** Saga Vannecelli **
Rachel Fiore es la mano derecha de Leandro Zanella, jefe de una de las ramas más importantes de la organización italiana. Desde que él la rescató a ella y a su hermana de la calle cuando solo tenía 14 años, ha estado perdidamente enamorada de él. Sin embargo, su temor al rechazo la ha llevado a ocultar este secreto durante seis años. Actualmente, la organización está siendo amenazada por los FGN, lo que obliga a Rachel a viajar a la capital para reunirse con el líder de la organización en busca de su apoyo. sin tener conocimiento de que se cruzaría con un hombre que transformaría por completo su vida.
NovelToon tiene autorización de Daniella cantillo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 5 corazón rotó
Rachel Fiore
...****************...
-Observo a Lucía, quien, mientras se frota los ojos, demuestra que ya está sintiendo sueño. Al revisar mi teléfono, me doy cuenta de que son las 8 de la noche; el tiempo ha pasado rápidamente. Cierro sus cuadernos y los guardo en su bolso. Le digo- Mi caramelito, es momento de que te laves los dientes y te prepares para ir a dormir. Ya hemos repasado para tu examen y sé que mañana obtendrás un 5.
-La veo sonreír y me responde- Sí, estoy preparada. Gracias por ayudarme a estudiar, te quiero mucho, mi osito.
- Me abraza y me da un beso en la mejilla. Yo le correspondo y le digo- Yo te amo con todo mi corazón.Ahora ve a cepillarte y a colocarte la pijama.
- Ella sonríe y me dice- Ya no soy una bebé, ya estoy grande. Puedo ponerme la pijama sola.
- La veo correr hacia el baño, mientras yo estoy sentada pensando que ya no es esa bebé a la que le cambiaba el pañal, que dormía a su lado. A pesar del tiempo, ella, para dormir, debía abrazarme; era su osito.
-Sin embargo, ella ya es una niña grande, mi tesoro, lo más preciado que poseo en la vida, un legado de mis padres. La observo regresar, ya vestida con su pijama, se recuesta en la cama y me pregunta- ¿Osita, podrías contarme sobre mis papás?
-Sonrío mientras un suspiro se me escapa, y le digo- Por supuesto, mi madre se asemejaba a ti, especialmente con ese hermoso cabello color avellana que era largo y radiante. Sus ojos eran de un color café, al igual que los tuyos. Era una mujer realmente hermosa y de estatura pequeña, como yo, como unos pequeños minions -sonrío-. Su sonrisa transmitía una profunda armonía; era una persona muy amorosa. Recuerdo que le encantaba el chocolate, al igual que a ti.
-Mientras le toco la nariz, ella me sonríe y me dice- Cuéntame sobre papá.
-Le respondí- Bueno, papá, eres un hombre alto de cabello negro, con ojos grises, al igual que yo. Era muy cariñoso y, aunque pasaba poco tiempo en casa, siempre hablaba mientras tú estabas en el vientre, dando patadas. Recuerdo que cuando naciste, papá se desmayó en la sala de la clínica, fue un momento muy gracioso. Cada vez que él estaba en casa, mamá lo mencionaba y él se sonrojaba de la vergüenza.
-Sonrío con nostalgia al recordar a mis padres. Eran personas muy amorosas, se preocupaban mucho por mí y nunca los vi pelear. Siempre fui su prioridad, a pesar de que mi padre pasaba mucho tiempo fuera de casa debido a su trabajo. Cuando estaba en casa, aprovechaba cada momento para estar con nosotros. Sin embargo, aquella noche los perdimos; solo logramos salvarnos mi hermana, que apenas tenía dos meses de vida, y yo, una adolescente de 14 años. Mis padres no merecían morir de esa manera. El día en que localice a esos asesinos, haré que enfrenten la muerte más dolorosa que se pueda imaginar. Salgo de mis pensamientos cuando ella me dice- ¿Por qué tuvieron que irse? Sé que me has dicho que son estrellas que nos observan desde arriba, pero sería mejor que estuvieran aquí con nosotras.
-Siento un nudo en el estómago; acaricio su mejilla y le digo- Mi dulce y hermoso caramelo, el destino ha decidido que las cosas debían ser así. Aunque no podamos verlos, ellos están aquí -señalando su corazón- siempre estarán presentes. Nos aman y nos cuidan, así que ha llegado el momento de descansar.
- Me hace un puchero y me pregunta - ¿podré verlos en mis sueños si los llevo en mi corazón?
- Admiro profundamente su inocencia; si tan solo supiera la verdad sobre nuestros padres, tan inocente en un mundo tan cruel. Le doy un beso en la frente y le digo - Sí, mi amor.
-La observo acomodarse y cerrar los ojos. Minutos después, salgo de su habitación y decido bajar a la cocina en busca de algo para comer. A pesar de haber cenado, siento el antojo de algo dulce, quizás un pudín de chocolate. Mientras bajo las escaleras, escucho ruidos y me dirijo hacia la fuente de ese sonido. Entonces, me doy cuenta de que Leandro está besándose con una chica de cabello rojo, que resulta ser Olivia.
Observo cómo su mano acaricia la figura de ella, hasta que llega a su trasero y lo apreta.
Los observo en silencio, mientras mi corazón se quiebra nuevamente. Él abre los ojos al verme y se aleja de ella. Ella, al percatarse, gira hacia mí, se ajusta un poco el vestido y se limpia los bordes de los labios. Con una sonrisa, me saluda-Hola, Rachel, ¿cómo estás?
Yo le respondo con un tono serio y cortante- Bien.
-Ella continúa sonriendo y dice- Sé que Leandro te quiere como a una hermana, al igual que Lucía. Me gustaría que nos lleváramos bien y que pudiéramos ser amigas, ahora que viviré en esta casa.
-¿Qué acabas de decir? Noto cómo Leandro la abraza por la cintura mientras sonríe y dice- Así es, a partir de hoy ella vivirá con nosotros, será la dueña de esta casa. Espero que puedan llevarse bien y que se hagan amigas.
-Quedé en silencio. No sé qué siento en este momento; lo único que deseo es desaparecer, que este dolor insoportable que estoy experimentando se desvanezca. Lo que estoy sintiendo me quema los ojos y amenaza con hacerme llorar, así que rápidamente le digo- Felicidades. Disculpa, pero debo retirarme.
-No permito que respondas mientras subo rápidamente por las escaleras, llegando a mi habitación donde las lágrimas comienzan a brotar. Siento un intenso dolor en mi pecho, como si estuviera a punto de estallar. Mientras las lágrimas continúan cayendo, el dolor se vuelve más agudo. Desciendo lentamente y me arrodillo en el suelo, escondiendo mi cabeza entre las piernas y abrazándolas con mis manos. Lloro con más fuerza, hasta que siento que me falta el aire. -