Pasó una noche larga y terrible, después de hablar con el hombre no pudo consolidar el sueño, toda la noche se quedó observando el techo y analizando cómo su vida había llegado a ser tan mierda con ella, no se había dado cuenta antes pero ahora estaba usando más sus pensamientos, estaba pensando mejor las cosas y veía los problemas con otra perspectiva, aunque lo único que quería era no tener ningún problema, vivir tranquila como vivía antes, extrañaba esa vida fácil y sencilla, aunque sabía que eso no volvería.
Alguien tocó a la puerta y la abrió sin pedir permiso como estaban acostumbrados.
- Buenos días, ya te tienes que levantar, alístate que vas a salir en una hora con el amo, no lo hagas esperar o será peor para tí. - dijo la vieja jefa de los sirvientes -
- Está bien. - Respondió ella -
Ella siguió acostada observando el techo, tenía la mirada perdida, esto hizo enojar a la vieja que se le acercó y le dijo:
- ! No quiero repetirlo otra vez ¡ Levántate y cámbiate.
- Está bien, o acaso eres sorda y no me escuchaste. - respondió ella con tono sarcástico -
La vieja se enojó mucho, su cara sé puso roja, estuvo a punto de gritarle pero alguien les interrumpió tocando la puerta.
- Buenos días, ¿ Interrumpo algo?
- La chica no quiere hacer caso ya le dije que se vistiera y sigue acostada. - dijo la vieja con rabia -
- Chica vístete hay que salir temprano, tenemos muchas cosas que hacer. - dijo el hombre -
- Está bien, lo mismo le dije a la vieja pero creo que es sorda.
- Muchacha malcriada, ya vas a ver, yo si te enseñaré modales.
La vieja se enojó y se acercó para pegarle a la chica pero el hombre interrumpió haciéndole una seña a la vieja y esta retrocedió, hizo una reverencia y se retiró del lugar.
- Vamos apresúrate tenemos que salir.
Ella se sentó en la cama para levantarse, el hombre salió de la habitación para darle privacidad, mientras ella estaba sentada pensó en lo de anoche, aquella boca que se la tragó, de verdad pensó que había muerto, aunque muy en su interior pudo sentir en una fracción de segundo la paz que estaba buscando, por su mente pensó ¿ Será que mejor me muero para terminar mis problemas? Sería muy fácil morir y no tendría más problemas, pero tan pronto como vino ese pensamiento se esfumó, se acordó que tenía que salir con aquel hombre.
Se cambió rápido para ir a comer antes de salir, al salir de la habitación en el pasillo le preguntó a uno de los sirvientes que estaba por allí que le indicara dónde estaba la cocina ya que ayer no la había encontrado, el hombre le dijo que estaba en este piso pasando el balcón a mano derecha, ella se quedó pensando el por qué ella creía que estaba en planta baja, no le dio mucha importancia y se dirigió a la cocina, no había nadie así que revisó el refrigerador para ver qué encontraba de comer y encontró para prepararse unos sandwiches, los preparó rápido y se los comió, tan pronto como se los acabó un sirviente la vino a buscar, ya se tenían que ir, el amo la estaba buscando, ella no entendía por qué a aquel hombre le decían amo, el solo era su jefe ellos no le pertenecían a él. Salió de la cocina acompañada de aquel muchacho mientras iban por las pasillo se fijó en el, no tenía más de veinte, tenis el cabello negro, piel blanca rasgos finos en su rostro, era guapo y caminaba elegantemente, si le pusieran un traje de vestir y no ese uniforme de sirviente cualquiera lo confundiría con alguien de la alta sociedad. Al llegar a la entrada una camioneta la estaba esperando, otro de los sirvientes le abrió la puerta para que se metiera, antes de meterse le dio una última mirada a aquel joven, le había llamado su atención.
Mientras iban en camino se preguntaba a donde irían, según el hombre tenían muchas cosas que hacer.
- Oye, ¿ Me podrías decir a dónde vamos? - preguntó ella al hombre -
- Tranquila, ten paciencia y eso es todo lo que voy a decir así que no sigas insistiendo. - le contestó el hombre -
Ella enojada se cruzó de brazos, estaba impaciente por saber que iban a hacer.
Varios minutos después pudo observar que estaban dirigiéndose a la ciudad, tenía tiempo sin ver la ciudad, le parecía muy bonita, tenía muchos rascacielos en ella, mientras paseaban por las calles pudo observar lo limpio que estaba todo, había jardines por doquier y sorpresivamente todos respetaban las normas de tránsito. Todos los edificios estaban pintados de un blanco que hacía que con la luz del sol brillaran, de verdad esa ciudad era hermosa. Tras pasar varias calles llegaron a un lugar, era como un centro comercial, entraron al estacionamiento, el chófer se estacionó y el hombre dirigió su mirada hacia la chica.
- Ya llegamos, vamos a ir a comprarte ropa ya que no tienes y obvio la que tienes en tu habitación ya no te debe de quedar, así que, aprovecha en comprar todo lo que quieras que yo te lo pago. - dijo el hombre -
- Está bien, tenía mucho tiempo sin ir a comprar ropa.
- Pues te has perdido la mitad de tu vida.
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