Dos hermanos contra lo que acecha a su familia. Annabeth y Joseph descubren que su familia tiene una relación con un ser que había vivido décadas atrás. Todo comienza a despertar en un pequeño pueblo donde los hermanos llegan, lo que parecía ser una semana de vacaciones con la familia se convierte en una búsqueda del más allá.
¿Maldición o bendición? ¿Premio o castigo?
¿Qué es lo hay detrás de todo?, ¿Vida o muerte?
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Capítulo 18:
— Annabeth, espérame. —
— No hay tiempo que perder. —
Responde la pelinegra cruzando la calle con rapidez mientras Joseph intentaba alcanzarla.
— Debes tranquilizarte. —
Comenta una vez más él, pero ella niega con la cabeza. La señora Drew está en peligro y además de que es la única que puede proporcionarles información, aunque ella no quería admitirlo, le había tomado algo de cariño a la anciana mujer.
— Annabeth, detente. —
Joseph la sigue hasta que llegan frente a la puerta de la casa de los Drew, sin esperar Annabeth toca la puerta con desesperación esperando a que le abran lo más pronto posible. Después de unos minutos la puerta se abrió dejando ver a la castaña, esta se sorprende al ver a los dos chicos ahí, piensa que vinieron a pedir disculpas por lo de la noche anterior.
— ¿Está tu abuela? —
Pregunta la pelinegra mirando a Janeth y esta asiente dejándolos pasar a ambos.
— No sabía que vendrían, hermana mayor déjame llevarte al jardín a...—
— Apartate de mi camino. —
Exclama Annabeth con indiferencia empujando a la castaña a un lado quien segundos antes se abrazó a los brazos de ella, Janeth choca contra Joseph y este la sostiene antes de caer mientras ve como su hermana se apresura a ir hacia las escaleras.
— Gracias, Joseph... creí que...—
— Sí, sí.. claro. —
Interrumpe el pelinegro haciendo a un lado a la chica para después seguir a su hermana mayor por los pasillos, Janeth queda totalmente abrumada por lo que acababa de pasar, primero fue Annabeth quien la empujó y después vino Joseph que la sostuvo antes de caerse y luego la apartó como si nada.
— Que sorpresa tenerlos aquí. —
Habla de manera nerviosa el señor Drew mientras intenta ocultar el regalo que tiene sobre la mesa de la sala.
— Hola, señor Drew...¿Puede decirme dónde está la señora Drew, su madre? —
Pregunta la pelinegra pasando de largo sin dar importancia lo que estuviera en ese lugar, el mayor señala las escaleras.
— En la tercera habitación. —
Responde y Annabeth sube corriendo las escaleras siendo seguida por su hermano.
— Señorita Annabeth, ¿Sucede algo? —
Pregunta el hombre siguiéndola con confusión pues nunca ha visto a la chica actuar de esa manera.
— Solo tengo algo que preguntarle. —
El señor Drew no tan convencido de las palabras de Annabeth la sigue de cerca, en eso Benjamin viene bajando las escaleras y al ver a la chica muestra una de sus sonrisas amables.
— Buen día señorita Slander. —
Saluda, pero es ignorado completamente. Al llegar a la segunda planta Annabeth camina casi corriendo por el pasillo que lleva hacia las habitaciones y al llegar a la tercera puerta, la abre con la esperanza de encontrar a la abuela aún con vida.
Entra en la habitación y su mirada se desvía en una pequeña sombra que se ocultó en una esquina de las paredes de la habitación que a pesar de que era de día estaba en penumbras por las cortinas que cubrían las ventanas, segundos después entró Joseph junto al señor Drew y sus dos hijos.
— ¿Annabeth?
Pregunta el pelinegro mirando a su hermana de espaldas a él. Annabeth observa el sillón y está en la misma posición que cuando tuvo esa visión, había alguien sentado dándole la espalda a ella. Con claro temor habla.
