Se bajaron de la camioneta e iban delante el hombre y detrás de ella el chófer que era como su guarda espaldas, mientras caminaban ella no pudo evitar fijarse en el cabello blanco de aquel hombre, todavía le parecía extraño que un hombre no tan viejo tuviese tantas canas en su cabello. Visitaron muchas tiendas que a ella le gustaba la ropa y compro mucha, el hombre no le puso límites a lo que ella quería comprar, aquel centro comercial era pequeño, solo tres pisos pero tenía la ropa más bonita y de mejor calidad que ella podía recordar. Se compró faldas, pantalones deportivos, franelas , franelillas, ropa interior, vestidos, se compró todo lo que le gustó, hace mucho tiempo que no se sentía tan bien como en ese momento.
Tras pasar varias horas en el centro comercial el hombre le hizo señas que ya tenían que irse, así que fueron a visitar la última tienda de calzados, quería comprarse un último calzado, la tienda vendía calzados deportivos de muy alta calidad y los tenían de todos los tamaños y colores. Tras pasar varios minutos probandose varios calzados se decidió por unos que eran verdes con franjas azules, esos le gustaron, se los quitó y se los entregó al chófer que estaba con ella, sin darse cuenta rozó la mano del hombre y por un momento la cara del hombre cambió, ya no tenía rostro, su rostro se convirtió en un amasijo de carne revuelta, ella quedó impresionada con esa imagen, el chófer agarró las gomas y se fue a pagar, y mientras se alejaba todavía sus rasgos faciales seguían así derretidos, parpadeó y se pasó la mano por sus ojos para ver si se le pasaba pero fue peor, al hombre le salieron unas ramas de árboles secos en su cabeza en forma de dos cuernos, en esas ramas revoloteaban unas cosas que no podía distinguir, quedó petrificada viendo esa escena hasta que sintió la mano del hombre en su hombro, eso la hizo salir de aquel trance.
- ¿ Estás bien? Pareciera que hubieses visto un monstruo.
Ella miró al hombre y le dijo:
- No es nada solo me quedé viendo al vacío, quizás hice una nueva, últimamente lo hago.
Quitó su mirada del hombre para volver a mirar al chófer y este estaba normal.
- Está bien, solo si te vas a volver loca otra vez avisa. No quiero otro accidente.
- Estúpido, déjame en paz.
Y el hombre se alejó riéndose de ella, mientras se iba alejando ella se lo quedó mirando, lo detalló minuciosamente, su cabello blanco, su traje de color cian, sus zapatos marrones, su reloj de bolsillo de oro, se fijó en todo, sabía que aquel hombre era su enemigo y tenía que buscar la forma de escapara de él, solo tenía que pensar como hacerlo, sí se iba de seguro la iba a buscar, todavía necesitaba de ella para sus planes. Comenzó a maquinar en ese momento varios planes para huir de aquel hombre, uno era escapara de la tienda mientras los dos estaban distraídos, vender toda la ropa que compró y utilizar el dinero para irse lo más rápido posible, pero una de las voces le decían que no, no podía huir de toda su fortuna, la fortuna de sus padres era de ella y de nadie más, mentalmente mandó a callar a esa voz, esa mañana no había tomado sus pastillas se le habían olvidado, sintió como poco a poco las voces en su interior comenzaban a despertar, eso la inquietó un poco ya que no quería luchar contra eso otra vez, hizo un recordatorio mental, cuando llegara se tomaría las pastillas inmediatamente, otra voz le de decía que huyera aquel hombre era muy peligroso, podía hacerle mucho daño, otra voz simplemente le dijo que se matara, su vida no tenía ningún sentido y ningún valor así que le hacía un favor al mundo simplemente saliendo de éste, esa última voz trato de suprimirla por completo para que las demás voces no le hicieran caso, en ocasiones cuando no estaba meeicada y escuchaba las voces siempre, sí una de las voces daba una idea que a las demás le gustara seguían esa idea y la repetían y repetían hasta el cansancio, eso la dejaba agotada, pelear con todas las voces en su cabeza era agotador para ella.
El chófer se le acercó y le entregó una bolsa de color blanca con las gomas que acababa de comprar, le hizo señas para irse pero ella se quedó observandolo para ver si ocurría otro cambio, el chófer lo notó, simplemente le dio la espalda y salió de la tienda, mientras iba saliendoel chófer una de las voces le dijo que ese señor era un demonio invocado por el hombre canoso, tenía demonios que trabajaban para él, por eso era que tenía tanto poder y autoridad sobre los demás, por eso era que la mayoría le llamaban amo, ella analizó lo que esa voz le acababa de decir y aunque ella no creía del todo algunas cosas sí tenían sentido, pensó que la única loca fue su tía, no creía que aquel hombre canoso como lo llamaba esa voz estaba implicado en actos de sacrificio ni brujería ni paranormal, otra voz la llamó ciega, ella tenía todas la evidencias para llegar a esa conclusión solo no quería ver la verdad, por miedosa. Ella por un momento se tiró al oído y se sentó con las manos en el rostro, quería que las voces se callaran, ya la estaban agobiando, ahora en su mente las voces hablaban todas al mismo tiempo, sin control, solo un bullicio sin sentido ni elocuencia, se quedó sentada varios minutos hasta que alguien tocó su hombro.
- ¿ Estás bien chica? - dijo el hombre canoso -
- Si sólo me duele la cabeza es todo.
El hombre metió la mano en su bolsillo y sacó un frasco del medicamento para calmar las voces, ella se lo quedó observando, allí estaba la solución a ese momento de tortura.
- No te tomaste tus pastillas, lo sé, y sé que quieres tomarte una. Debe de ser un infierno escuchar tantas voces en tu cabeza, tanto ruido y sin ningún lugar para ocultarte, te daré una pastilla para que te alivies pero me deberás un favor por ayudarte. ¿ Aceptas?
Las voces en su cabeza le decían que no aceptara, que era una trampa, pero ella las mandaba a callar y no le obedecían así que tomó una decisión para cuidar su cordura, observó la cara de aquel hombre y su cara era de maldad pura, una sonrisa malovola se asomaba por la comisura de su boca, eso la frenaba pero tenía que hacerlo.
- Está bien, solo dame la condenada pastilla.
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