Cassandra Yohana, una chica de 17 años que aún usa el uniforme gris de secundaria, tiene el pasatiempo de saltarse clases y dormir durante las lecciones. Aun así, sus calificaciones siempre son excelentes, lo que la ha vuelto bastante arrogante.
"¿De qué sirve tener cerebro si no lo usas? De nada sirve ser un ratón de biblioteca si tu cabeza sigue siendo débil", decía Cassandra con su lengua afilada al ver a sus compañeras estudiosas.
Hasta que un día, su clase recibe a un nuevo profesor que pone su mundo patas arriba.
Arsenio Xalendra, un hombre maduro con un carisma imponente, cuya mirada fría y penetrante intimida a cualquiera.
Pero para Cassandra, Arsenio Xalendra no es más que un hombre cruel que vino a destruir su tranquilidad.
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Capítulo 16
Cassandra se quedó quieta frente a la casa de estilo blanco, preguntándose por qué la habían llevado allí.
"Vamos".
Sus ojos parpadearon cuando la voz de barítono la interrumpió; Arsen ya iba por delante con su bolso.
Sin querer moverse todavía, Cassandra optó por quedarse quieta como forma de protesta hacia Arsen.
"Tsk". Arsen chasqueó la lengua, se giró y, sin decir palabra, tomó la mano de Cassandra para que lo siguiera.
"¡Suéltame...!", Cassandra se resistió claramente. "Quiero volver a casa", dijo mientras intentaba soltar la mano de Arsen.
"Sí, esta es tu casa", respondió Arsen con tranquilidad.
"¡Mi casa, idiota!". Como de costumbre, Cassandra no era educada cuando estaba enfadada.
Arsen no respondió a las palabras poco amables de Cassandra, sino que siguió arrastrándola dentro de la casa.
"¡Mamá...!", llamó Arsen cuando entró en el salón.
"¿Qué pasa, Ars?". Una mujer con gafas apareció desde la escalera. Cassandra miró a la mujer de unos 50 años, que tenía un aspecto maternal y un rostro afable.
"No es nada, sólo te llamaba", dijo Arsen.
La mujer, a la que llamaba mamá, examinó el rostro de la joven que estaba de pie junto a su hijo.
Denia miró a Cassandra fijamente. "Te pareces mucho a la amiga de tu tía", dijo Denia, que ya estaba de pie frente a Cassandra.
Cassandra se quedó callada, sin responder, ya que se encontraba en un lugar extraño para ella.
"¿Cómo te llamas, preciosa?", preguntó Denia con una sonrisa.
Cassandra miró a Arsen por un segundo. "Cassandra, tía", respondió inexpresivamente.
Denia sonrió aún más. "Un nombre bonito, como su dueña".
Arsen puso los ojos en blanco. Dejó a las dos mujeres de distintas generaciones para ir a su habitación; Arsen tenía una reunión con un cliente al final de la tarde.
"Ven, tía, te acompañaré a tu habitación", dijo Denia, la madre de Arsen. "Señora Anis, por favor, lleve la maleta de Cassandra", Denia llamó a la criada que trabajaba allí.
"P-pero, tía, yo...".
"No pasa nada, puedes quedarte aquí un tiempo". Denia interrumpió a Cassandra.
Sin poder negarse, Cassandra siguió los pasos de la madre de Arsen.
En la habitación, Cassandra se quedó de pie en el balcón. Se sentía muy fuera de lugar en casa de otra persona, especialmente porque no conocía a esa persona en absoluto. Pero al ver la actitud de la madre de Arsen, Cassandra no pudo evitar compadecerse; la mujer parecía amable y sincera.
Cassandra respiró hondo. Todavía tenía padres, pero ¿quién querría ser víctima de una familia rota? Aunque sus necesidades materiales y sus instalaciones estaban cubiertas, incluso más que cubiertas. Pero para Cassandra, nada de eso importaba. Porque seguía sintiéndose sola.
Mientras tanto, fuera, Arsen acababa de salir de la habitación con un aspecto diferente al de antes; llevaba un traje completo para ir a la oficina.
"Ars, no la habrás obligado, ¿verdad?", preguntó Denia a su hijo antes de que se fuera.
"Eh, un poco", respondió Arsen con una risita.
Denia puso los ojos en blanco. "Mamá no entiende cómo Sonya y Hans pueden hacerle eso a su propia hija", dijo Denia con tristeza.
Arsen sólo pudo suspirar. "Ya está hecho, mamá, y Sandra es la víctima", dijo Arsen.
Denia asintió. "Gracias por decírmelo, mamá. Déjala quedarse aquí un tiempo", dijo Denia de nuevo.
"Como quieras, mamá. Ahora tengo que ir a la oficina, tengo una reunión importante". Arsen besó a su madre en la frente y se fue.
Mientras tanto, en el balcón, Cassandra pudo ver a Arsen salir y entrar en el coche.
Y antes de subir al coche, Arsen miró hacia arriba y sonrió, haciendo que Cassandra se sintiera molesta y enfadada. Cassandra recordaba lo agresivo que era.
"Qué molesto, un profesor agresivo", se quejó y volvió a entrar.
