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Mi Prometido de Alquiler es un Príncipe

Mi Prometido de Alquiler es un Príncipe

Status: Terminada
Genre:Romance / Matrimonio contratado / Amor tras matrimonio / Mujer poderosa / Traiciones y engaños / Juego de roles / Completas
Popularitas:7
Nilai: 5
nombre de autor: Denise Oliveira

Beatriz sufre una gran desilusión amorosa y deja de creer en el amor; sin embargo, el día de la boda de su exnovio conoce a un hombre que parece dispuesto a hacerla cambiar de opinión.

NovelToon tiene autorización de Denise Oliveira para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 20

Días después....

Beatriz narrando....

Yo siempre pensé que después de Jake tendría paz. Trabajar, estudiar, cuidar de mi vida. Pero el universo parece tener otros planes... o mejor, Emir Al-Nasser tiene otros planes. Y, aparentemente, yo soy su proyecto personal.

Aquella noche, cuando subí las escaleras de mi edificio, casi dejé caer la llave. Él estaba allí. Sentado en el escalón, de esmoquin, como si fuera la escena inicial de una película.

Emir:_Te has demorado. — dijo, como si fuera mi novio esperando para ir a una fiesta.

Beatriz:_¿Qué estás haciendo aquí? — pregunté, cruzando los brazos.

Emir:_Te llevo a la ópera.

Mostró dos entradas doradas como quien exhibe un triunfo.

Beatriz :_No voy a ir. No tengo ropa.

Emir:_Ya pensé en eso.

Y entonces apuntó a una caja enorme al lado de la puerta de mi apartamento. Allí dentro, un vestido largo, azul profundo, con brillos discretos. Cosa de princesa.

Beatriz:_Estás completamente loco.

Emir:_Y tú eres demasiado terca. Ahora ve a arreglarte.

Cuarenta minutos después, contra toda mi voluntad, yo estaba sentada al lado de él en un teatro lleno. Y, en el instante en que la música comenzó, algo en mí se rompió. Yo me tragué las lágrimas, nunca me importaron esas cosas, siempre veía en las películas más la verdad y nunca me preocupé en ir a esos lugares, la pieza era linda y yo estaba emocionada. Emir apenas tomó mi mano sin decir nada. Por primera vez, él no hizo broma.

Dos días después, cuando pensé que finalmente tendría paz en la oficina, la puerta de la sala de reuniones se abrió. Un repartidor entró cargando un buqué gigantesco, de flores exóticas que yo nunca había visto en la vida.

Repartidor:_Entrega para la señorita Beatriz Martins.

Todos me miraron. El jefe arqueó la ceja, Grazi casi explotó de reír. Y yo casi quise cavar un agujero. Tomé la tarjeta escondida, pero no sirvió de nada:

"Para mi ingeniera favorita, que ilumina hasta el concreto. — Emir"

Mandé un mensaje en el momento:

"¿Enloqueciste? ¿Quieres que me despidan?"

Y la respuesta vino segundos después:

"Si lo hacen, yo te contrato. Y te pago el doble."

Lo peor es que sonreí.

En aquel mismo fin de semana, casi me atropellan atravesando la calle. Un coche surgió de la nada, y antes de que yo pudiera reaccionar, alguien me jaló fuerte por la cintura. Caí contra el pecho de Emir, jadeante.

Emir:_Yo ya sabía que un día caerías en mis brazos — dijo él, con aquella maldita sonrisa. — Solo no pensé que fuera tan literal.

Intenté empujarlo, pero mis piernas aún temblaban. Emir se puso serio de repente.

Emir:_No juegues con eso, Beatriz. Yo no soportaría verte lastimándote.

Y por un segundo yo vi en los ojos de él que no era encanto. Él realmente hablaba en serio.

Beatriz:_...Puedes soltarme ahora, gracias, ¿me estás siguiendo?

Emir:_No, yo solo estaba andando por ahí.

Beatriz:_Lo sé, Emir, ¿fue para eso que quisiste que yo tuviera seguridades? ¿Para saber dónde estoy?

Emir:_No, para que Jake no se aproxime a ti, no me gusta otro hombre detrás de mi novia.

Beatriz:_¡No somos novios! Emir, yo no soy una de tus amantes y ni deseo serlo.

