Olivo

...ROQUER:...

— Carter, Prudence — Gruñí, volviendo arriba — Cuiden a la prisionera, saldré.

Esa señorita solo podía temblar, llorar y suplicar ante mí, era como un conejo asustado, disfrutaría atormentarla.

Era tan fácil hacer que suplicara por su vida.

Disfruté tanto verla con la hoja cerca de su piel tan suave y delicada, de lo pálida que estaba las pecas se le notaban más, los ojos los tenía rojos y llorosos. Tal vez me excedí en la cantidad de sedante, pero lo importante es que estaba viva y a mi merced.

Esa cosa flaquita sería mi juguete.

— ¿A dónde vas? — Preguntó ella.

— No es tu asunto.

— Sal sin armas, tampoco máscara, la ciudad está repleta de guardias — Dijo Carter y me tensé.

— Es por ella — Dijo Prudence — El duque ya está moviendo cielo y tierra para encontrar a su princesa.

Mierda.

Volví a mi habitación, me quité la máscara y las armas, solo mantuve mi camisa, la chaqueta y los pantalones con tirantes.

Debía moverme.

...****************...

— Roquer... ¿Qué haces aquí? — Susurró Maude, dentro de la tienda.

— Vine a verte, necesito hablar contigo — Gruñí, dándole una mirada de amenaza al lord, el desgraciado se atrevió a responderme con la misma expresión.

Odiaba ver a Maude con esos vestidos finos, ella era una guerrera, no una maldita señorita noble para andar así.

— Te estás arriesgando — Bajó su voz.

— No te preocupes, vengo solo.

— Igual... Si te ven entrando aquí... — Observó hacia la calle.

El boulevard seguía igual de tranquilo a como lo recordaba, aunque aquella tienda no era como solía ser.

— Vamos arriba — Tomó mi muñeca y me guió hacia el segundo piso.

— Espera — Me detuve frente al lord — Si la haces sufrir te mato.

— Aquí el único que la está haciendo sufrir eres tú — Siseó él y me tensé, listo para atacarlo — Deberías dejar de meterla en problemas.

— Leandro — Advirtió Maude.

— Solo me contengo, por mi hermana, si no, ya estarías destripado — Amenacé y el desgraciado no se inmutó.

— Vamos... Roquer — Tiró de mí, pero seguí amenazándolo.

Al fin cedí.

Subimos y nos detuvimos en medio del segundo piso.

— Esto se siente vacío.

— Vendrán a traer todo lo que necesitamos.

— Sabes de lo que hablo — Dije, paseándome por el lugar — Esto no volverá a ser como antes.

— No debe ser como antes, solo hay que conservar los buenos recuerdos.

— Me iré de la ciudad hoy — Gruñí y se estremeció.

— ¿Con la señorita...

— Así es, si quiero mantenerla cautiva no puedo quedarme aquí, no deseo que me descubran.

— ¿A dónde vas?

— Puede que me largue a Hilaria un rato.

— ¿Te volviste loco? — Siseó ella — Es otro reino, necesitarás tomar un barco y con una prisionera será complicado... Ni siquiera has salido de la capital, para llegar a la costa son muchas semanas de viaje... No creo que puedas abordar un barco con la señorita Pepper a cuesta... Siento pena por ella... Debe estar muy asustada.

— Eso no interesa, permanecerá cautiva, aquí no puedo quedarme, seré descubierto si lo hago.

— Hay guardias en las calles, no creo que logre pasar los puntos de control — Dijo el lord, acercándose — Aún está a tiempo de arrepentirse.

Le lancé una mirada fulminante.

— ¿Quién le dió vela en este entierro al disfraz de príncipe? — Gruñí, apretando sus puños.

— Maude me ha puesto al tanto de todo... Tus acciones afectan su vida, así que si me compete.

Solté una risa irónica y observé a Maude.

— Mi hermana no es indefensa, no es una señorita delicada, llevamos a cabo muchos robos juntos e incluso estamos a la par con el número de muertos que tenemos encima, así que no es tu asunto nuestra relación de hermanos — Siseé, apretando mi mandíbula — Largo, si no quieres que te reviente.

— No tienes ninguna potestad aquí — Me retó.

— ¿Cómo? — Me sobresalté — ¿Crees que puedes comprar todo con tu oro? ¿Ser dueño de lo que fue la tienda mis padres te da derecho a correrme?

— No, no te estoy corriendo, solo que no me parece correcto que estés usando a la hija del duque para dañarlo.

— Maude, le has dado demasiada potestad a este niño bonito, otro comentario y terminarás con la mandíbula rota.

— Basta, Roquer — Gruñó Maude y me crucé de brazos — Deja de comportarte como un pendenciero.

— Oh... Ahora lo defiendes — Protesté.

