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Confusión Nuestra

Confusión Nuestra

Status: En proceso
Genre:Grandes Curvas / Malentendidos / Romance entre patrón y sirvienta / Diferencia de edad / Apoyo mutuo / Mi novio es un famoso
Popularitas:2k
Nilai: 5
nombre de autor: Koh

Dalia comenza a trabajar como ama de llaves para un pariente /no pariente lejano de su padre, quien era un pintor famoso de pintura erótica; para ayudarse en sus gastos personales mientras termina la universidad. Pero termina en las manos seductoras y perversas de este pintor, confundiendo sus prioridades en la vida.

NovelToon tiene autorización de Koh para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 11

Dentro de un departamento de lujo en Millán, las cortinas oscuras mantenían a raya el paso de la luz del sol, dejando en la penumbra muebles caros y adornos de lujo.

Los rincones estaban lleno de basura y botellas de whisky, la casa olía a moho y el polvo se acumulaba en todas partes. Esta es la escena que se encontró Lisa al entrar al departamento.

Lisa se sintió angustiada y buscó en todas partes hasta encontrar a Luciano Portinari, roncando en el suelo de su estudio. Lisa se acercó con cuidado e intentó despertar al hombre que apestaba a alcohol, pero la pestilencia de toda la casa le provocó náuseas y corrió al baño, que gracias a los cielos, era el único lugar más limpio que había y no pudo evitar vomitar.

Vomitó lo poco que había logrado comer y se apoyó de la taza con fuerza, intentado mantenerse firme. La noticia que le daría a Luciano era muy importante y necesitaba de toda la energía posible para enfrentarse a él.

Después de enjuagarse la boca, se miró al espejo y vio una mujer, más pálida de lo que recordaba, aunque su cabello oscuro se veía más brillante de lo que recordaba y su cuerpo parecía más vibrante aunque ella misma se sentía agotada, pero no pudo evitar mirar su vientre y depositar sus manos, acariciando el pequeño bulto que comenzaba a asomarse, con cierta alegría.

Cuando salió del baño, vio a Luciano despierto buscando algo en la alacena de la cocina. Lisa se acercó con nerviosismo a él, respiró profundamente y lo llamó.

-Luciano…

Él pareció sorprendido por su intrusión, la miró con cautela hasta que su mente aun nublada por la resaca, la recordó.

-Lisa – pronunció con una voz ronca – ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste?

-La última vez, cuando estabas borracho, te traje hasta tu casa y me dijiste dónde estaba tu llave de repuesto. – lo miró con cautela y al no verlo enojado, sonrió, intentado que todo continuara pacifico – No te enojes.

-Como sea – sacudió la mano, restándole importancia a su explicación. Al fin puso la cafetera a funcionar y la miró de nuevo – Aun no respondes, qué haces aquí.

Lisa se puso nerviosa. Jugueteó con sus dedos e intentó sonreír, pero solo logró que su sonrisa se viera fea. Tragó con dificultad.

-Hay… hay algo que tengo que decirte – lo miró y él estaba ya tomando su café – Es… es muy importante.

-Qué cosa, mi cabeza aun duele así que date prisa.

Lisa apretó los labios. No podía alargar las cosas o todo podría ponerse muy mal.

-Luciano, yo – suspiró, con agallas se acercó a él, tomó su mano y la depositó en su estómago – Estoy embarazada.

-¿Qué?

Luciano parecía perdido.

-Estoy embarazada – repitió Lisa, sonrió con ternura – Es tuyo Luciano.

Pero él despegó su mano de su barriga como si ésta quemara.

-No digas estupideces, en todo caso ese bastardo debe ser de otro.

Lisa sintió un dolor horrible corromper en su pecho, y sin poder contenerse, las lágrimas cayeron.

-No digas eso – se limpió las lágrimas con el dorso de su mano – De verdad estoy embarazada de ti. Si… si quieres, podemos hacer una prueba de paternidad. Cuando crezca lo suficiente se puede hacer aun cuando no haya nacido, solo – sollozó – Solo no digas que no es tuyo.