Emir:_¿Y quién dijo que quiero que seas mi amante?

En la noche siguiente, él apareció en la oficina para apenas cenar como amigos. Yo protesté, claro, pero terminé cediendo. En el restaurante, Emir dejó la pose de príncipe bromista.

Emir:_Desde niño, Beatriz, yo fui preparado para reinar. Pero nadie nunca preguntó lo que yo quería. — tomó un trago de vino. — La única persona que siempre me escuchó fue mi hermana, Amira.

Quedé en silencio, tocada. Y, sin percibirlo, comencé a hablar también. Conté sobre mis padres, la vida simple, el sueño americano de mis padres, lo cuanto ellos se sacrificaron para darme una oportunidad. Y cómo yo misma tuve que batallar por cada paso.

Él me miró de un modo diferente.

Emir:_ Ahora entiendo por qué no consigo alejarme. Tú eres la única persona que no se inclina. Ni para mí.

Mi corazón se disparó, y necesité cortar el clima.

Beatriz:_Y nunca lo haré.

Quedamos en silencio mirándonos uno al otro hasta que yo resuelvo hablar.

Beatriz:_¿Quiere decir que usted no quiere ser rey? ¿No ama a su país?

Emir:_Amo, pero siempre fui independiente de más, siempre detesté ser comandado y dejar de hacer cosas que me gustan. Conforme fui creciendo y viendo lo cuanto mi hermana fue floreciendo y mostrándose una líder mejor que yo, comencé a pensar que ella debería ser la reina y ella siempre hizo por merecerlo.

Beatriz:_¿Mujeres no pueden ser reinas?

Emir:_No.

Beatriz:_Entonces su país es machista.

Emir:_Exactamente, con el pasar de los años cambiamos mucho más, el machismo aún impera, respetamos y amamos a las mujeres, sin embargo...

Beatriz:_Los hombres mandan y desmandan, entiendo, y su hermana desea cambiar eso.

Emir:_Exactamente y yo la apoyo, pero los conservadores de nuestro país no. Es una cuestión complicada.

Más tarde, en la obra donde yo trabajaba, Emir apareció de nuevo. Dijo que quería ver cómo yo brillaba en mi hábitat natural. Yo rodé los ojos, pero terminé mostrando la estructura iluminada por los reflectores de la noche.

De repente, un celular olvidado tocó una música suave. Emir extendió la mano.

Emir:_Baila conmigo.

Beatriz:_¿Aquí? ¿En medio del polvo y de los cascos?

Emir:_Exactamente aquí.

Antes de que yo protestara, él ya me giraba por el improvisado salón de concreto. Yo reí, sin querer. Y por un instante me dejé llevar.

Emir:_Yo nunca necesité luchar tanto para conquistar algo. — susurró cerca de mi oído. — Pero contigo… cada paso es una batalla. Y yo adoro batallas.

Mi respiración falló. Si yo me quedara un segundo más allí, él me besaría. Entonces, en un acto de supervivencia, me alejé bruscamente.

Beatriz:_Eso no va a suceder, Emir.

Pero, en el fondo, yo ya sabía que estaba mintiendo.

Emir y yo estábamos más próximos de lo que me gustaría, él se tornó mi compañía, mis padres me llamaban y preguntaban si éramos amigos en serio o estábamos juntos, claro que yo mentí a mis padres, ese hombre no sale de mi pensamiento por más que yo intente olvidarlo, me gusta tenerlo cerca más sé que la única que va a salir lastimada de esta situación soy yo. Pues los hombres no sufren por las mujeres, ellos juegan con ellas y parten para la próxima.

Una noche más yo aquí sola tirada en el sofá cuando mi príncipe perseguidor aparece.

La campana toca y yo casi caigo del sofá, era sábado y yo no estaba con la mínima voluntad de salir en la noche, Graziela me llamó para salir más yo rehusé, yo solo quería descansar un poco.

Beatriz:_¿Usted de nuevo?

Emir:_¿No sintió añoranzas? ¿No nos vemos hace 3 días?

Beatriz frunce el ceño.

Beatriz:_¿Usted no tiene ninguna tarea de príncipe para hacer?

Emir:_No.

Dice él pasando por ella con dos bolsas de mercado.

Él va directo para la cocina de ella y ella va atrás.

Beatriz:_¿Qué es todo eso?

