Me Enamoré De Tu Amor

La madrugada estaba fría por no haber cerrado las ventanas pero lo que me despertó fue una vidsta de mi madre. El príncipe Rhett estaba nervioso y se había ido a la nación de Luney para comprobar que estuviera practicando mi magia y volverme una "digna" reina según el. Rhett era muy temperamental pero nada ingenuo, no me encontraría con la reina Zoe ni en ninguna nación que el pensara, jamás vendría a Celstya más que como última opción y cuando eso pasara yo ya estaría de nuevo en mi casa o al menos a días de regresar.

-Debes tranquilizante madre, ambas sabemos que el príncipe Rhett no pasa por alto nación alguna que ofrezca buen vino o posea libros con hechizos para hacerme enojar. -A diferencia de mis padres yo conocía y me informaban más de la vida casi diaria de Rhett, no podía dejarme sorprender por alguien tan egocéntrico cuyo único amor era el dominio sobre las personas sin importar su posición social.

-Si llegará a ir ten mucho cuidado cariño, se le veía molesto en la cena y en la merienda se atragantó mientras hablaba cómo ocultando algo pero quizás solo esté guardando un regalo hermoso para ti y no quiere que lo descubramos pero te dimos nuestra palabra y vamos a respetarla cariño. -Si había algo más que ocultara aparte de los Cuarzt era un tema delicado, el único a quien podía recurrir era a Tyler, el estaba enterado sobre sus actos ilegales y no me sorprendería que tramara algo para que yo estuviera a sus pies y empezar a arruinar mi nación junto con la suya antes de desposarnos.

El amanecer llegó pronto, los nervios no se hacían invisibles y me quería quedar en cama pero quién llamó la puerta no se iba a retirar porque sus golpes eran muy insistentes así que abri la puerta y vi un caballero de espaldas diciendo tener un mensaje para mí.

Lilis de todos sus hermosos colores posaban en las manos del caballero con una carta y pequeños fuegos artificiales tras desprenderla, las introduje al cuarto y me dispuse a leer para distraerme del amargo mensaje que me había comentado mi madre unas horas atrás el cual me estaba causando dolor de cabeza. Me senté en la cama de sábanas azul pastel con un edredón beige bordado, deje el sobre sobre mi camison coral mesiendo las piernas ligeramente como solía hacer cuando era pequeña.

Querida princesa Celeste:

Me apena regalarle estás humildes flores cuando usted claramente se merece un océano de ellas pero las he visto tan hermosas y radiantes como su sonrisa que el único lugar merecedor de ver ese esplendor es usted.

ATTE: Príncipe Aiden

Las lilis eran muy bonitas y desprendían el mismo aroma que el príncipe Aiden pero se me hacía cruel haberlas cortado solo por el hecho de que fueran hermosas a la vista de el así que iba a reclamarle y al intentar cargar el cesto pesaba demasiado. No solo era caballeroso sino también muy consiente, había traído las flores con todo y raíz lo que significaba que su primer muestra de cortejo representaba unión duradera y cimentada para no doblegarse al primer viento.

Tenía hambre así que me puse un vestido amarillo con vuelos azules para soportar el calor matinal, me termine de colocar el último broche cuando entro la doncella del día anterior para anunciarme que el desayuno estaba listo y aguardaba por mi pero su amplia sonrisa desapareció cuando vio las lilis que decoraban casi la mitad del tocador.

-Princesa Celeste, quizás no esté enterada porque sus costumbres deben ser distintas pero una dama no puede aceptar regalos o presentes de ningún caballero, eso solo puede ser cuando se está en la nación de dicha dama así que voy a tener que llevarme esas flores y desecharlas además de que ocupan gran parte del tocador y usted siempre debe lucir impecable. - Su rostro mostraba satisfacción combinado con desagrado y tenía las manos extendidas para tomar las flores pero nadie me iba a decir que hacer con algo que ya me pertenecía y que el mismísimo Aiden me había regalado.

-Quizas no sea propio de esta nación pero quién me las regalo lo hizo con mucho cariño y no permitiré que les pongas una mano encima. Puedes dirigirte si gustas con el príncipe Aiden y ni aunque el me diga que las tire lo voy a hacer así que porfavor retirate y no quiero volver a verte si ello significa que intentaras destruir mis cosas nuevamente. -No me interesaba si se había enojado o si iría con el príncipe Aiden para quejarse por mi actitud hacia un regalo que venía de su parte, vi su vestido café de doncella levantar vuelo levemente para salir y asotar la puerta de cedro la cual arrojó la perilla al piso terminando de desintegrarse antes de poder levantarla. Si eso era lo que iba a hacer con unas flores inocentes no sabía que esperar de algún próximo encuentro pero no me iba a dejar intimidar por ella así como no lo estaba haciendo con Rhett.

El comedor estaba silencioso, no estaba más que el servicio del príncipe y el mío, se sentía bien hasta cierto punto volver a la rutina pero empezó la diferencia porque ya no estaba en Esmerya cosas que aún no aceptaba. Una alfombra dorada se materializó tras bajar el primer escalón y el techo se volvió un cielo azul con nubes esponjosas, de un segundo al otros ya no estaba dentro del castillo sino bajando hacia un kiosko rosa pastel decorado con una hermosa rosa sobresaliendo de su techo para hacer juego a sus enredaderas de rosas blancas.

-He cubierto está tierra llena de simple pasto con hermosas rosas blancas para hacerle honor al alma más gentil y honesta que he conocido y seguiré conociendo si es tan amable de concederme ese honor princesa mia. -Su mascara de seda seguía cubriendo su rostro pero presentía que sonreía mientras me daba su mano para bajar los últimos escalones. Estaba casual con solo una camisa blanca fajada en un pantalón negro con decorados de oro en espiral y zapatos relucientes como un diamante mientras que yo había optado por algo simple y sin brillo alguno.

Realmente se estaba esforzando por cortejarme, me gustaba y esperaba que todo siguiera así pero las cosas buenas no duran eternamente. La suave brisa levantaba sus dorados cabellos que chocaban con el mío y me hacían sonreír como una niña boba pero se sentía bien sentirse apreciada por un caballero como lo era el.