— Prueba de que te equivocas, es que Leandro me aceptó tal cual y planeamos casarnos pronto — Dijo ella y lo tomó de la mano.

Esto era ridículo.

Mi expresión se volvió más disgustada — Eso es imposible.

— No lo es, hay matrimonios entre nobles y plebeyos — Dijo el lord y solté una risa — Amo a Maude, así que me casaré con ella, no deseo nada más.

— ¿En serio? No comprendo que clase de noble es este, parece demasiado sensible — Me burlé de él, era un tonto romántico — Maude, eres demasiado ruda para alguien así.

— ¿Ahora cuestionas mi relación? Hermano, no eres mi padre, no controlas mi vida, así que por favor, respeta a mi futuro esposo, no lo conoces en lo absoluto, así que guarda tus comentarios — Advirtió ella — ¿Qué tiene de malo expresar los sentimientos? Yo también lo amo, amo a este hombre, es lo mejor que me a ocurrido en años.

Hizo un gesto de asco, mejor marcharme antes de terminar contagiado de algo tan estúpido.

— Ya basta, no quiero escuchar más.

— Entonces no opines al respecto.

— Cuidado y este niño bonito va de soplón — Lo amenazó y se rió.

— Ganas no me faltan — Dijo y solté un gruñido — Pero, respetaré la decisión de Maude de no delatarte.

— Es como un ladrillo colgando de una soga, corta y caerá... Si me delatas a mí, terminaré arrastrando a Maude y por ende a ti — Dije, lazando otra mirada desdeñosa — Así que a ninguno de los tres nos conviene acusar al otro.

— Eso no significa que estemos juntos en esto — Gruñó y frunció el ceño — Tu sed de venganza nos arrastró a ambos.

— Al parecer quieres morir.

— Roquer, es cierto, desde que encendimos la tienda del duque, desatamos el caos, las consecuencias son por nuestra causa — Dijo Maude, como la defensora de la justicia — Debemos buscar la manera de arreglar esto.

— Solo personas como nosotros, obtenemos consecuencias, mientras que el duque, ese desgraciado hace y deshace, sigue intacto, así que por esa razón, seguiré con mi plan de desaparecer a su hija — Gruñí, bastante irritado.

— Si te marchas, puede que te pierdas la caída del duque — Dijo y resoplé.

— ¿Quién lo hará caer? ¿Ustedes?

— Conseguiré pruebas de sus crímenes y las entregaré al rey — Comentó el lord — Maude me ayudara en esto.

Solté una risa — Eso es inútil, jamás podrás encontrar pruebas de sus crímenes, mejor tomar una daga y cortarle el cuello.

— Eso nos llevará al mismo destino, la horca — Dijo Maude — Puede que tú no aprecies tu vida de ninguna forma, pero yo si quiero seguir viviendo y más ahora.

— Bien, intenta hacerlo de esa forma, pero ni se atrevan en meterse en mis asuntos, yo seguiré atormentando al duque — Gruñí, elevando una ceja.

— La señorita Pepper me advirtió sobre lo que haría su padre en mi contra, así que temo que ella no es igual a él, por eso no merece pasar por algo tan desagradable como permanecer cautiva — El lord intentó convencerme.

Me mantuve con expresión dura.

— Eso significa que está conciente de la clase de sabandija que es su padre, aún así no lo delató o intentó frenarlo, es igual de peste que él — Siseé y se tensaron.

— No comprenderías la posición de una señorita noble ante su padre o tutor, nunca tienen voz ni voto — Gruñó el lord, dándome sermones sobre la sociedad aristócrata — No deciden su destino, no pueden dar su opinión, así que no tienen ninguna libertad.

— Entonces no será tan desagradable para ella estar cautiva — Me burlé.

— Aunque sea un desgraciado, se trata de su padre, no delataría a alguien que ama, piensa en ello Roquer, yo tampoco te estoy delatando, no es por salvarme el pellejo, también lo hago por ti, no quiero verte morir, incluso sino es lo correcto — Dijo Maude.

— Me encantaría seguir platicando, pero debo prepararme para marcharme.

Caminé hacia la escalera.

Bajé.

— ¿Y usted qué hace aquí? — Preguntó la lady mayor que acompañaba al lord y a Maude en la tienda.

— Tengo entendido que esto no es el castillo del rey.

Me tensé al ver al duque entrar, mi impulsos empezaron a tirar de mi control.

Matalo.

El duque observó todo con desdén.

— Su obsesión por seguirme los pasos empieza a cansarme — Dijo, fijando sus ojos hacia el lord — El descaro de seguir con sus negocios mientras mantiene cautiva a mi hija me llena de una ira que casi no puedo controlar.

"Yo tengo a tu hija y ya estoy disfrutando de ello"

— Habla de obsesión, pero no lo veo señalarse — Comentó, de forma tranquila — Ya le dije, no fui el responsable del rapto de su hija.