-Debes estar loca – la miró con dureza, haciendo que Lisa sintiera que el suelo se abría – ¿Qué quieres? ¿Amarrarme?

Lisa sacudió su cabeza.

-Yo te amo Luciano y lo sabes, por favor – intentó abrazarlo pero él la empujó y se alejó de ella como si fuera un insecto horrible.

-Bótalo.

-¿Qué?

-¡Abórtalo! ¡No lo quiero!

Lisa lloró de nuevo, sintiendo su corazón partirse en mil pedazos, abrazó su barriga con angustia por el rechazo de él hacia el bebé no nato.

-Ya no puedo – seguía sollozando, ya está de catorce semanas, el tiempo para poder quitarlo pasó.

-¿Lo planeaste? – la miró furioso – ¿Todo fue una trampa? ¡Cuando fue!

Ella negó desesperada.

-No, no lo planeé – se limpiaba las lágrimas pero estas no paraban de caer – Y… fue un accidente. Yo ya tomaba anticonceptivos – lo miró angustiada – ¡Lo juro! De verdad, y creo… creo que fue esa vez de lo del hotel, yo había tomado antibióticos por una leve infección de los pulmones – sus manos temblaban, recordando lo sucedido – Estabas muy tomado, luego de haber hecho una apuesta con ese pintor, no recuerdo su nombre, en todo caso, cuando estuvimos solos… fue que pasó… creo… creo que la pastilla falló…

Luciano sentía palpitar su cabeza, tanto por el parloteo de esa mujer como por la resaca. Sintió desesperación porque odiaba las relaciones, lo dejaron abandonado de niño en la calle, vio cómo su madre lo dejaba a su suerte, sin importarle qué pasaría con él a pesar de que la llamaba a gritos. Creció en las calles de Italia con desesperación y hambriento, odiando la insensibilidad de su madre, así que, jamás quiso tener familia, eso solo era un sueño.

Así que le asustaba el hecho de tener que ser responsable de algo que no quería, y más ahora que estaba en desgracia. A pesar de todo el dinero que ya tenía, su arte estaba quedando en el olvido. La inspiración, de por sí ya escasa, estaba muerta.

Todas sus obras de land art, se habían vuelto obsoletas y repetitivas. Estaba intentando buscar otros caminos de las bellas artes, pero no era bueno en el acrílico y era malo esculpiendo. Se sintió burlado por la vida y por sus propias palabras que le había escupido con malicia a Kei Smith, el otro aprendiz de su maestro, pero era porque él mismo estaba en decadencia y las críticas sobre su arte lo estaban matando.

¿Talento? Lo tenía, pero la fama y el dinero lo cegaron rápido, dejándose llevar por la vida de lujos que nunca tuvo, ahogándose en su arrogancia, creyendo que con solo intentarlo a medias, todo seguiría igual, pero se equivocó.

Su maestro, que lo había cuidado desde que era un adolescente, que era un padre para él, buscó otro aprendiz. Haciéndolo sentir abandonado de nuevo, resintiéndose con Kei Smith, por robarle a su maestro.

Entonces miró a Lisa, esta niña rica mimada, que le traía mala noticias y escupió las palabras más crueles. Aunque ahora no lo recuerda, eso ya había pasado unos meses.

Miró la tarjeta de invitación que tenía en sus manos, sintiendo resentimiento y las ganas de romper el papel y mandar todo al diablo, pero no podía. Su maestro, amablemente le había enviado la tarjeta y lo había invitado a ver su más reciente obra de Kei Smith.

-Kei Smith. – masculló el nombre con odio – Simplemente deberías desaparecer. Si no existieras… - miró el techo de su departamento y luego se llevó la botella de alcohol a la boca – El maestro volvería a cuidarme…

Murmuraba como un mantra.

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