Shiro es un soldado el cual no revela nunca emociones, pero al llegar una carta de una desconocida su futuro qué parecía oscuro se ve iluminado por un sentimiento que no sabe de donde proviene ¿descubrira Shiro quien es esa persona o sabrá cual es ese sentido?
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El silencio se rompe
El sol caía lento sobre la aldea.
Los árboles no se movían. El aire estaba quieto.
Yuki recogía agua del pozo, con movimientos distraídos, sin la energía que solía acompañarla.
A su alrededor, los aldeanos murmuraban, aunque ella fingía no oírlos.
—Pobrecita… sigue esperando cartas del ese despreciable.
—Ese del hilo rojo solo jugaba con su tiempo.
—Si no respondió en días, que no responda nunca. Que se muera en guerra o donde esté…
Yuki solo bajaba la cabeza, con los labios apretados.
Apretaba el lazo rojo que aún colgaba de su muñeca.
Como una promesa.
Como una herida abierta.
De pronto, un trueno de cascos rompió el letargo de la tarde.
Todos giraron hacia el camino de tierra.
Un caballo galopaba con furia, dejando una estela de polvo a su paso.
El jinete no detuvo el paso. En un solo movimiento preciso, extendió una carta hacia Yuki mientras pasaba.
Ella apenas tuvo que mover la mano.
La carta cayó en sus dedos.
Silencio.
Sus ojos se abrieron.
El hilo rojo.
Los baldes de agua cayeron.
Ella ya no los veía.
—¡Es él…! —susurró una anciana.
—¡El del hilo rojo respondió…!
—¡Ya era hora! —exclamó otro, con una sonrisa leve.
Yuki no dijo una sola palabra.
Solo corrió.
Subió los escalones de su casa con el corazón latiéndole en los oídos.
Cerró la puerta tras ella, dejó caer todo salvo la carta.
Se sentó sobre la cama, con las manos temblorosas.
Desató el hilo.
Abrió el papel.
Perdón por el silencio.
Estuve atrapado en un lugar sin salida.
Pero nunca olvidé que había alguien que me esperaba.
Leí todas las cartas. Llegaron a salvo.
Y no quiero que dejar de hablar contigo.
Así que estaré aquí y seguiré recibiendo tus cartas.
Cuando terminó de leerla, una lágrima cayó sobre la esquina del papel.
Pero no era tristeza.
Yuki se recostó sobre su cama, abrazando la carta contra el pecho.
Cerró los ojos.
Sonrió.
Su pecho estaba cálido.
Como si, a través del papel, alguien le hubiera hablado al corazón.
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En una sala revestida de piedra y estandartes, Lyra se encontraba de pie frente a una mesa amplia donde sus superiores del reino la observaban con atención.
—Entonces, ¿las ruinas colapsaron? —preguntó uno de los consejeros, con tono escéptico.
—Sí —respondió Lyra con calma—. Encontramos vestigios arquitectónicos de una cultura anterior a la nuestra. Sellos rotos, pasadizos… y un gólem funcional.
Pero nada más que estructuras y registros corroídos.
—¿Y el soldado Kutogane cumplió su función?
—Completamente. Nos salvó a ambos.
Los presentes intercambiaron miradas.
—Muy bien, entonces. Puedes retirarte.
Lyra hizo una breve reverencia.
—Como ordenen.
Salió con pasos tranquilos, sin mostrar emoción alguna.
Cruzó pasillos, descendió escaleras…
Hasta que llegó a una vieja bodega donde nadie miraba.
Miró a ambos lados, luego presionó una piedra sobresaliente.
Un mecanismo oculto se activó.
Una puerta secreta se deslizó, revelando una escalera estrecha descendente, cubierta de polvo y raíces viejas.
Lyra bajó en silencio.
Los escalones eran largos, como si descendieran al corazón del mundo.
Finalmente, al llegar al fondo, una sala oscura la recibió.
La única luz provenía de una antorcha encendida en la pared opuesta.
Allí, una figura encapuchada aguardaba.
No se movió al verla.
No habló de inmediato.
Lyra se acercó, sin miedo, y se detuvo a pocos pasos.
—Ya lo tienes —dijo la figura, con una voz grave, imposible de ubicar como masculina o femenina.
Lyra entrecerró los ojos.
—¿Estás segura de que este objeto… de que de verdad alberga memorias?
—No memorias comunes —dijo la figura —Si no, recuerdos de una persona muy importante, de alguien único del imperio fundador
Lyra sacó algo envuelto en tela de su bolso.
Lo sostuvo entre sus manos.
La pieza de rompecabezas relucía débilmente, como si aún tuviera vida.
Lo miró un instante.
Luego, sin dudar más, se lo entregó a la figura encapuchada
—Entonces porfavor muéstrame esos recuerdos tan únicos—dijo Lyra algo nerviosa.
La figura asintió lentamente.
—Buena decisión pequeña —dijo la figura encapuchada mientras se formaba una sonrisa en su rostro
《Que ingenua es esta niña, pero bueno ahora solo me falta ese niño Shiro para completar mi plan》
Y entonces miró el rompecabezas pasando sus manos encima de él.
《Tengo todo para encontrarte》
