Entre Dos Mundos

Max llegó a la oficina y fue recibido por su secretaria, Shirel, una atractiva mujer pelirroja que lucía unas hermosas piernas. Con una sonrisa encantadora, ella lo saludó antes de informarle.

—¡Buenos días, Max! El señor Piero ya se encuentra en tu oficina— dijo Shirel, mientras cruzaba la pierna con sutileza, buscando captar la atención de Max, ya que entre ellos existía una relación que iba más allá de lo meramente profesional.

Max la observó detenidamente de pies a cabeza antes de entrar en la oficina.

Al mirar a su alrededor, escuchó a Piero, que estaba sentado frente al computador, expresar su opinión con cierta burla: Veo que sigues contratando secretarias por su belleza y no por sus capacidades laborales.

Max, sintiéndose un poco incómodo ante el comentario, respondió mientras se acomodaba en su silla, suspirando: Papá, por favor, no empieces. Shirel es una empleada muy eficiente.

Tengo mis dudas, dijo Piero, suspirando. Hace un momento le pedí los balances de la empresa y hasta ahora no me los ha traído.

Están dentro del primer cajón, no hace falta que te los traigan, respondió Max, visiblemente molesto.

¿Cuándo va a llegar el día en que entres en la empresa sin dudar de mi trabajo o del de la gente que está aquí?, continuó Max, cada vez más irritado.

Tranquilo, esta también es mi empresa. Solo quiero estar informado, respondió Piero. Además, sabes que esta empresa se quedará contigo hasta que te cases y seas más maduro.

Padre, es una tontería lo que me pides, esas son ideas muy viejas ya no estamos en tus tiempos, dónde te obligaban a causarte con alguien_ dijo Max levantándose de la silla.

Pues, esa es la condición además yo no te estoy diciendo con quién casarte, tu eres el que va escoger con quién casarse y tú madre me pidio que invites este fin de semana a Jessica para ir de campo en familia.!_ dijo Piero revisando balances.

Este fien de semana tengo mucho trabajo.!_ dijo Max poniendo pretextos pues ya no quería volver a contratar a Jessica.

Para eso eres el jefe, tomate un fin de semana y delega responsabilidades a otra persona.!_ dijo Piero.

No pueden cambiar mi agenda de la noche a la mañana como si fuera algo trivial, exclamó Max, visiblemente nervioso.

Piero, alzando una ceja y con una expresión de incredulidad, respondió: No comprendo por qué te pones tan agitado. Es solo un fin de semana. Aunque puedo entender que no desees llevar a Jessica si no consideras que esa relación tenga un futuro serio, además de que sería un verdadero problema que lleves a mujeres a casa solo para tu diversión. Piero se levantó, mostrando cierta inseguridad sobre el verdadero estado de la relación entre Max y Jessica.

Max ya no dijo nada estaba realmente nervioso.

Piero salió de la oficina y Max se sentó en el sillón agitado por la situación, sentía que su padre lo descubriría y ahora no tenía otra opción que volver a contratar a Jessica.