A Marian se le fue arrebatado todo lo que tenía, incluso su libertad. Fue encerrada y maltratada durante un año en el que no pudo ver la luz del sol, su padre le ofrece un trato para salvarla del infierno en el que está, casarse con el duque Lion a cambio de sacarla de aquel maldito lugar, ella acepta sin dudar.
Cuando piensa que por fin podrá ser feliz, se entera que sobre su matrimonio hay una maldición, ella morirá al cabo de un año. Ella decide que un año en libertad era mejor que muchos presa en una pequeña habitación y decide disfrutar su tiempo junto a su dulce y tierno esposo, quien termina enamorándose locamente de ella.
Una maldición que amenaza un apasionante amor y la bendición de un hada que quizás sea lo que los libere, pero siempre con un precio alto por pagar.
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Capítulo 24. No te Acerques a mi esposa
Izan se quedó abrazándola hasta que ella se calmó por completo y la volvió acostar en la cama y revisó que no tuviera ninguna herida en su cuerpo, Marian se quedó mirando las ventanas y le dijo.
__ Odio la oscuridad, eso hace que recuerde el infierno que viví en ese lugar.
Izan al verla tan frágil y vulnerable, el deseo de protegerla creció aún más en su interior, él la abrazó y le dijo.
__ Yo siempre te protegeré así que no tengas miedo, el verte sufrir de esta manera me rompe el corazón ya que tu te has convertido en lo más importante en mi vida.
Marian se separó un poco de él, le miró a los ojos y le dijo.
__ Lo juras.
__ Te lo juro.
Marian acercó sus labios a los del duque y le dijo.
__ Izan quiero ser tuya. Y le beso.
Izan respondió a su beso e introdujo su lengua en su boca, su beso fue largo y placentero e hizo que Marian comenzará a jadear, al separarse de su boca él le dijo.
__ Ahora no.
__ ¿Por qué no?, acaso no me deseas.
__ Lo que yo siento por ti va más allá del deseo, yo quiero amar y besar cada parte de tu cuerpo hasta hacerte desfallecer, sin embargo ahora no estás en condiciones para soportar todo lo que deseó hacerte.
__ Estoy bien.
Izan la beso en la frente y le dijo.
__ Descansa un poco más.
__ Estoy harta de esperar.
__ Descansa durante el día y en la noche podremos hacer lo que quieras.
Marian se enfurruño un poco y le dijo.
__ A veces siento que me tratas como a una niña.
__ No es eso, es solo que no quiero lastimarte.
Marian tocó el rostro del duque y le dijo.
__ Izan tu nunca me harías daño.
Él le besó la mano y le dijo.
__ Aun así no me quiero arriesgar, has estado durmiendo durante un día entero necesitas comer.
Marian le besó y le dijo. __ Está bien, esperaré, solo procura no hacerme esperar mucho, mi tiempo es corto y no quiero desperdiciarlo.
__ Descansa durante el día, esta noche te demostrare que la espera vale la pena.
__ Ya quiero que sea de noche y ver que me harás.
__ Espero que después no te arrepientas de tus palabras.
Izan llamó a las sirvientas para que les sirvieran el desayuno y después se fue a su despacho a trabajar.
Cuando él entró en su despacho Rupert le miró con cara de enfadó y le dijo.
__ Has tardado tanto que creí que hoy tampoco vendrías y me dejarías todo el trabajo a mi solo.
__ Lo siento, me quede dormido.
__ Ayer te dejé todos estos papeles para que los revisaras y los firmaras, apenas y los tocaste.
__ Estaba un poco distraído ahora me pondré con ellos así que deja la histeria.
__ Cada día que pasa te vuelves más flojo y me dejas todo el trabajo a mi, no te sorprendas si algún día presento mi renuncia.
__ Aunque quisieras renunciar no lo permitiría, así que no digas tonterías y ponte a trabajar.
__ Mira quién habla, él que se quedó dormido.
__ Rupert no agotes mi paciencia.
Rupert apiló una pila de papeles en el escritorio del duque y le dijo.
__ Aquí tienes todo el trabajo que tienes que hacer hoy.
Izan se quedó mirando fijamente a Rupert y le dijo.