Ella apunta para las bolsas que Emir coloca en el mostrador de la cocina de ella.

Emir:_Helado, vino, macarrones y algunos saladitos, es eso y es para ti.

Emir toma una cajita delicada dentro de una de las bolsas y entrega a ella.

Emir:_Vi hoy por la mañana y pensé inmediatamente en ti.

Beatriz arquea la ceja desconfiada, pero abre la cajita. Dentro, un collar simple, pero encantador, con un pendiente en forma de estrella. Ella lo toma con cuidado, como si fuera frágil de más para sus manos.

Beatriz:_¿Una estrella? — pregunta en un susurro, sin conseguir disimular el impacto.

Emir sonríe de lado, aquella sonrisa irritante y encantadora que ella odia gustar.

Emir: _Tú me contaste que cuando era niña, tu padre te llevaba para el patio y ustedes se quedaban buscando constelaciones. Dijiste que él siempre hablaba que tú merecías brillar como una estrella. Cuando vi ese pendiente, supe que era tuyo.

El corazón de Beatriz se dispara. Ella no recordaba de haber contado esa historia de forma tan detallada, pero él recordaba. Cada palabra.

Beatriz:_Usted no debió haber hecho eso.— murmura, intentando devolver la cajita.

Emir: _¿Por qué no? No es caro, no es lujoso. Es solo… tú. Y yo no me engañé, brilló más aún cuando lo tomaste.

Ella traga en seco, sintiendo los ojos aguarse contra su voluntad.

Beatriz:_Usted no puede… quedarse haciendo eso. Yo no soy una princesa de sus historias, Emir. Yo soy solo yo. Y no quiero ilusionarme.

Él se aproxima despacio, toma el pendiente de su mano y lo coloca en el cuello de ella, dejando sus dedos tocar levemente la piel de la nuca.

Emir:_Yo sé exactamente quién tú eres, Beatriz. Y es por eso que yo no consigo quedarme lejos.

Ella siente el peso suave de la joya en el colo y, más que eso, siente el peso de las palabras de él. Por dentro, está completamente balanceada, pero por fuera… respira hondo y suelta una risita nerviosa.

Beatriz: _Usted es imposible, Emir. ¿Helado, vino, macarrones y un regalo? ¿Está intentando comprar mi amistad?

Emir: _¿Amistad? Yo ya pasé de esa etapa hace mucho tiempo.

La mirada de él prende la de ella, intensa, caliente, y Beatriz siente el corazón latir como si quisiera saltar para fuera. Entonces, para escapar, finge levedad.

Beatriz:_Ótimo, entonces usted cocina. Yo voy a escoger la película.

Pero, mientras se gira, ella lleva la mano al pendiente en el cuello, y la sonrisa discreta denuncia aquello que jamás admitiría en voz alta Emir la tocó de un modo que nadie antes consiguió.

Emir abre los ojos, fingiendo estar ofendido.

Emir: _¿Yo? ¿Cocinar? Beatriz, yo soy un príncipe, no un chef de cocina.

Beatriz cruza los brazos, divertida.

Beatriz:_Entonces, ¿para qué trajo macarrones si no sabe cocinar?.

Él da de hombros, riendo.

Emir:_Planeé la parte más importante, comer. Usted dijo que le gusta cocinar y yo traje los ingredientes.

Beatriz:_¿Entonces usted quería que yo cocinara para usted?

Emir:_¿Por qué no? Quería experimentar su sazón, ya que no quiere yo mismo hago, yo improviso.

E improvisar, en el caso de Emir, significa quemar el ajo, derramar salsa en la camisa y casi dejar la masa pasarse del punto. Beatriz no aguanta y cae en la carcajada, sosteniendo la barriga.

Beatriz:_¡Dios mío, Emir, usted es un desastre! ¡Salga de ahí!

Emir toma una cuchara, prueba la salsa y hace una mueca dramática.

Emir:_Si alguien pregunta, yo diré que fue un éxito. Y usted, por favor, nunca cuente eso para la prensa.

Ella ríe aún más, pero entonces suspira, apartando los cabellos del rostro.

Beatriz:_Está bien, va. Salga del frente, deje que yo salve nuestra cena antes de que usted incendie mi cocina.

