¿Podría un hombre marcado por la sangre cambiar al encontrarse con una mujer que veía la esperanza en todo?
¿O el pasado de ambos sería demasiado fuerte para escribir una nueva historia?
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Cap. 20
El abrigo del diablo
Cindy se retiró con la cabeza baja. La mirada de Lucifer la había dejado helada.
—A ver, preciosa... ¿por qué tan calladita? Vamos a brindar —dijo Darmo, levantando su copa.
—Lo siento, señor. No tomo alcohol —respondió Eva, con voz firme pero temblorosa.
—¡Tienes que beber! —insistió Darmo, acercándole el vaso.
—No, gracias. Solo lo acompaño. Usted disfrute su trago —dijo Eva, apartando el vaso con delicadeza.
—¡Tú...! —Darmo se levantó, molesto.
Aris, desde el fondo, observaba con tensión.
*“Dios, que Lucifer intervenga...”* pensó.
—¡Ya pagué por ti! ¡Así que me sirves como yo diga! —gritó Darmo, intentando forzar el vaso contra los labios de Eva.
—¡No quiero! —Eva lo empujó y el vaso cayó al suelo, rompiéndose.
Darmo levantó la mano para golpearla.
—¡Ven aquí! —ordenó Lucifer, sin levantar la voz, pero con una autoridad que paralizó a todos.
Eva lo miró. Sin pensarlo, caminó hacia él.
—Señor, esta chica es mía. Ya pagué —dijo Darmo, jalándola del brazo.
—¿Sabes con quién estás hablando, viejo imbécil? —intervino Narendra, con tono burlón.
—No es para tanto, señor Narendra. Solo digo que esta chica...
—¿Cuánto pagaste? —interrumpió Lucifer, sin mirarlo directamente.
—Doscientos mil pesos —respondió Darmo, nervioso.
—Aris —dijo Lucifer.
—Sí, patrón.
Aris sacó su chequera, escribió el monto y se lo entregó a Darmo.
—Listo. Ya no es tu problema.
—Vaya... el señor Lucifer sí que paga caro por una cara bonita —murmuró Darmo, riendo.
Lucifer se giró hacia Eva. Ella bajó la mirada, temblando.
—¿No me escuchaste? —dijo Lucifer, con tono seco.
Eva se acercó lentamente. Narendra soltó una carcajada.
—Vamos, acompaña a nuestro jefe. No lo hagas enojar, o te va a tragar viva —dijo, jugueteando con su cabello.
Lucifer lo fulminó con la mirada. Narendra se encogió de hombros y sonrió.
Eva pensó: *“Al menos no estoy con ese hombre calvo. Lucifer parece duro, pero no vulgar.”*
Se sentó junto a él. Aris se colocó detrás, como sombra silenciosa.
Eva le sonrió a Aris. Él le devolvió la sonrisa, discreto.
Lucifer se quitó su abrigo negro y lo lanzó sobre los hombros de Eva.
—¡Ay! —exclamó ella, sorprendida.
Lo miró, confundida.
—Póntelo. Tu ropa está demasiado expuesta —susurró Aris.
—Ah... gracias —dijo Eva, asintiendo.
Mientras se acomodaba el abrigo, su mano rozó sin querer la mejilla de Lucifer. Todos se quedaron en silencio.
Narendra soltó una risita, tapándose la boca.
—¡Perdón! No fue a propósito —dijo Eva, nerviosa, acariciando la mejilla de Lucifer como si quisiera borrar el gesto.
—¡Jajajaja! —Narendra estalló en carcajadas.
Miranda le dio un codazo para que se callara.
—¡Basta! —ordenó Lucifer.
Tomó la mano de Eva, firme pero sin violencia. Ella la retiró, avergonzada.
—Vaya, la señorita sabe cómo provocar al jefe —dijo Cindy, desde el fondo.
—Seguro fue a propósito... —empezó a decir, pero Lucifer la interrumpió.
—¿Quieres que te manden a coser la boca?
Cindy se calló de inmediato.
Eva se mordía el labio, incómoda. Se puso el abrigo con cuidado esta vez.
—¡Ya, brindemos! —dijo Baron, levantando su copa.
Todos lo siguieron. Incluso Lucifer. Eva no tocó su vaso.
—Baron... escuché que estás haciendo tratos por fuera —dijo Lucifer, casual, mientras bebía.
Baron se atragantó.
—¿Qué? ¿Cómo dice, señor?
—¿Estás rompiendo mis reglas?
—¡No, claro que no! ¿Quién dijo eso?
Darmo y James se miraron. Aris los observaba, sabiendo que algo no cuadraba.
*“Mi jefe no se le escapa nada...”* pensó.
—Miranda, vigila Ciudad A. Que no se metan problemas externos —ordenó Lucifer.
—Sí, patrón.
—¿Y yo, jefe? —preguntó Narendra, moviendo la cabeza con coquetería.
—Haz lo que quieras, mientras no me afecte.
—¡Siempre fiel a mi guapo jefe! —respondió Narendra, riendo.
—Qué asco —murmuró Lucifer.
Eva soltó una risa sin querer. Todos la miraron.
—¿Te estás riendo de mí? —preguntó Narendra, con tono teatral.
—No... —dijo Eva, sonriendo.
—No mientas.
—Tú también te reíste de mí —respondió Eva, señalándolo.
—¡Tú...!
—¡Suficiente! —interrumpió Lucifer.
El silencio volvió a la sala. Narendra y Eva se miraron, tensos.
Lucifer se recargó en el sillón, encendió otro cigarro y exhaló con calma. Pero sus ojos seguían fijos en Eva.
Te felicito
espero que ese tipo le diga a Eva que su padre la vendió a el para pagar la deuda que tenia con el aver si con eso ya habré los ojos y se da cuenta que ellos no la quieren y solo la ven como un objeto que pueden usar del cual desacerse
y así ella se aleje y corta lazos con esa gente que si la buscan con escusas barata no los escuche ni les de dinero que solo se preocupe por ella y su hermano que se ve que la quiere y se preocupa por ella