__ ¿Estás haciendo esto a propósito verdad?
__ Claro que no, esto es lo que obtienes cuando no vienes a trabajar.
Izan suspiro al ver todo el trabajo acumulado que tenía y se sentó detrás de su escritorio a trabajar antes de que Rupert le diera más trabajo que hacer ese día.
***
Después de que Izan se fuera a trabajar Marian se fue a dar un paseo por el jardín, ya que ese día se sentía sumamente sensible a estar encerrada.
Marian se fue al jardín de las rosas donde había estado con las hadas unos días atrás y le pidió a las sirvientas que le llevarán dulces.
Cuando las sirvientas le llevaron lo que ella había pedido les dijo que la dejarán sola, ellas se mostraron un poco renuentes a irse sin embargo al ver la cara de disgusto de Marian porque no se iban no les quedó de otra más que marcharse y la dejaron sola.
Cuando ella estuvo completamente sola hizo sonar el cascabel de la pulsera que las hadas le habían dado, después de unos minutos las hadas salieron de entre las flores, las hadas volaron a su alrededor y le dijeron.
__ Te ves triste, no te sientes bien.
__ Estoy bien, solo recordé algo que no quería.
__ No estés triste. Le dijeron las hadas y le hicieron una corona de flores y se la pusieron en la cabeza.
Marian sonrió al ver que las hadas querían animarla y les dijo.
__ Muchas gracias.
__ Hoy hace un día hermoso juega con nosotras, eso te hará olvidarte de las cosas dolorosas.
__ Si, eso me gustaría.
Marian comió dulces con las hadas y después ellas hicieron sonar música lo cual sorprendió mucho ya que no sabía de dónde venía la música, sin embargo eso le dejo de importar rápidamente al escuchar el sonido de los violines y los instrumentos de viento de madera y el murmullo de las risas de las hadas.
El sonido de la música era tan mágico que se apoderó de Marian, ella se quitó los zapatos y comenzó a bailar rozando el suave césped con sus pies, ella movía su cuerpo al ritmo de la música y la euforia fue llenándola como si la tragara en cada respiración y se olvidó de todos sus problemas y de todo el sufrimiento que una vez había sufrido.
Marian bailó durante horas hasta que sus piernas no pudieron más y se sintieron pesadas y cansadas y tuvo que sentarse, ella bebió un poco de limonada que le habían llevado las sirvientas con los dulces y al refrescarse un poco deseo volver a bailar pero la música paró de golpe y las hadas se esfumaron llevándose con ellas la música.
Una de las sirvientas se acercó a Marian poco después y al verla bañada en sudor y descalza le preguntó muy preocupada.
__ ¿Se encuentra bien mi lady?
__ Si, nunca me había sentido mejor, ¿A qué has venido?, he pedido claramente que me dejaran sola.
__ Lo se mi lady pero el clima ha cambiado y ha empezado a refrescar lo mejor será que entre antes de que empiece a llover.
A Marian la sola idea de volver al interior de la casa le molestaba sin embargo como ella había estado tan absorta bailando no se había dado cuenta de que el cielo estaba cubierto de nubes y amenazaba con llover.
Ella entró a la casa de mala gana y le pidió a las sirvientas que le prepararan el baño, y mientras esperaba le preguntó a una de las sirvientas.
__ ¿Dónde está mi esposo?
__ Él aún sigue trabajando en su despacho, quiere que lo llame.
__ No, no hace falta, le veré cuando terminé de trabajar.
__ Como usted desee mi lady.
Las sirvientas le prepararon un suntuoso baño con pétalos de rosas, Marian al meterse en la bañera y sentir el agua caliente tocando su piel, sintió que todo el cansancio que sentía se desvaneció, las sirvientas lavaron su cabello masajeando suavemente y se sintió relajada y tranquila.
Después de bañarse le aplicaron aceites esenciales por todo el cuerpo y le secaron el cabello y cuando la iban ayudar a vestirse les pido que le pusieran un vestido que fuera fácil de quitar ya que no quería que la ayudarán durante la noche.
Ellas le pusieron un sencillo vestido azul que hacía juego con sus ojos, cuando Marian se vio en el espejo quedó satisfecha y les dio las gracias.