— ¿Señora Drew? —
No hubo respuesta, esa figura en el sillón parecía inmóvil y ni siquiera se podía escuchar su respiración. Annabeth entendió que había llegado tarde; el hijo de la anciana mujer mira con confusión a la pelinegra quien se había quedado quieta mirando hacia el sillón.
— ¿Qué pasa Annabeth? —
— Su madre...—
Murmura la chica y esa frase bastó para que el mayor se acercara rápidamente al sillón para mirar a su madre.
— ¿Mamá? ¡Mamá! —
Annabeth solo pudo soltar un suspiro de impotencia viendo al hombre mover a su madre como si de esa manera pudiera regresarla a la vida, pronto los dos chicos se acercaron a su padre.
— Papá... la abuela...—
— Se ha ido. —
Comenta Annabeth mirando a la castaña quien retrocede unos pasos negando con la cabeza mientras su cuerpo empieza a temblar y las lágrimas no tardan en aparecer y descender por sus mejillas.
El señor Drew estaba devastado y abraza el cuerpo sin vida de su madre mientras sus ojos también se llenan de lágrimas. Benjamin solo baja la cabeza ocultando la tristeza en su rostro.
La pelinegra solo puede observar a la familia llorar sin poder hacer nada, piensa que si hubiera llegado antes pudo haber salvado a la mujer y solo puede lamentarse. Joseph se acerca a su hermana y le da pequeñas palmadas a su espalda como forma de apoyo.
« Esto no hubiera pasado, si tan solo me hubiera apresurado en llegar. »
Menciona Annabeth con culpa, su hermano niega ligeramente antes de responder.
« No fue tu culpa, quizás ya había llegado la hora de ella. »
« Pero si hubiera llegado a tiempo. »
Insiste ella y Joseph suelta un suspiro de ligera molestia porque odia ver a su hermana culparse por algo en lo que no tuvo nada que ver.
« No pienses demasiado, a veces simplemente no podemos cambiar el curso de los acontecimientos. »
« Pero...»
« Pero nada Annabeth, no tienes la culpa y punto. »
La pelinegra aprieta ligeramente sus puños mientras observa la escena frente a sus ojos, a pesar de las palabras de su hermano sigue sintiendo culpa por lo sucedido.
Janeth mira a los hermanos y se levanta para acercarse a Joseph, tomando este suceso como una oportunidad para ganarse el corazón del chico con su presencia melancólica y dolida.
— Joseph, aún no era la hora de mi abuela. —
Solloza y se abraza al pelinegro quien simplemente deja que la castaña se desahogue en sus brazos, Annabeth al ver a la chica tan lamentable, no puede evitar culparse nuevamente. Sus puños se aprietan con fuerza sintiendo la impotencia llenar su mente y como si el cielo la hubiera escuchado, un aguacero se suelta afuera acompañado de truenos y rayos.
— ¿Qué voy a hacer ahora? Mi abuela...—
— Tranquila, todo estará bien. —
Joseph intenta consolar a la chica como puede, pero esta no para de llorar, la pelinegra mira por última vez a la anciana en el sillón y se da la vuelta para salir de ese lugar.
Baja las escaleras con rapidez y sale de la casa, el pelinegro al ver esto se aparta de la castaña y sale de la habitación también, decidido a seguir a su hermana. Sigue lloviendo a mares cuando él se asoma por la puerta principal y sin más, sale corriendo.
— ¡Annabeth! —
Joseph llama a su hermana mientras corre por la calle, con las manos cubriendo su cabeza aunque ya está completamente mojado. Está preocupado por Annabeth, ya que ella suele enfermarse al mojarse, camina con desesperación por la calle intentando ver a lo lejos, pero no hay rastros de la pelinegra.
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Los siguientes signos («» ) son cuando ambos hermanos utilizan la telepatía para comunicarse, lo aclaro para que nadie se confunda.