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Salvando Otro Mundo Sin Ser Un Heroe

Salvando Otro Mundo Sin Ser Un Heroe

Status: En proceso
Genre:Reencarnación / Fantasía épica / Héroes / Salvando al mundo / Mundo mágico / Espadas y magia
Popularitas:664
Nilai: 5
nombre de autor: YRON HNR

Ayanos jamas aspiro a ser un heroe.
trasportado por error a un mundo donde la hechicería y la fantasía son moneda corriente, solo quiere tener una vivir plena y a su propio ritmo. Con la bendición de Fildi, la diosa de paso, aprovechara para embarcarse en las aventuras, con las que todo fan del isekai sueña.

Pero la oscuridad no descansa.
Cuando el Rey Oscuro despierta y los "heroes" invocados para salvar ese mundo resultan mas problemáticos que utiles, Ayanos se enfrenta a una crucial decicion: intervenir o ver a su nuevo hogar caer junto a sus deseos de una vida plena y satisfactoria. Sin fama, ni profecías se alza como la unica esperanza.

porque a veces, solo quien no busca ser un heroe...termina siendolo.

NovelToon tiene autorización de YRON HNR para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

cap 5

EL LADO B DE LA HISTORIA 1ERA PARTE

En un campo de entrenamiento de tierra, el sol del mediodía caía sin clemencia sobre las armaduras y las espadas. Un hombre fornido, de armadura carmesí reluciente y mirada severa, blandía con precisión una espada de madera. Era Bruno Cadil, capitan de la guardia personal del rey Serid Melldion III, un guerrero curtido por décadas de campañas, cuyo nombre inspiraba respeto —y temor— en todo el reino.

Frente a él, un joven espadachín de cabello rubio, rostro atractivo y ojos tan fríos como el acero, avanzaba y retrocedía, tratando de igualar los movimientos de su instructor. La espada de entrenamiento oscilaba en sus manos, rápida pero imprecisa, forzada más por orgullo que por técnica.

—¡Más precisión! —gruñó Bruno, desviando un golpe con un giro firme de muñeca.

—¡Ya lo sé…! ¡Toma esto! —resongó el joven, lanzando un tajo rápido, furioso.

Pero en un movimiento ágil y certero, Bruno desvió la espada con facilidad, haciéndola volar de sus manos. En el mismo instante, conectó un leve pero firme puñetazo en el estómago del muchacho, que cayó de rodillas, jadeando.

Silencio.

Bruno observó al joven unos segundos más, luego se dio media vuelta sin ofrecerle la mano.

—Entrenamiento finalizado. Recoge tu arma y reflexiona sobre por qué fallaste.

El joven no respondió. Apretó los dientes, los ojos ocultando una furia silenciosa.

Desde las sombras de una galería cercana, una figura encapuchada observaba la escena, sin ser vista.

Dos figuras se acercaron desde un costado del campo, sorteando la tierra revuelta con pasos decididos. El primero, de cabello castaño, complexión atlética y mirada vivaz, se detuvo junto al joven aún de rodillas. El segundo, más corpulento, con músculos que sobresalían bajo la ropa sucia y marcada de golpes, traía en el rostro una expresión sencilla y leal.

—Oh, gran líder —dijo el de cabello marrón, con una sonrisa burlona—, vaya paliza te dieron.

—Ah —asintió el grandullón, repitiendo varias veces con entusiasmo torpe mientras ayudaban al joven a ponerse de pie.

El espadachín se sostuvo el estómago, aún adolorido, y exhaló con furia contenida.

—Que espere ese vejete… —espetó entre dientes, mirando hacia el lugar donde Bruno había desaparecido—. Ya me haré más fuerte que él… y me las pagará.

Richard soltó una risa breve y cómplice. Gastón, como siempre, asintió con fuerza, con la convicción de alguien que no entendía del todo el plan, pero lo apoyaba con el corazón.

En otra parte del castillo, en un salón amplio sin adornos, solo con una puerta, se encontraban dos chicas jóvenes.

Estella, de cabello corto y negro como la noche, alta, delgada y con una mirada desafiante a pesar de sus 19 años, se mantenía erguida y alerta. A su lado, Amelya, la más joven del grupo con 17 años, tenía el cabello también negro, pero largo y con mechas rojizas. Su piel era blanca, y aunque su figura era más desarrollada que la de su compañera, se notaba más tímida y pacífica que los otros cuatro integrantes del grupo.

Frente a ellas estaba Gregory Santinn, el célebre y respetado hechicero real. De cabello largo y casi gris, barba espesa y tunicón azul oscuro, dominaba la manía de combate y sanación como casi nadie en el reino, y era un verdadero erudito en las artes sabias. Las estaba entrenando.

Mientras invocaba un círculo mágico de color marrón frente a él, les dijo con voz firme:

—Estella, enfócate en atacar. Amelya, apóyala con manía de control.

