Beatriz sufre una gran desilusión amorosa y deja de creer en el amor; sin embargo, el día de la boda de su exnovio conoce a un hombre que parece dispuesto a hacerla cambiar de opinión.
NovelToon tiene autorización de Denise Oliveira para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 23
Emir:_Padre... si la preocupación es el trono, entonces déselo a quien realmente lo merece.
Malik entornó los ojos.
Malik:_ Explícate.
— Amira. — El nombre salió de sus labios con naturalidad, casi como una obviedad. — Ella es la primogénita. Inteligente, preparada, respetada por el pueblo. Todos lo saben, aunque nadie tenga el valor de decirlo en voz alta.
El rey Malik palideció por un instante, antes de que su furia se manifestara en palabras.
— ¡Has perdido el juicio! — rugió. — ¡Una mujer no puede gobernar Nurabia!
Emir arqueó una ceja, desafiante.
— ¿No puede… o no quiere que pueda?
Las venas en el cuello del rey latían, pero Emir se mantuvo inquebrantable, cada palabra suya siendo como un golpe certero.
— Tal vez sea hora de que Nurabia evolucione.
Malik apretó los puños, respirando hondo como si contuviera un volcán a punto de explotar.
— Mientras yo viva, esta conversación jamás se repetirá. Tú serás el heredero. Y si osas desafiar eso, no tendrás solo al consejo contra ti… me tendrás a mí.
Emir no desvió la mirada, aunque una tensión invisible flotaba entre los dos.
— Entonces prepárate, padre. Porque no voy a rendirme.
El sonido de la puerta de madera maciza cerrándose reverberó por el salón cuando Emir salió. El silencio que siguió era casi palpable, como si el aire se hubiera vuelto más denso tras la confrontación.
Detrás de una de las columnas del corredor lateral, una figura permanecía inmóvil. Amira.
Ella había ido hasta allí para hablar con su padre sobre una ceremonia benéfica que organizaba en Nurabia. No esperaba oír… aquello. Sus manos temblaban levemente al sujetar la carpeta que llevaba.
"Él dijo… mi nombre."
La mente de Amira giraba en espiral. Jamás, ni en sus sueños más secretos, se había atrevido a pensar en ocupar el trono. No porque no se juzgara capaz, sino porque desde niña había aprendido que ser mujer era sinónimo de límite. El trono era un lugar prohibido, inalcanzable.
Y, sin embargo, Emir…
Cerró los ojos por un instante, oyendo las últimas palabras de su hermano resonar en la memoria:
"Tal vez sea hora de que Nurabia evolucione."
Un nudo se formó en su garganta. Emir podía ser arrogante, rebelde, un provocador nato… pero en el fondo, siempre la había protegido. Siempre había creído en ella.
Amira respiró hondo, enderezando los hombros.
— Hermano tonto… — murmuró para sí misma, con los ojos llorosos, pero una sonrisa delicada surgiendo en sus labios. — No tienes idea de lo que acabas de empezar.
Caminó silenciosamente por el corredor, tratando de recomponerse. No obstante, su corazón latía como un tambor.
Al doblar la esquina, se topó con Beatriz, que estaba acompañada por una criada, explorando discretamente uno de los corredores decorados con tapices antiguos.
— ¡Amira! — Beatriz sonrió, genuina, acercándose. — Estaba buscándote.
La princesa parpadeó algunas veces, disimulando la emoción que la dominaba segundos antes.
— Y yo, tratando de esconderme — respondió, en tono juguetón, abrazando a Beatriz.
El gesto cálido, no obstante, escondía un torbellino. Por primera vez, Amira no sabía si debía compartir lo que había oído… o guardar aquello como un secreto peligroso.
Beatriz, siempre atenta, arqueó una ceja.
— ¿Estás bien? Te ves… diferente.
Amira vaciló por un instante, luego sonrió.
— Solo estaba pensando… que a veces al destino le gusta sorprendernos.
Beatriz rió levemente, sin entender el peso oculto de aquellas palabras.