Daiana Anderson Greco es hija mayor de Alejandro Anderson y Sara Greco Alvarez , conoce a Dante Wesley en la mansión de su abuela como el hijo del jardinero .
En el primer momento en que se vieron se enamoraron tuvieron una relación pero la envidia y las mentiras de los demás .
Lograron que ellos se separaran , pero después de seis años por cosas de la vida se vuelven a encontrar el como un gran ceo y ella como la poderosa ejecutiva .
Dónde el amor está ahí vivo en cada uno de ellos , ¿ que sucederá cuando se vuelvan a ver ?...
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CAPITULO 22
Hace tiempo que no dormía tan relajada ni despertaba tan feliz, tranquila, tampoco me sentía tan amada.
Todo es gracias por tener de nuevo a Dante en mi vida, saber que nuestro amor es más fuerte que antes.
Lo amo cada día más, cada segundo que está a mi lado. Grito de felicidad diciendo un "te amo".
Me volteo y veo el lado de Dante desocupado, pero con su aroma.
Es increíble lo que pasó ayer con el imbécil de Alfonso Tunes. Me abrió los ojos y el corazón, la vida es corta y no saco nada con querer vengarme de Dante por dudar de mi amor por él.
Es un sueño hecho realidad que Dante haya venido a buscarme anoche, que durmiera conmigo, amaneciera a mi lado, en mi cama, en mi casa, con los niños.
Me levanto de la cama, me coloco la bata y salgo de la habitación.
Paso por la de los niños y no está ninguno en su cama. Mi corazón late a mil por hora.
Escucho ruidos en la sala, me dirijo a ella y veo el televisor prendido. ¿Deportes? Lo que le gusta a Dante, eso no es raro.
Lo raro es que los niños lo hayan dejado a esta hora, ellos ven su serie favorita Bob esponja y no hay manera de como quitarlos de ahí.
Escucho ruidos en la cocina y jamás me había sentido tan feliz por los niños.
Llego a la entrada de la cocina y veo a mis tres amores juntos. No sé qué decir —suspiro dejando que mis lágrimas se deslicen por mis mejillas sin parar.
Es un sentimiento de felicidad al ver tan hermosa imagen.
Mis hijos están llenos de harina, mientras escucho reír a Dante.
—Mis pequeños, los mandé a colocar la harina en esta taza, no en ustedes mismos —jajajaja, se ven adorables. Les doy un beso a cada uno.
—Mamá se va a enojar —susurro Alejo, cubriéndose su rostro con sus manos para ocultar sus lágrimas— suspirando y limpiándose su carita con las mangas de la pijama.
—Campeón, no llores. ¡Cálmate, Alejo! —me acerco a él, me agacho a su altura, lo abrazo y le digo: "Mamá no se va a enojar, está dormida. Vamos a terminar de hacer los panqueques. Por ahora, siéntense en el comedor, ya terminé. Desayunamos y los baño antes de que mamá se dé cuenta".
—¿Papi? —Sí, mi princesa.
—También le tienes miedo a mamá cuando se enoja.
—Un poquito, es que cuando se pone brava se convierte en una fiera completamente, no les miento da miedo.
—Si tú lo dices papito lindo, así es, mami se convierte en una leona —habla Valeri abriendo sus ojos.
—Buenos días, mis amores. Me acerco y les doy un beso a Alejo y otro a Valeri. Miro a Dante con una sonrisa, me acerco y le doy un beso.
—Buenos días —susurra Dante en mi oído, así que le digo: "¿Mi amor, y este desastre, mi hermoso príncipe?".
—Lo abrazo y le doy un beso en el cuello, —yo arreglare este desastre más tarde.
—No quiero abrazos —le digo suspirando, con el corazón latiendo como loco.
—¿De verdad no quieres mis abrazos? —le hablo muy cerca de su oreja, mordiéndole el lóbulo y dejándole un beso en el cuello.
—No quiero tus besos, jajaja. Quiero tu amor.
—Ya lo tienes, junto a mi corazón.
—Papi, mami, tenemos hambre —habla Valeri, sobándose el estómago.
—Ya estoy sirviendo, niños —gracias, papá —me responden los dos al unísono.
—Esto está delicioso, está muy bueno —dice Valeri. ¿Cuándo una comida para ella es fea? Si de ella dependiera, se comería el mercado en menos de una hora.
Si saben un poco de las que hace mamá, más ricas y sin miel, porque dice que mucho dulce no —ambos nos miramos y sonreímos.
—Dante se levanta para darle vuelta a los panqueques que tiene en el sartén.
—¡Oye! —papá le habla a Alejo, aún no me has dicho lo que te pregunté hace un rato.
Está molesto, conozco su actitud. Veo a Dante apagar la estufa, servirle otro panqueque a Alejo y a Valeri, a mí me deja mi pastel de chocolate. Le sonrío.
—¡Campeón! —agarro sus manitas. Ese señor no volverá a molestar a tu mamá.
—¿Estás seguro, papá? —hablo con mi voz quebrada. Es que no quiero que nada malo le pase a mamá.
—No le va a pasar nada a mamá, Alejo. Para que estés más tranquilo, tu tía Helena se encargó de ese señor.
—Huy, papá, pobre señor. La tía Helena es muy seria, además da miedo de vez en cuando —habla Valeri con la boca llena.
—Mami me habla, Alejo —mirándome serio, ¿estás bien?
—Sí, hijo, estoy bien. ¿Por qué lo preguntas?
—Mami nunca duermes tan tarde, al menos que estés enferma.
—¿Mami estás enferma? —pregunta Valeri asustada.
—No estoy enferma, mis amores. Estoy cansada y me quedé dormida nada más.
—Papi, aunque nos cocines, yo seguiré siendo el hombre de esta casa.
—Después de hablar de eso, mi campeón te prometo respetar tu poción aquí en la casa —le digo dejándole un beso en la cabeza.
—Mami, terminamos de desayunar —habla Valeri limpiándose la boca con una servilleta.
—Como ya terminaron de desayunar, los dos se van a bañar —sí, mami, nos vamos a bañar —responden los dos al unísono.
—Amor, ¿podemos hablar un momento? Te prometo ayudarte a limpiar este desastre en la cocina.
—¿Qué quieres saber, Daiana?
—¿Quién es Alfonso Tunes? ¿De dónde lo conoces?.
—Amor, Alfonso Tunes es un mafioso de Italia y tiene negocios de trata de blancas.
—¿Qué? ¡Cálmate, Daiana! Ese hombre no volverá a molestar.
—¿Lo mataste? ¿También estás metido en la mafia, Dante?
—¡Santo cielo! Amor, siéntate.
—Me fui con el padre de mi mejor amigo. ¿Recuerdas que tenía esa propuesta?
—Sí, recuerdo que el señor Santoro quería que fueras el heredero de todo lo suyo porque a su hijo lo mataron.
—Déjame hablar para que cuando los niños salgan, ya hayamos terminado este tema.
—Acepté ser su pupilo, pero para heredar las empresas. Él tenía negocios de la mafia y también heredé esos negocios, pero estoy haciendo trámites para que Eduardo se quede con el negocio de la mafia.
Contestando tu pregunta, no soy un mafioso, pero estoy entrenado, por ahora estoy pendiente nada más.
—¿Mataste a Alfonso Tunes?
—No Daiana, no te miento si quería matarlo, nadie se mete con mis hijos y mucho menos con mi mujer.
Solo le di una golpiza, le corte la mano y le saque un ojo, Helena sé en cargo del resto pero… No termino de hablar cuando escuchamos esas vocecitas, ya estamos bañados y vestidos...
Continuara...