Volviste A Mi

Mi mente era un torbellino de pensamientos mientras estaba sentaba en la mesa, rodeada de risas y conversaciones animadas. Dante, con su sonrisa encantadora y su mirada penetrante, parecía disfrutar del papel de protagonista en la cena.

Pero yo no podía unirme a la fiesta. Mi atención estaba fija en él, en la forma en que me miraba con una intensidad que me hacía sentir incómoda.

Muchos años habían pasado desde la última vez que nos vimos, y, sin embargo, parecía que el tiempo no había cambiado nada.

La misma sensación de desagrado y malestar que sentí entonces, volvió a surgir en mi interior. Me pregunté si alguna vez podría olvidar el dolor que me había causado, si alguna vez podría perdonarlo por haberme hecho sentir tan vulnerable y rota.

Dante siempre había sido un cínico, alguien que disfrutaba jugando con los sentimientos de los demás. Y yo había sido su objetivo en el pasado. Me había ilusionado, me había subido a la nube más alta, y luego me había dejado caer, rompiéndome en pedazos. Y ahora, después de tanto tiempo, parecía que estaba dispuesto a hacerlo de nuevo.

Pero no iba a dejar que me afectara. No iba a dejar que me hiciera sentir de nuevo como una adolescente vulnerable y enamorada.

Me mantuve en silencio, observando la escena con una mezcla de curiosidad y desconfianza. ¿Qué estaba tramando Dante? ¿Qué quería de mí después de tanto tiempo? Solo el tiempo lo diría.

Mi mirada se desvió hacia Dante, y nuestros ojos se encontraron durante un instante fugaz. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda cuando vi la intensidad en su mirada, la forma en que parecía estar estudiándome, analizándome.

Me pregunté qué estaría pensando, qué estaría buscando en mí.

La conversación a mi alrededor continuó, pero yo ya no la escuchaba. Estaba demasiado ocupada tratando de descifrar su lenguaje corporal, la forma en que se inclinaba hacia adelante cuando hablaba, la forma en que sonreía cuando alguien se reía de sus bromas.

Era como si estuviera actuando, como si estuviera interpretando un papel en una obra de teatro.

Me sentí incómoda, como si estuviera atrapada en una situación que no podía controlar. Dante siempre había tenido ese efecto en mí, me hacía sentir como si estuviera caminando sobre terreno inestable, sin saber qué pasaría a continuación. Pero esta vez, estaba decidida a no dejar que me afectara. Esta vez, estaba decidida a mantener la calma, a no dejar que me llevara a lugares desconocidos.

La cena continuó, y yo seguí sentada en silencio, observando y esperando. Esperando a que Dante hiciera su próximo movimiento, esperando a ver qué cartas tenía en la manga. Y cuando finalmente llegó el momento de levantarnos de la mesa, sentí un suspiro de alivio.

No quería estar más en ese lugar, menos estando con él que no ha dejado de incordiar desde que pareció punto No sé qué bicho le picó, pero no ha parado de tomarme de la mano y pellizcar mis muslos por debajo de la mesa punta está colmando mi paciencia.

—¿Qué sucede, Ela?—. La voz de Dante interrumpió mis pensamientos, y me encontré mirándolo con una mezcla de sorpresa y enfado. —Has estado muy callada. ¿Estás bien?—, preguntó, con una sonrisa que parecía genuina, pero que yo sabía que era solo una máscara.

Todas las miradas se posaron en mí, y sentí un rubor subir a mis mejillas. Mi plato seguía intacto, y de repente me di cuenta de que no había tocado la comida.

—Sí, estoy bien—, respondí brevemente, tratando de evitar cualquier conversación.

Pero Dante no se rindió. —No has comido nada, conejita. Vas a enfermar si no comes—

—No tengo tanta hambre— respondí, tratando de mantener la calma. —Y deja de decirme asi que no me gusta—

—¿Por qué? ¿Porque nunca te molestó que te dijera así cuando éramos niños?—Su tono era juguetón, pero yo sabía que estaba tratando de provocarme.

—Por si no te has dado cuenta, ya no somos niños—

Mi padre intervino en la conversación, riendo. —Pensé que sus peleas y discusiones se quedarían en la niñez, pero han llegado adultos e incluso discuten más—

—Culpa de ella, que no puede quedarse con la boca cerrada por un momento—

—¡Ja! ¿Y quieres que me quede callada cuando eres todo fastidioso?—

—¿Ven? Es orgullosa y terca, siempre le gusta llevar lo contrario a todo—

La tensión en la mesa era palpable, y Celeste intervino, mirándonos con seriedad.

—Si siguen fastidiando, los voy a encerrar en un pequeño cuarto durante todo el día—

La miré con el ceño fruncido, por su inapropiada intervención.

—No me mires así, que estoy hablando muy en serio. No han hecho más que tirarse a matar desde que se volvieron a encontrar—

—¿Sabes? Eso no sería ni tan mala idea—dice mi padre siguiéndole la corriente a celeste y todos rieron excepto Dante y yo. —Con eso aprenderán a convivir, porque de ahora en adelante será uno solo—

—Usted dirá dígame cuándo y cómo y los encerramos—

Reí, negando con la cabeza. Pese a todo y el tiempo que ha pasado, seguimos siendo esa gran familia unida y alegre de hace años.

—Favor que me harían si me encierran contigo—susurró Dante en mi oído y lo miré enseguida como por alguna razón como sintiendo una sensación extraña en mi interior.

—¿Qué diablos quieres?—pregunté, pero el muy cínico volteó la tortilla

—Tengo una larga lista de lo que quiero, pero no te la puedo decir por qué es confidencial—

Aparte la mirada y me concentré en mi plato de comida.

Pese a que choqué todo el tiempo con Dante, la cena estuvo increíble. Hace mucho no nos divertíamos en familia y pasábamos un rato agradable. Se murió debo confesar que no es lo mismo cuando uno de nosotros falta en la mesa y ese idiota hacía falta, así fuese para discutir con él.

No tengo ni la menor idea de cuánto tiempo voy a quedarse en el país o si definitivamente se va a radicar aquí, lo único cierto es que me siento feliz al ver la sonrisa de sus padres en su rostro. después de tanto tiempo, al fin su hijo está con ellos punto Eso era lo que tanto deseaban, que Dante tuviera aquí...