Ella: Parte 2. Cap 6

Con toda la fuerza que tenía la empujó y las dos cayeron por la baranda de aquel balcón, la tía comenzó a gritar viendo tal escena, para la niña la caída hacía el vacío fue lenta y tortuosa, mientras iba cayendo pudo ver los pedazos de madera y astillas volando, la cara de su prima de terror al saber que iba cayendo rápido, sus cabellos cobrizos iban revoloteando por todos lados, su boca estaba llena de sangre, la sangre que se bebió de su padrastro. Para la niña fue una eternidad, y esa eternidad se acabó con un golpe sordo y luego un fuerte dolor en su brazo derecho, tuvo la suerte de caer en uno de los muebles pero con la caída se rompió el brazo, para su prima fue peor, ella cayó en la mesa de cristal que estaba en el medio de esa sala, su cuello se rompió con las partes metálicas y los cristales atravesaron su cuerpo, la prima mayor increíblemente todavía respiraba, miró a su prima que estaba a su lado y con su último aliento le dijo:

- Te odio, espero verte pronto en el infierno.

Y murió, la niña estaba muy adolorida pero sabía que todavía no estaba fuera de peligro, estaba su tía más rabiosa que nunca y con un arma en sus manos. Su tía muy adolorida por lo que acababa de presenciar gritaba de cólera:

- ¡ Mataste a mi niña, ya vas a ver lo que te va a pasar! ¡ Te cortaré en pedacitos, no me importa el pacto que hice, te mataré!

La niña se levantó del sofá adolorida, ese día agradeció a su papá por haber comprado ese mueble tan caro, valió la pena ya que atajó su mortal caída, salió corriendo a través de la puerta hacia el pórtico y se llevó una grata sorpresa, la casa estaba rodeada de policías, no sabía cómo pero no le importaba, eso era señal de que todo había acabado, la ayuda había llegado. Los policías la recibieron he inmediatamente se la llevaron en una ambulancia, atendieron sus heridas y le colocaron un sedante para que se durmiera durante el viaje a la clínica.

Cuando la niña despertó en la clínica estaba sola en la habitación, era muy grande y lujosa, pintada de color verde con baldosas blancas de alta calidad, un sofá grande que se convertía en cama para las visitas, un refrigerador a su lado lleno de muchas cosas, estaba confundida, no sabía dónde estaba, el brazo ya no le dolía tanto, lo tenía enyesado. Arriba de su cama en la pared había una lámpara de lectura, lo suficientemente potente para leer sin problemas pero sin que el brillo de esta molestara a la visita en la noche, de ella guindaba un botón rojo, ella se imaginó que era para llamar a la enfermera así que lo presionó, inmediatamente se escucharon los pasos en el pasillo afuera de su habitación y una señora de edad con traje enfermera entró en la habitación para atender a la niña:

- Señorita ¿ Todo bien? ¿ En qué puedo ayudarla?

- Si, este... ¿ Dónde estoy?

- Estás en la clínica San Fermín de Caoba. Te trajeron aquí por un... accidente. - dijo cortante la enfermera-

- ¿ Y mis padres, dónde están? ¿ Que pasó con mi tío? Mi tía le cortó el cuello, ¿ Que pasó con mi tía y mis primas? Por favor, llame a mis padres, no se que pasó.

La niña comenzó a llorar de la desesperación, agarró la mano izquierda y se la llevó a la cabeza y se comenzó a jalar el cabello fuertemente, fue tan duro que se arrancó un mechón de cabello. La enfermera al ver tal escena salió corriendo para inmovilizar a la niña, esta estaba gritando y llorando de angustia, quería ver a sus padres inmediatamente, no comprendía lo que estaba pasando, estaba muy confundida. La niña hizo un movimiento con el yeso y le dio en la cara a la enfermera causando que esta la soltara y retrocediera dos pasos, la niña miró atentamente a la enfermera como llevaba sus manos a la cara, de entre sus manos comenzó a salir un líquido negro, cuando la enfermera se acercó a la luz de la lámpara de la cama la niña pudo observar que era sangre, la niña le había roto la nariz a la enfermera, esta gritó a los enfermeros para que ayudaran a inmovilizar a la niña, esta al ver lo que le hizo a la enfermera no hizo más nada, dos hombre grandes vestidos de blanco agarraron a la niña de pies y manos mientras la enfermera traía consigo una jeringa llena de un líquido transparente, la enfermera con las manos llenas de sangre sujetó el rostro de la niña y lo inclinó hacia un lado exponiendo su yugular, introdujo la jeringa y la niña pudo sentir el líquido correr por sus venas, por dónde iba pasando la iba quemando y antes de sucumbir al sueño absoluto de la oscuridad miró a la enfermera y le dijo: