Mi Condenada Suerte

Luego de un rato, con sus padres, Ricardo pidió ver al Enigma, con temor por si no lo aceptaban, pero sus padres inmediatamente dijeron que si y salieron para que entrara don Gabriel Sincler.

¿cuando se vieron, el joven bajo la vista y Gabriel preguntó, eres mi Omega? ¿Y elevó su mirada, sus destellos fucsias demostraron que era él, y con voz suave y temblorosa dijo, si, me crees? Gabriel lo abrazo y beso con locura, hacía doce meses lo perdió y ver su amor de nuevo, no importaba que era otro envase, en el fondo era su Manuel y su lobo. ¿luego de tanto cariño desbordado entre ambos, el mayor pregunto cómo? Y el joven le dijo que lo habían matado por culpa de Sebastián, que comenzó a gritar que lo ayudará sus sicarios, y una diosa muy molesta de la reencarnación, le ofreció este cuerpo por qué el joven falleció y bueno justo tú también estás dijo, y comenzó a llorar. Este cuerpo le dijo, es muy débil y por lo visto muy llorón, je, je, je sonrió después de decir eso y le dijo, nunca demostré debilidad en mi vida, aunque me pasaron cosas y tampoco lo intente, ser frágil cuando estaba en Sebastián, pero ahora por más que quiera ser fuerte este cuerpo no me deja, te veo y, se ruborizó por lo que casi estaba por decir. Gabriel que lo escuchaba atento y lo miraba estudiando su forma para estar seguro de que era él. Al ver su sonrojo lo tomo por la barbilla y le elevó la vista así se encontraban y al verse a los ojos le preguntó, que hace ese cuerpo, y dijo muy suavemente, está elevando temperatura mientras tú estás junto a mí. Mucha Pregunto el mayor y el menor comenzó a liberar feromonas y ronronear en el cuello del otro ser, le hacía cariño con su cabeza y de pronto le lamió el cuello provocando la excitación de Gabriel, quien libero sus Feromonas, comenzaron a besarse y a acariciar con más anhelo el cuerpo del otro, y de pronto Gabriel paró, le arregló la ropa y le dio un beso en la frente, pidió disculpas y se fue, dejando al joven solo cargado de hormonas.

El joven no sabía que había pasado, pero se puso triste y comenzó a llorar, se escondió en las sábanas preguntándose que hizo mal.

Afuera Gabriel se odiaba, querer hacer el amor con su lobo, cuando el joven estaba conectado a tantos aparatos y varios tubos tenía en su pecho, eran una vía central y una para diálisis en el cuello, todos conectados a sueros endovenosos. Por lo cual al ver si cuerpo tan lesionado, le dio pena su descortesía, dejarse llevar por su deseo de lobo y no ser racional como el hombre mayor en esa relación.

Luego de pegarse en la frente, Octavio le pregunto que pasaba y Gabriel pidió disculpas y se fue, al día siguiente le envío un ramo de rosas blancas a Ricardo y una nota que decía, buen día mi luna.

Feliz agarró las flores y las olió, pero la madre se las arrebato y las tiró, y le gritó sabes que eres alérgico quieres morir. Ricardo comenzó a llorar, viendo sus flores rotas, y dijo no me siento mal, mira, y pidió una rosa más no sea, pero la madre las saco lejos de su hijo.

A la tarde cuando Gabriel fue a la clínica, el gamma ya no estaba, sus padres se lo habían llevado a su casa, fue s verlo y la Sra. Helen Lo llamo al salón y hablo con él, le dio un cuaderno donde estaba todo el historial médico de su hijo, sus alergias, sus dietas, internaciones, todo. Hasta las fechas de celo, que aunque pocas las había y tenido y con mucho dolor. Y dijo si quiere a mi hijo no saldrá de este cuaderno y registrará si algo más le hace daño. Y no vuelva intentar matar a mi hijo, no entiendo dijo el enigma y ella respondió es alérgico al polen. No lo sabía dijo Gabriel y ella respondió pregunté antes de actuar, le dio el cuaderno, estudie y Luego me lo regresa, esto es la biblia que salva a mi pequeño. Se levantó y se fue, Gabriel abrió el libro, sentado en el sillón donde quedó luego de irse Helen y vio las innumerables veces internado, las infinitas listas de alergias y tratamiento. Cerró el cuaderno y subió a la habitación del joven.

Ricardo dormía, ya no tenía los sueros ni el oxígeno, estaba con curaciones en cuello y clavícula, en los brazos se veían hematomas de distintas épocas y sus dedos dos se veían quemados, por tener color amarronados, se acercó y beso sus dedos de la mano derecha y el joven se despertó y lo abrazo rápidamente, como si así no le daba tiempo a escapar de nuevo.

Gabriel se sentó en la cama a un lado del menor, que no lo soltaba y le hizo cariño en su rostro y con voz quebrada, recordando todo lo que leyó se puso a llorar y pidió perdón abrazando a su Luna, dijo lo siento no sabía que eras alérgico y Ricardo hizo un puchero y respondió con la trompita larga, ni yo, mi mamá me tiró las flores, que eran hermosas. Los dos se miraron y Gabriel no resistió más y volvió a caer en la tentación de esos hermosos labios que hacían una trompita para morder.

Sus besos se fueron intensificando, sus caricias eran un baile erótico en el cuerpo del otro, cada dedo, cada huella, quemaba los dos estaban en el séptimo cielo y sus feromonas se complementaban como antes, como ahora, y de pronto las ropas volaron por los aires, las respiraciones eran rítmicas entre ellos, el calor y el deseo invadían el lugar y la tentación los dominaba, cuando Gabriel comenzó a comer el cuerpo del menor, vio la cantidad de cicatrices que tenía en el cuello y hombro, su abdomen, en el tórax abajo de la axila, su cuerpo frágil y pálido, que parecía que si lo apretaba un poco se rompería y sus huesitos, era tan flaco, que podía ver todos los espacios intercostales. No pudo continuar, tenía miedo de hacerle daño, no era tan fuerte como el cuerpo de Sebastián y él era muy grande para tan pequeño cuerpo, por lo cual dejo al joven, con un beso en la frente y dijo, lo siento tengo que irme, recordé una reunión. Y salió rápido de la habitación.

Ricardo no entendía, otra vez lo dejo así, no sabía que le pasaba que no podían volver hacer el amor como lo hicieron cuando era Sebastián, se puso triste y otra vez se escondió en las sábanas pensando que podía ser.

la madre entró a la habitación y no supo que decir, las feromonas eran intensas y abrió las ventanas y le pidió al hijo que dejara de liberar feromonas. el joven aceptó pero no salió de su fortaleza, que era su cama y sus sábanas.