(La manía de control era una disciplina especializada en potenciar a hechiceros y guerreros, calibrando sus habilidades y optimizando el uso de maná.)

Tras esas palabras, proclamó en voz alta.

—LIVAN TIR.

Frente a las jóvenes, picos de tierra emergieron del suelo a gran velocidad, dirigiéndose hacia ellas como lanzas.

Estella no dudó. Gritándole a Amelya para que reaccionara, activó un círculo mágico azul. La joven, aún asustada, deslizó su mano por el aire como si acabara de entender algo. Un rectángulo similar a una pantalla apareció con las estadísticas de Estella. Susurrando:

—Livain Os...

El círculo mágico de Estella aumentó de tamaño. Entonces ella gritó:

—NADOL.

Un potente chorro de agua a presión salió disparado, destruyendo las púas de tierra antes de que las alcanzaran.

Pero antes de que pudieran celebrar su logro, el anciano apareció a su lado como una sombra. Frente al rostro de terror de Estella, murmuró:

—Dost.

La muchacha cayó inconsciente en el acto.

Al ver eso, Amelya se desplomó de rodillas, rindiéndose al instante.

Gregory, sin intención de continuar, concluyó con tono sereno:

—Lo dejaremos hasta aquí por hoy... Si usas manía de sanación, despertará más rápido.

Y se retiró del salón. Pero antes de salir, su mirada se desvió brevemente, notando de reojo una figura misteriosa que los observaba desde detrás de una columna. No le dio mayor importancia y se marchó.

En otra parte del castillo, más alejado del bullicio de los entrenamientos, se hallaba un despacho amplio y elegante, aunque no ostentoso. La gran ventana detrás del escritorio dejaba entrar la luz del atardecer, proyectando sombras largas sobre el suelo de piedra pulida. En el centro, sentado con una postura relajada pero aún imponente, estaba el rey Serid.

A un lado del trono, más cercano de lo habitual, se encontraba una figura con aire despreocupado, sin la rigidez de los cortesanos tradicionales. Detrás del soberano, como una estatua viviente, un hombre vestido con una túnica negra mantenía su rostro cubierto por completo. Su presencia era casi etérea, silenciosa como un suspiro, pero densa como una amenaza latente: una sombra que protegía al rey con lealtad invisible. Aquella figura era idéntica a las que vigilaban en silencio los entrenamientos, como si fueran extensiones de una misma voluntad oculta.

Frente a Serid, de pie y con gesto serio, se encontraban Gregory Santinn y Bruno, los dos instructores principales.

La luz dorada del sol trazaba una línea directa desde la ventana hasta el suelo, dividiendo la sala en dos mitades exactas: una bañada en claridad, otra sumida en sombra. El cuerpo del rey partía simbólicamente ese umbral.

Entonces, rompiendo el silencio con un tono autoritario que contrastaba con la informalidad de su postura, Serid dijo con una sonrisa amplia:

—¿Y...? ¿Cómo van los entrenamientos? Son asombrosos, ¿verdad?

Los dos maestros intercambiaron una mirada rápida. Sabían que la verdad no coincidiría con las expectativas del monarca. El silencio se extendió unos segundos más, hasta que Bruno dio un paso al frente y, con voz clara y solemne, respondió:

—Necesitarán al menos un año para estar listos, su majestad.

El rey giró lentamente su mirada hacia Gregory, esperando su evaluación. El anciano hechicero asintió con pesadez antes de hablar:

—Las chicas muestran resultados más prometedores... pero aun así, necesitan muchísimo entrenamiento.

Un silencio espeso llenó la sala. Serid se mantuvo inmóvil, pero el ambiente pareció tensarse como una cuerda tirante a punto de romperse. Finalmente, el rey se puso de pie con un movimiento lento pero firme. En ese instante, los dos instructores, por puro instinto y respeto, se arrodillaron al unísono, inclinando la cabeza ante su soberano.

Con la mirada clavada en el horizonte más allá de la ventana, el rey habló con un tono frío y determinante, el tipo de voz que sólo alguien como él podía permitirse:

—Los héroes deben ser héroes... sin importar qué.

Hizo una pausa breve, como dejando que sus palabras cayeran con el peso de una sentencia.

—Les daré solo un mes más. Luego, se les asignará su primera misión.

Se giró para encarar a los hombres arrodillados. Su expresión había cambiado; en su rostro ahora se dibujaba una sonrisa torcida, casi lúdica. Con una voz más baja, cargada de sarcasmo malicioso, añadió:

—Total… no hay que preocuparse del Rey Oscuro.

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run away.┲﹊
¡Me tienes enganchada!
YRON HNR: pronto seguire actualizando
total 1 replies
【Full】Fairy Tail
Gracias ¡necesitaba leer esto! 💖
YRON HNR: gracias a ti por tomarte tu tiempo de leerlo 😎😊
total 1 replies
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