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ROSE

ROSE

Status: En proceso
Genre:Escuela / Venganza / Policial / Romance oscuro
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Aileen D.

Tras la traición de su padre y la ruptura de su familia, Rose se muda a la ciudad buscando un nuevo comienzo.
En el exclusivo colegio Goldline, todo podría ir bien… si no fuera por Malory, su prima, que la odia y está dispuesta a convertir su vida en un infierno.
Pero Rose no es tan frágil como parece.
Hay algo en ella que despierta cuando está en peligro… algo que no se detendrá ante nada.

NovelToon tiene autorización de Aileen D. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Corazón Mentiroso

—¿Por qué saldrían con Mabel si están en su contra? —preguntó Rose con sospecha.

Oliver se inclinó hacia atrás con esa sonrisa de quien guarda un secreto—. Uy… Pues mira, te explico. Mabel es la no…

—¿La qué? —interrumpió Matías con un tono seco, casi amenazante.

En ese instante, el auto anunció:

“Ha llegado a su destino".

Matías frenó y el silencio fue tan pesado que Rose sintió que había interrumpido algo que jamás debió escuchar.

Los chicos bajaron y, casi con un exceso de caballerosidad, le abrieron la puerta a Rose.

—Gracias —murmuró, aún intrigada.

—Por nada —dijo Matías, aunque su mirada fría no coincidía con el tono cortés.

—¿Te acompañamos a la puerta? —preguntó Oliver, demasiado sonriente.

Rose iba a contestar, pero la voz de su madre cortó el aire.

—¡Rose!

Rose tragó saliva—. Hola, mamá…

La señora Marcia apareció en el marco de la puerta, con la calma maternal y la sorpresa pintada en el rostro.

—¿Señora Marcia? —dijo Matías sorprendido de ver un rostro familiar.

—Buenas noches, Matías —contestó ella, un poco desconcertada.

—¿Ella es su hija? —preguntó él, con esa sonrisa que mezclaba encanto y cálculo.

—Sí, Rose es mi hija.

Matías la observó como quien evalúa una pieza clave en el tablero.

—Ya veo… ¿Van a ir a la Golden Gala?

La madre de Rose frunció el ceño y negó—. No acostumbro llevar a Rose a esos eventos.

Matías aprovechó la grieta—. ¿Le daría permiso de que sea mi acompañante?

—¿Tu acompañante? —repitió incrédula.

—Sí. Ya sabe cómo es mi madre… le gusta que mantengamos bien la imagen.

—Si ella quiere, yo le doy permiso.

—Perfecto. Muchas gracias, señora. Que tengan buena noche.

Los chicos se despidieron y arrancaron el auto. Rose apenas respiraba.

—¿Por qué me haces esto, Rose? —dijo Marcia, con la voz quebrada—. Sé que lo que hice en la mañana no fue lo mejor, pero no es justo que vayas a lugares sin avisarme. ¡Me tenías preocupada!

Rose bajó la cabeza—. Lo sé… lo siento.

Su madre la abrazó con ternura desesperada.

—Perdón si no he sido la mejor madre, pero hago lo que puedo.

—Yo soy la que está mal… —murmuró Rose, devolviéndole el abrazo—. No debí sacar mi enojo contigo.

Entraron a la casa y, tras un silencio incómodo, su madre soltó la pregunta que venía masticando.

—¿Matías es tu novio?

—¡¿Qué?! ¡No! Apenas lo conocí hoy —respondió Rose nerviosa.

—Puedes ir con él, si es lo que quieres.

—Está bien… gracias.

—No te había llevado a eventos así porque supuse que no te gustaban, lo siento si me equivoqué.

—Yo soy la que se ha estado equivocando todo este tiempo, lo lamento.

—Todos tenemos días buenos y malos —sonrió—. Ahora ve a dormir, mañana iremos de compras.

Emily, que lo había escuchado todo, no tardó en hacer acto de presencia—. Ayer eras una niña de casa, y ahora hasta te le escapas a tu mamá. Qué rápido crecemos, ¿no?

—No me escapé —dijo Rose a la defensiva.

—Di lo que quieras —bufó Emily—, pero yo opino que deberías ser más agradecida. Tu madre te perdona en segundos, te ofrece un abrazo y hasta compras mañana. No cualquiera hace eso.

Rose no respondió.

—Tienes una buena madre, Rose. Valórala —sentenció Emily.

La chica se metió en la cama sin contestar.

---

A la mañana siguiente.

Emily se levantó antes que ellas. Andaba de buen humor... o de muy mal humor, según se viera, y decidió “ayudar”.

Sacó un libro de recetas, puso harina en un tazón y murmuró—. "Siga revolviendo hasta conseguir una mezcla homogénea." ¡Bah! Esto es cardio disfrazado de cocina —un rato después de estar batiendo se cansó—. ¡Esto es tan aburrido!

Después de un buen rato, finalizó su receta y se miró victoriosa.

—¿Yo? Yo soy la mejor.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Rose medio dormida.

Emily levantó una bandeja de cupcakes como si fueran trofeos.

—El desayuno de la paz.

Su madre apareció sonriente—. Buenos días, hija. ¿Cupcakes?

