Renaciendo De Fuego Libro #2

CALEB.

Miro cómo se detiene abruptamente con solo escuchar su nombre. Lo único en lo que me puedo enfocar es en cada uno de sus movimientos. A mis espaldas, solo escucho el eco de la voz de Sofía.

—¡¡¡Caleb!!! Detente —me grita.

Cuando estoy a unos cuantos pasos de ella, siento como si todo fuera en cámara lenta. Veo su hermoso rostro de perfil, siento que me quedo sin aire y, cuando voltea por completo, lo entiendo todo. Entiendo que no es ella, que a pesar de cuánto la extrañe, ella no volverá, que no importa cuánto le llore o cuánto la quiera de vuelta, ella se fue y no regresará jamás.

—¿Caleb? ¿Pero qué haces en Madrid? —pregunta Madisson, con voz confundida.

—Madisson, no estamos en Madrid —respondo, con un tono cansado.

—Dios, ¿dónde estoy?

—Eso no es lo importante. Lo que importa en realidad es ¿cómo llegaste aquí?

—Demonios, Caleb, parecías un maldito caballo desbocado —interviene Sofía.

—Mira, Sofía, ahora no tengo tiempo para tus tonterías —le digo, con fastidio.

—¿Quién es ella? —pregunta Madisson.

—¿Que quién soy? Dime, ¿quién eres tú? —responde Sofía.

—Yo soy la hermana de la exnovia de Caleb.

—¿Morgan? —pregunta Sofía, con asombro.

—Vaya, eres increíble, hermano —dice Connor, llegando al lugar con una gran ironía.

—Ahora, ¿de qué hablas? —le pregunto, con enojo.

—Hablo de que primero te metiste con Madisson estando con Morgan, y ahora no solo con ella, sino que incluiste en el paquete a tu nueva amiga —dice, con la voz llena de resentimiento.

—¿Que tú qué, Caleb? —dice Madisson, con voz de decepción.

Miro cómo pasa Madisson por un lado mío, empujándome a su paso, y Sofía la sigue. En lugar de empujarme, me da una mirada triste y decepcionada.

—Me cago en la puta. No te conformaste con enamorarte de Morgan cuando estaba conmigo, y ahora también vienes y me dejas a mí como el malo. Los hermanos no hacen eso, y tú eres el menos indicado para juzgarme, cuando sabes que más de una vez saliste con Morgan ya estando enamorado de ella. Tal vez ninguno de nosotros debería juzgar las acciones de todos, cuando somos los principales en joder todo —le grito, con el corazón destrozado.

Y sin agregar nada más, me doy media vuelta y busco a Sofía entre la multitud.

Camino durante unos minutos y no la encuentro. Pienso que probablemente se fue, y justo cuando estoy a punto de darme por vencido, la veo montada en un auto. Sin pensarlo, corro hacia ella. Me dedica una mirada de superioridad.

—Sofía, bájate de ese auto. No sabes lo que estás haciendo, esto está muy mal —le digo, tratando de persuadirla.

—Ah, ¿y si me bajo del auto, estaré haciendo bien al quedarme con una persona que lastimó de la peor manera a quien decía amar? Solo piensa con lógica, Caleb... Si eso le hiciste a Morgan, ¿qué me espera a mí? —responde, con indiferencia.

—¡JODER, ES MUY DIFERENTE! —grito, en un arranque de desesperación.

—¿Y por qué es diferente?

—Porque ella estaba siendo pretendida por su exnovio, y creí que no quería que la tocara porque lo seguía viendo —le confieso, con la voz quebrada.

—¿Tan desconfiado eres? Mierda, entonces eres peor de lo que imaginé —dice, y me doy cuenta de que siempre arruino todo.

—Por favor, bájate del auto —le sigo suplicando, mientras ruego al cielo que entre en razón.

—¿Por qué lo haría?

—Porque no soportaría ver a otra chica que ha sufrido tanto morir frente a mis ojos —le digo, con lágrimas en los ojos.

Para este maldito punto, probablemente debo de parecer un estúpido sensible, pero solo de recordar la muerte de Morgan frente a mis ojos, todo a mi alrededor se derrumba.

—¡¡¡CALEB!!! —grita Sofía.

Cuando el grito de Sofía me saca de mis pensamientos, siento el impacto de un puño contra mi cara. Intento ver de quién se trata, pero me resulta imposible. Veo muy borroso.

—Esto es por dejar morir a mi chica —escucho una voz.

Cuando lo escucho hablar, sé de quién se trata, y sus palabras me causan coraje.

—No era tu chica, acéptalo. Nunca fuiste tú... Nunca te amó ni te amará de la manera en la que me amó a mí —le grito, con rabia.

—Y cómo esperas que pase eso... ella está muerta, y todo es gracias a ti y a tu maldito padre —dice.

Cuando dice eso, me quedo helado. El tiempo se detiene, todo a mi alrededor es en cámara lenta y el aire me comienza a faltar, sofocándome. Cuando pienso que ya se detendrá y dejará de golpearme, siento un golpe en seco en mi espalda que hace que me doble del dolor.

—Dylan, llévate a Caleb... Connor y yo nos encargaremos de Brandon y sus putos perras.

La voz de Hunter se escucha muy distante. Cuando levanto la vista, me encuentro con la mirada preocupada de Sofía. A su lado, llega Dylan, que me mira, inspeccionando muy bien mi cara.

Justo cuando se van a acercar para ayudarme, siento un fuerte golpe en la cabeza que, al instante, hace que vea todo negro. Y después, simplemente no veo, ni escucho, ni pienso en nada... simplemente me dejo llevar por la oscuridad.