Las sirvientas se marcharon poco después y Marian se asomó al balcón, las primeras gotas de lluvia comenzaron a caer y tuvo que volver al interior de su habitación.
Como no tenía nada que hacer Marian bajó haber si la cena ya estaba lista, el mayordomo le dijo que ya todo estaba listo y que iría a llamar al duque, Marian le dijo que no era necesario y que ya iría ella.
Marian se dirigió al despacho Izan, tocó la puerta, se asomó y preguntó.
__ ¿Puedo pasar?
Izan al ver a Marian se levantó rápidamente de su silla y le contestó.
__ Por supuesto.
Marian entró en la habitación y se acercó a Izan.
__ Vine a buscarte para cenar.
__ Ahora iba a de salida, solo firmo unos papeles y nos vamos.
Como parecía que ambos lo estaban ignorando Rupert se levantó de donde estaba sentado y le dijo.
__ Buenas noches duquesa.
Marian había estado tan concentrada viendo a Izan que no se había dado cuenta de que había alguien más en la habitación y sobresalto al escuchar su voz y dio un brinco, Rupert al ver la reacción de Marian le dijo.
__ Lamento haberla asustado duquesa esa no fue mi intención.
Marian le saludó y le dijo.
__ No tiene que disculparme es mi culpa por no haberme dado cuenta de su presencia.
Rupert se acercó a Marian le dio un beso en la mano y le dijo.
__ Mi nombre es Rupert Grafton y soy el asistente del duque.
Izan al ver a Rupert besar la mano de Marian se puso a su lado rápidamente apartó a Marian de Rupert y le dijo.
__ No te acerques tanto a mi esposa.
Rupert se enfado al ver la actitud tan exagerada del duque solo por besar la mano de su esposa le dijo.
__ Solo me estaba presentando no tienes que tratarme como si le fuera a hacer algo malo.
__ Tu eres un mujeriego, no te quiero cerca de mi esposa.
__ Qué clase de persona crees que soy, yo nunca intentaría nada con tu esposa.
__ No puedo confiar plenamente en ti así que mantente a dos metros de distancia de ella y no le hables a menos que sea estrictamente necesario.
__ Deja de tratarme como si tuviera algo contagioso.
__ Eso te lo has ganado a pulso con tu actitud de mujeriego.
Antes de que siguieran discutiendo Marian tocó el brazo del duque y le dijo.
__ Izan no tienes que ser tan rudo con el señor Grafton.
Izan no quiso seguir peleando con Rupert enfrente de Marian y dijo.
__ Rupert siento haberte tratado así, sin embargo el que te mantengas alejada de ella iba en serio.
__ Mentiroso no estás ni un poquito arrepentido.
El duque arrastró a Marian con él y le dijo.
__ Hay que darnos prisa o la cena se enfriará.
Rupert al ver que el duque se iba y le ignoraba completamente juro en asegurarse de darle mucho trabajo al duque al día siguiente y como aún quedaba mucho trabajo por hacer se quedó trabajando un rato más.
Mientras se dirigían al comedor Marian le preguntó a Izan.
__ ¿Esta bien que nos vayamos así?
__ Si, no le prestes mucha atención y ahora démonos prisa o la cena se enfriará.
__ Esta bien.
Cuando ambos llegaron al comedor los sirvientes les sirvieron la comida y mientras comían Izan le preguntó a Marian.
__ ¿Cómo has estado el resto del día?
__ He estado bien.
__ Me hubiera gustado haberme quedado contigo el resto del día pero tenía mucho trabajo que hacer.
__ No tienes que disculparte, se que tienes muchas cosas que hacer y no puedes quedarte todo el día junto a mi, así que no te preocupes.
Izan tomó la mano de Marian, la beso y le dijo.
__ Eres tan comprensiva, he tenido mucha suerte al conocerte.
__ La que ha tenido mucha suerte al conocerte he sido, yo aunque los demás digan lo contrario.
Izan beso uno de los mechones del cabello de Marian y le dijo.
__ Terminemos de cenar y vámonos a la habitación a terminar lo que dejamos pendiente esta mañana.
Marian se sonrojo y se sintió un poco nerviosa y ansiosa por lo que iba a pasar entre ellos dos esa noche, después de eso ella dejó de sentir el sabor de la comida y solo podía pensar en el duque.