Emily fingió modestia—. Sí, pensé que… ya sabes, después de mis “malas acciones”, un detallito no cae mal.

—Aww, qué linda —dijo su madre, derritiéndose—. Muchas gracias.

—Mamá, hay algo que debes saber… —empezó nerviosa—. Descubrí que alguien está en mí...

—¿Sí...? —esperó la madre de Rose.

Rose reaccionó rápido y tomó el control del cuerpo—. ¡Corazón! Sí… en mi corazón.

—¡¿Qué?! —Emily gritó furiosa dentro de la mente de Rose—. ¡¿También vamos a ocultar esto?!

Su madre abrió los ojos sorprendida pero bastante tranquila—.¿Puedo saber quién es…?

—¡Matías! —escapó de los labios de Rose antes de pensarlo.

—¿Matías? —repitió Marcia.

—Sí… él… ¿me gusta?

Emily bufó—. Genial. Ahora estamos comprometidas con el mujeriego millonario.

—Entiendo. Pero pensé que lo conociste ayer…

—¿Para el amor no hay tiempo? —balbuceó Rose, demasiado incómoda.

Su madre intentó mantener la calma antes de adentrarse en el tema incómodo—. Rose, estás entrando a una etapa nueva. Y claro que vas a querer vivir nuevas experiencias… como el sexo.

—¡¿Mamá?! —Rose quería desaparecer.

—¿Qué estoy diciendo? —dijo sacudiendo la cabeza—. Es obvio que sabes de educación sexual. Solo cuídate y cualquier cosa puedes preguntarme.

Emily soltó una carcajada—. Esto es mejor que cualquier telenovela.

—Bueno, vete a arreglar para que salgamos —dijo, cambiando el tema.

—Eres una estúpida.

—Lo sé —contestó Rose.

—¿Matías? ¿En serio? —disgustada.

—Dije lo primero que se me ocurrió para no complicar más las cosas.

—Me estresas.

---

Ya en el centro comercial, Rose apenas podía respirar. Emily no dejaba de molestarla con comentarios sarcásticos.

—Mira, ahí está el amor de tu vida —dijo Emily continuando con sus burlas.

—¡¿Qué?! ¡¿Dónde?! —Rose casi gritó, escondiéndose tras un perchero.

—¿Rose, qué estás haciendo? —su madre se vió confundida.

Y entonces, como si el destino quisiera jugarle una broma, una voz familiar sonó detrás de ellas.

—¿Rose? ¿Señora Marcia? ¿Son ustedes? —Matías se acercó a ellas con una enorme sonrisa.

Su madre sonrió de inmediato.

—¡Matías! Qué gusto verte.

Rose deseó que la tierra la tragara.

—¡¿Cómo estás?—dijo la señora con una enorme y sincera sonrisa.

—Muy bien, señora. ¿Cómo está usted? —preguntó tranquilamente.

—Bastante bien, gracias.

—¿Rose?

—Ah, hola Matías —dijo nerviosa.

—¿No se presentó a la empresa porque vinieron? —preguntó Matías.

—Me dieron reposo una semana, y quiero comprarle un vestido a Rose para la Gala —tomó por los hombros a Rose, abrazándola.

—¡Estupendo! Si me permiten puedo acompañarlas.

—Claro, yo no tengo ningún problema.

Rose no quería rechazar así a Matías, pero tampoco soportaría tenerlo cerca.

—Pero vamos a estar viendo vestidos y eso, debe ser muy aburrido para él —dijo Rose tratando de evitar cruzar miradas con Matías.

—Para nada, pero si les incomodo entonces podemos dejarlo así.

El comentario de Matías fue directo. Una piedra camuflada en plumas.

—No, está bien...

—De acuerdo —sonríe—. ¿Estaban viendo ese vestido dorado?

—¡Sí! ¿A poco no es hermoso? —dijo la señora—. Seguro se le verá precioso a Rose —su voz desbordaba orgullo.

—Seguramente —contestó Matías—. Pero si me deja opinar, creo que a Rose le va bastante bien el rojo. ¿Qué tal ese de allá? —señalando un vestido.

—Dios, ¡Es hermoso! —miró el vestido, encantada—. Tienes buen gusto Matías.

—Gracias, herencia de mi madre —contestó Matías.

—No lo dudo.

—¿Por qué no te lo pruebas?

—¡¿Ya vieron el precio?! —dijo Rose impactada—. ¡¿Cien mil?!

—Hasta eso, es barato —dijo su madre viendo aquel vestido.

—¡Es demasiado para un vestido!

—Son vestidos de marcas reconocidas Rose... —despreocupada—. Claro que van a ser costos.

—No compraremos un vestido a ese precio.

—Más baratos y así de bonitos no vamos a encontrar Rose.

Suspira—. Está bien, me lo probaré.

—Claro, tómalo —Matías tomó el vestido y se lo entregó a Rose.

—¿No deberíamos decirle a un vendedor? —dijo Rose volteando en busca de uno.

—Tranquila, no nos dirán nada.

Rose entró a los vestidores con una asistente, mientras Matías y su madre la esperaban pacientemente.

El precio era una locura, pero... ¿Qué era normal desde que entró a esa escuela?

Tal vez era momento de empezar a adaptarse o morir.

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Lyn 🥀

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