero mi alma ardía.

—¿Qué sucederá ahora? —pregunté en un susurro—. ¿Qué soy?

—Debes preparar tu cuerpo. Tus verdaderos poderes aún están dormidos. Por ahora solo tienes la fuerza de un licántropo. Sin embargo, cuando tu herencia divina despierte… todo cambiará.

—¿Me espera otra transformación? —pregunté, aún escéptica.

—Así es, mi luna.

En ese momento, Kael entró. Su mirada era fuego contenido. Había escuchado todo.

—Varun, no puedes contarle a nadie —dijo con una expresión seria—. Si los clanes se enteran de que ella desciende de la diosa… algunos la adorarán. Otros querrán acabar con su vida. Esto podría causar una guerra.

—¿Y qué sugieres hacer? —respondió el sabio—. ¿Esconderlo?

—Mi abuelo nunca aceptará a una reina con sangre humana. Nunca.

—Entonces es tu responsabilidad hacer que lo acepte. Ella es la elegida, lo quieras o no —afirmó Varun con determinación—. Tienes la tarea más complicada de todas, Kael. No solo debes protegerla… sino convencer a todo Occidens de que la Luna Suprema ha vuelto.

Kael me observó. No como el guerrero que me rescató.  Me miró como un hombre en conflicto entre sus obligaciones y sus deseos. Sostuvo mi mano.

—No estás sola. Nunca más lo estarás.

Sentí un nudo en mi garganta. Quería confiar en él. Pero una parte de mí temía lo que podía suceder. Temía lo que había despertado en mí. Lo que era. Lo que siempre fui y nunca supe.