Él se apoya en el mostrador, brazos cruzados, y observa mientras ella mueve la olla con naturalidad. La mirada de él es tan intensa que ella comienza a sentirse incómoda.

Emir: _Gracioso… creo que es la primera vez que siento voluntad de quemar más cosas, solo para oírle reír así.

Beatriz congela por un segundo, sintiendo el corazón acelerar. Finge no importarle, pero la mano que sostiene la cuchara tiembla levemente.

Beatriz:_Usted habla unas cosas, Emir… que debían ser prohibidas.

Él sonríe despacio, se inclina sobre el mostrador y responde bajo, casi en un susurro.

Emir: _Y a usted le encanta cuando yo hablo.

Ella no consigue evitar reír de nervios y le da una cucharada de salsa en el brazo para cortar la tensión.

Beatriz: _Vaya a limpiarse antes de que ensucie mi sala entera, príncipe desastrado.

Pero, cuando él sale del cómodo aún riendo, Beatriz lleva la mano al pendiente en el cuello, y la sonrisa involuntaria denuncia lo que ella no consigue admitir ni para sí misma, él ya la conquistó mucho más de lo que debería.

Después del caos en la cocina, Beatriz consigue salvar la cena. Ella coloca la masa humeante en la mesa, dos copas de vino al lado, intentando ignorar la mirada atenta de Emir sobre cada movimiento suyo.

Emir:_Yo admito, usted cocina mucho mejor de lo que yo imaginaba.

Beatriz alza la ceja.

Beatriz:_Y yo admito que usted cocina mucho peor de lo que yo imaginaba.

Él ríe alto, alzando la copa para brindar.

Emir:_A mis habilidades inexistentes en la cocina… y a su paciencia conmigo.

Beatriz:_A mi paciencia, que no sé hasta cuándo va a durar.

Ellos brindan, y por algunos instantes el silencio entre los dos no es desconfortable y cómplice. El tipo de silencio que dice más que cualquier palabra.

Después de la cena, Beatriz coloca la película que había escogido. Emir, claro, se tira en el sofá al lado de ella como si fuera la cosa más natural del mundo.

Beatriz:_¿Usted no tiene un palacio para volver?

Emir:_Hoy no. Hoy mi reino es aquí.

Ella intenta ignorar la respuesta, pero siente el corazón acelerar. El sofá no era grande lo suficiente para los dos, y el brazo de Emir rozaba el de ella a cada movimiento. Ella finge concentrarse en la tela, pero el perfume de él la distrae más que cualquier escena.

En medio de la película, Emir se inclina leve y susurra:

Emir: _¿Usted siempre asiste sola? ¿No siente falta de alguien riendo de las mismas escenas que usted?

Beatriz encara la tela, mordiendo el labio.

Beatriz:_Yo aprendí a valerme por mí misma. Uno solo se decepciona cuando espera demasiado de los otros. Mejor sola que mal acompañada.

Emir respira hondo y, al revés de insistir, toma una almohada y la coloca detrás de ella.

Emir:_Entonces deje que yo solo le haga compañía como amigos, solo eso.

Beatriz siente la garganta cerrarse. Él no la presiona, no la fuerza. Solo se queda allí. Y tal vez fuera eso que la dejaba más vulnerable, el hecho de Emir no pedir nada, pero estar siempre presente.

Cuando la película termina, ella percibe que apoyó la cabeza en el hombro de él sin ni siquiera notarlo. Levanta rápido, avergonzada.

Beatriz:_Ya es tarde… usted debía ir.

Emir se levanta despacio, como si quisiera prolongar cada segundo.

Emir:_Yo voy, pero me gustaría quedar más tiempo en su compañía.

Beatriz:_¿Por qué?

Emir:_Porque me gusta usted Beatriz.

Emir se aproxima de Beatriz, ella ya previendo no deja el beso acontecer.

Beatriz:_¿Amigos, recuerda?

Ella pasa por él y abre la puerta.

Beatriz:_Buen descanso para usted Emir.

Emir:_Buenas noches habibti.

Emir sale y Beatriz cierra la puerta.

Beatriz pensando 🤔 🤔 🤔

¿Por qué ahora? Si yo no hubiese ido a aquella boda idiota no estaba pasando por eso.Ah Emir, si yo te hubiese conocido antes, todo sería diferente más ahora...

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