— Su mala costumbre de levantar acusaciones sin base, es lo que empieza a cansarme a mí — Gruñó la lady y el duque la dió una mirada desdeñosa.

— Una viuda como usted no debería abrir la boca.

— Usted no me callará, no es nada, ni siquiera su título me hará cerrar la boca.

— Es igual de mal educada que su hijo, el difunto marqués se estará revolcando en su tumba.

— ¿Vino a opinar sobre mi familia o acusarme? — Gruñó el lord.

— Vine a comprobar su maldito descaro e indiferencia, abre una tienda tranquilamente, mientras que mi hija está quien sabe donde, sufriendo o siendo ultrajada — Apretó sus puños.

Oculté mi sonrisa.

— Me ofrecí a ayudar en la búsqueda, pero usted se negó rotundamente, no tengo porque dejar de hacer mis obligaciones, incluso mi respirar le parece sospechoso, así que no vale la pena tratar de demostrarle que no tengo nada que ver con lo que le está sucediendo.

— Solo deseo verlo colgado por sus crímenes.

— Aquí el único criminal es usted — Lo señaló — Me ha atacado el mismo día del baile, cinco rufianes intentaron matarme y lo sabe.

— Tampoco tiene pruebas.

El descaro de su tranquilidad, de pisar el lugar que una vez encendió con mis padres dentro.

— Pronto las tendré — Dijo el noble, muy enojado.

Soltó un resoplido, observó a Maude y luego a mí.

— ¿Ahora contratas a gente de tan mal aspecto?

Apreté mis puños, el lord también pareció ofenderse, Maude sin embargo apeló por detener a su lord.

— Largo — Ordenó el lord.

— Si la reina Vanessa estuviese aún gobernando, tal vez serían simples esclavos — El duque evaluó a Maude nuevamente — He visto a esta mujer antes.

— No se acerque — Le advirtió ella.

El duque rió — Oh, vaya, ya recuerdo, es una mujerzuela del club — Apreté mis puños, listo para golpearlo — No sabía que gustaba de cargar zorras de uso particular como adornos.

Mierda, no debí meter a mi hermana a ese club de nobles.

— ¡Vuelve a abrir la boca y...

— Lord Leandro Mercier, sus amenazas son un delito grave.

— Lo está provocando, él solo está respondiendo — Dijo Maude — Es un abusivo que solo se aprovecha de su posición ventajosa.

— Oh, la zorra es igual de lengua suelta.

Matalo, ya, no sigas escuchando.

— ¡Vuelva a llamarla zorra y le romperé los dientes! — Gruñó el lord y el bastardo rió.

— No la defiendas tanto, tal vez si le ofrezco más piezas, ella pasaría a ser mi juguetito — La observó con lujuria — Para tener esos rasgos tan bajos, es muy hermosa.

Maude escupió en su rostro y el duque se sobresaltó. Tomó un pañuelo mientras contenía la rabia.

— ¡Jamás aceptaría a un duque tan asqueroso como usted, ni por todo el oro del mundo!

Mis puños se apretaron más.

— ¡Largo de aquí o lo saco a patadas! — Gruñó el lord, dando un paso hacia él.

— Ahora que lo recuerdo, esta tienda me parece familiar.

— ¿En serio?

— Recuerdo que esta tienda pertenecía a unos costureros con las mismas apariencias marginales que tus dos sirvientes — Dijo, acariciando su barbilla — Vaya que les fue mal, esto se incendió y los pobres terminaron muertos — Rió con tanta crueldad que me atravesó una lanza de furia.

Avancé y le di un puñetazo al rostro, lo tomé de los hombros y lo incliné bruscamente para encajar su rodilla en su estómago.

Esto se sentía tan bien, maldita sea.

— ¡Roquer! — Gritó Maude.

El noble intentó detenerme, pero fue inteligente a retroceder.

Le di una patada cuando cayó al suelo.

Tiré de su cabello, el duque escupió sangre y yo solo podía disfrutarlo.

Volví a darle un puñetazo que lo envió fuera de la tienda.

La gente de afuera gritó al verlo aterrizar sobre los adoquines.

— ¿Disfrutas burlarte de lo que sucedió? ¡No escucho tus risas! ¡Adelante, ríe! — Lo tomé del cuello.

Los guardias se estaban aproximando.

Sentí un empujón, el noble se atravesó en mi camino.

— ¡Corre! — Gritó.

Mierda, los guardias venian por mí.

Me alejé, corriendo por el callejón.

Salté un muro, luego corrí por otra calle, escalé hacia un balcón hasta llegar al techo de un edificio.

Brinqué hacia el siguiente y me desaparecí velozmente, escondiéndome por minutos antes de volver a avanzar.

Nadie podía atraparme.