La muchacha y el hombre iban en una camioneta lujosa, ella iba distraída viendo el paisaje de noche, se sentía extraña ya que no había viajado en carro desde hace tiempo. Se percató que mientras iba viendo el paisaje el hombre no dejaba de observarla por el retrovisor, no pudo más y dirigió su mirada hacia el retrovisor, las dos miradas chocaron, ella pensó que él se incomodaría pero no, después de unos segundos ella fue la que apartó su mirada.
- Entonces... - dijo el hombre para iniciar la conversación con ella -
- Entonces... - respondió ella -
- Ya eres libre, ¿ Que es lo que quieres hacer?
- Pues no lo sé, llevo tanto tiempo encerrada que no sé qué hacer, pudiera ir al parque, al lago, de viaje, muchas cosas que puedo hacer que no sé con cual empezar.
- Suenas aburrida, ¿ La libertad no era lo que esperabas?
- Sin ningún lugar en este mundo al que pertenecer la libertad no es lo que uno espera.
- ¿ Prefieres estar encerrada?
- Preferiría tener a mi familia, eso es todo.
Hubo un pequeño silencio entre ambos, la mirada de ella se dirigió hacía la ventana de la camioneta, observando el paisaje nocturno, todavía podía sentir que la observaba pero no quería decir nada para no parecer paranoica. Pasó un rato y la curiosidad le ganó, le decía que mirara hacia ese espejo retrovisor, cuando lo hizo todos sus cabellos se erizaron, unos ojos grandes y amarillos la observaban fijamente, su corazón se aceleró sin saber el por qué, los ojos se movieron un poco y las luces alumbraban su frente, esta era de un color que le era familiar, era el mismo tono azúl de la mano que la agarró el día del accidente, eso la asustó más todavía, intentó quitar su mirada pero algo la tenía allí petrificada. Una voz lejana le decía algo pero no podía distinguir que decía, quería safarse de ese trance pero no podía hasta que una mano la agitó y se le escapó un grito ahogado. El señor al verla en ese trance la estaba llamando y al ver que no respondía la sacudió para que reaccionara.
- ¿ Estás bien chica ? - preguntó el hombre -
- Si, solo recordé algo, pero sí, estoy bien.
- Me diste un tremendo susto chica, no queremos que nada malo te pase.
Ella reflexionó acerca de lo último que dijo el hombre, “ no queremos ”, sabía que ese señor era el culpable de todo y que el estaba relacionado con aquel hombre azúl.
Después de unas horas de viaje llegaron a su antigüo hogar, esa mansión le trajo muy bonitos recuerdos, estuvieron en el portón principal no menos de un minuto ya que los guardias en el portón sabían quién iba en la camioneta, no recordaba que hubieran tantos vigilantes en la entrada, luego de pasar observó el jardín, no había cambiado nada a pesar que era de noche todavía se veía esplendoroso, no pude evitar que se le saliera una pequeña lágrima. Cuando llegaron a la mansión esta había tenido cambios en la fachada, ahora tenía unas estatuas de unos jabalíes en posición de embestida, le parecían muy feos sabía que a sus padres no les hubiese gustado.
Al estacionarse de la mansión salieron muchos sirvientes, los recibieron como si fueran dioses, todos haciendo reverencia a aquel hombre mientras se bajaba del vehículo.
- Lleven a la chica a su habitación y organicen sus cosas. - dijo el hombre con voz firme -
- Está bien, ahora mismo querido amo.
Respondió una señora ya muy arrugada, tenía canas e iba encorvada, para ella todos eran caras nuevas, no reconocía a nadie, veía desde el auto con extrañesa a toda esa gente, la señora llamó a uno de los muchachos que estaba allí y le dijo algo al oído mientras apuntaba hacía dónde estaba ella, no se había fijado y uno de los sirvientes le abrió la puerta dándole un gran susto, el hombre se disculpó y le indicó que tenía que seguirlo para llevarla a su habitación, al bajarse de la camioneta se percató que el aire de la mansión era diferente, tenía el presentimiento de que algo había cambiado en su antigüo hogar, el cambio era malo.
Al momento de entrar en la mansión quedó impresionada no recordaba que la mansión era tan hermosa, la decoración llamaba mucho la atención, telas de colores vivos adornaban toda la entrada principal, estaba impresionada, ella no se había fijado pero desde que se bajó de allí no había visto más al hombre, eso le dio mucha curiosidad, a dónde se había ido aquel hombre. Caminó por todo ese lugar viendo cada detalle de su entorno y se fijó en un patrón de la decoración, los únicos colores que se repetían era el blanco y el negro.
Al llegar a su antigua habitación le llegó el recuerdo de la última vez que su mamá la despertó con un abrazo, se aguantó las ganas de llorar, ahora tenía que ser fuerte, más fuerte que nunca ya que estaba sola. Sus maletas estaba allí pero sus cosas ya habían sido acomodadas en sus respectivas gavetas, todo estaba acomodado, hasta el último detalle, así se tiró en su cama y de pronto el cansancio le cayó de golpe a su cuerpo, había pasado unos años horribles y ya era libre. Se quitó sus zapatos, se acomodó en su cama y cerró sus ojos un momento para descansar pero se quedó dormida, el cansancio le había ganado.
Ella en ese breve de tiempo que está el cuerpo entre dormido y despierto pensó que haría ahora, quería seguir con sus estudios pero no sabía que estudiar profesionalmente, de pronto se observó vestida de abogada, su mamá era abogada, pero no le gustó eso, vestida con una braga y un casco blanco, el respectivo uniforme de ingenieros pero tampoco le llamó la atención eso, hasta que se vió vestida de chef, lo pensó por un momento y eso sí le gustaría hacer, estudiar cocina internacional, en ese instante se decidió, sería chef internacional y nadie le impediría eso.
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